La morosidad en los créditos a familias alcanzó un nuevo récord en julio, escalando al 5,7%, la cifra más alta desde que el Banco Central (BCRA) comenzó a registrar la serie en enero de 2010.
Este incremento, que representa el noveno mes consecutivo de crecimiento en la irregularidad, se dio en un mes marcado por la volatilidad de las tasas de interés y un freno en los créditos al sector privado.
investigación y tendencias, lo pone en estos términos: “Lo que vemos es un doble movimiento. Por un lado, las familias sí sienten una presión creciente en sus ingresos reales: la inflación erosiona la capacidad de compra y los salarios no logran compensar. Eso significa menos dinero fresco disponible.
Pero también hay un factor de ánimo y de clima: cuando el escenario se vuelve más incierto —tensión política, elecciones cerca, sensación de que lo que viene puede ser inestable— las personas tienden a pisar el freno por precaución. No es solo bolsillo vacío, es también cabeza inquieta”. “Ese combo genera el efecto de freno que se empezó a notar ya en julio”, define.
La confianza del consumidor que mide la Universidad Torcuato Di Tella cayó en agosto casi 14 puntos respecto de julio, todo un síntoma que se traslada a las decisiones de compra.
“Lo que venimos viendo es una especie de mutación genética en la sociedad”, postuló en el comienzo de su análisis Guillermo Oliveto, especialista en tendencias de consumo, durante su exposición en Payway Trends la última semana. “Entre enero y mayo de este año según datos oficiales, se perdieron 125.000 puestos de trabajo y eso impacta sin dudas en el consumo“ ,
“
Nos encontramos que la gente que antes se sentía clase media ya no lo percibe así. En la última encuesta que hicimos un tercio de la gente dijo que ya casi no queda clase media. Y esto es un problema porque el gen de la clase media genera movilidad ascendente y el gen de la pobreza genera resignación, empuja para abajo” “Hoy la expectativa de la clase media baja es “llenar la heladera” , subrayó
“Hoy el ruido, lo inquietante, está en la clase media baja y baja no pobre, que solo manejan el 40% del ingreso pero representan el 55% del consumo cotidiano. Hasta que ese grupo no arranque el consumo va a estar complicado . La clase alta -5% de la población- y la clase media alta se acomodó y para la pobreza está la asistencia del Estado”, analiza Oliveto.n
El sueldo “desaparece”
Bolsillos más flacos, mayor peso de las deudas sobre ingresos, oferta de crédito más escasa que en el primer semestre del año, y sobre todo mucho más cara, y límites de tarjeta de crédito que los bancos ya no están subiendo a demanda sino todo lo contrario, obliga al consumidor a revisar sus prioridades.
“Se consolida una estrategia de supervivencia, donde prevalece el corto plazo sobre el planeamiento financiero”, dice Nora D’Alessio y subraya: “el endeudamiento reordena las decisiones de gasto. Servicios básicos, alimentos y salud absorben la mayor parte del ingreso”.
¿En qué productos o servicios los argentinos no se resignan a recortar?, ¿Por donde se pasa primero la motosierra cuando los ingresos están en jaque?
“El 83% reconoce haber modificado sus hábitos de consumo en el último semestre” dice Diaz Alarcon pero agrega un dato que parece de color pero no lo es: “cuando los recursos escasean, la inteligencia de consumo se agudiza. Ya no se trata solo de achicar gastos, sino de repensarlos”.
“Se gasta menos, pero se elige mejor y la austeridad convive con el deseo de disfrutar. Si bien se recorta en salidas o indumentaria, cae el porcentaje de quienes eliminaron los “gustos” de un 55% en diciembre de 2024, bajó a 39% en junio (última medición del Trend Lab)”, detalla la experta de Youniversal.
En igual sentido va Guillermo Oliveto: “Tenemos un consumidor estoico. Prudente, moderado. Es un consumidor más asertivo a la hora de comprar , busca comprar bien más que comprar lo más barato. Tiene una ecuación de valor más sofisticada”.
Ximena Diaz Alarcon hace zoom sobre cómo se mueve el consumidor medio: “Se sostienen, o se recortan menos, los rituales cotidianos que dan identidad y microfelicidad. El mate, el cafecito, el snack para la tarde, la botella de gaseosa o la crema de la rutina de cuidado personal. El ‘gustito’ pequeño sigue vivo porque cumple una función emocional, no solo material”, lee entre líneas y entre porcentajes la analista de Youniversal.
Para las empresas la situación actual de los consumidores es también un gran desafío. “Hoy ganan los que saben seducir e interpelar a la demanda”, resalta Oliveto.
En líneas generales, el panorama es desastroso, y lo más dramático es que no hay señales de que vaya a mejorar.
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