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Sociedad LUDOPATIA

Nicolás Cayetano y el drama de su adicción al juego: "Perdí u$s80.000 y entregué el departamento que me regaló mi abuela"

El periodista deportivo y conductor radial publicó su biografía “No va más”, donde cuenta cómo la ludopatía afectó su vida.

Nicolás Cayetano nació en Buenos Aires en 1978. Es periodista deportivo y conductor de televisión y radio. Conduce “Un día perfecto” en FM Metro. Una historia de éxito que ocultaba su adicción al juego, hasta que salió a la luz en el programa “Perros de la calle” que compartía con Andy Kusnetzoff y, desde entonces, intenta generar conciencia sobre esa situación derribando mitos y poniéndole palabras a lo que vivió.

Hoy dice que su familia es lo más preciado que tiene en su vida. Sus padres lo ayudaron a salir del problema, pero tuvieron que pasar muchos años para que se diera cuenta que sufría una enfermedad. A través de una serie de entrevistas con el escritor Mauro Libertella, Cayetano cuenta en el libro No va más su experiencia como ludópata recuperado.

La historia de Cayetano se replica cada vez más. A los adultos se les suman jóvenes que simplemente toman un teléfono celular y apuestan. No va más sirve para entender el problema en primera persona, como cuenta el periodista en su biografía. “Cuando aparecieron las apuestas en vivo fue como cuando pusieron cajeros automáticos en los casinos. Sin los cajeros, apostabas lo que llevabas; con los cajeros apostás tu cuenta entera. Ya no hay límites en el momento que podés apostar y volver a apostar mientras los partidos están ocurriendo. Un consejo para jugadores sociales: eviten las apuestas en vivo”.

Apostaba a escondidas de su familia y sus amigos sabían una parte pero no toda la verdad. La ludopatía es una adicción silenciosa, podés apostar desde cualquier parte y en cualquier momento. Eso hace que nadie lo note y es muy difícil recuperarse de algo así. “Con los años me di cuenta de que el jugador no necesariamente quiere ganar; si gana, mucho mejor, pero lo que quiere es jugar. Eso lo aprendí mucho más tarde, pero ya en esos años algo esencial estaba ocurriendo dentro de mí. Mucho después, hubo veces en las que iba al casino y a los quince minutos estaba ganando una buena cifra, pero no me iba, porque yo no jugaba para ganar: jugaba para jugar. Entonces me quedaba cinco horas.”

“Esa es una de las grandes trampas de la ludopatía: cuando estás caliente, es difícil pensar con nitidez, pero en frío sabes que no le podés ganar al casino. Los juegos de azar están inventados para que gane la banca, siempre. Es una de las reglas de oro del sistema y sin embargo la olvidamos con asombrosa facilidad en el momento en el que más deberíamos recordarla”, agregó.

Su abuela paterna tuvo una vida trágica y luminosa, una vida marcada por el siglo XX. Se llamaba Esther, fue sobreviviente de siete campos de concentración en la Alemania nazi, incluido Auschwitz. Al abuelo lo salvó Schindler con sus famosas listas. Como tantos otros judíos llegaron a la Argentina. Un tiempo antes de morir su abuela les compró a cada uno de sus nietos un departamento para que siempre tuvieran un techo y cuatro paredes. Cuando Cayetano llevaba años sumergido en lo más profundo del mundo de las apuestas, perdió una cifra enorme, monstruosa, y en ese momento perdió el departamento que le había regalado su abuela.

Una postal del descontrol: “Era enero, mi pareja estaba en la costa y yo me encontraba solo en mi casa. Sentado frente a la computadora arranque el día apostando plata que no tenía. Cifras irreales, lo hago a través de terceras personas, tipos que tomaban mis apuestas, a los que conozco. Poneme tres mil dólares a esto, dos mil a aquello otro, mil a esto: estoy desbordado. Así funciona la cabeza del jugador, si debes ocho mil dólares y pensás que en la próxima apuesta vas a recuperar todo, entonces tenés que jugar cada vez más. Esa noche terminó con una deuda de cincuenta mil dólares”.

Un día juntó a su familia y les contó que era adicto al juego. Lo ayudaron a que pudiera pagar la deuda de casi 80.000 dólares que debía y luego comenzó el proceso de recuperación. Su madre, que es contadora, lo ayudaba a administrar su sueldo. Todo el dinero que cobraba iba a parar a las manos de ella, quien le pagaba las cuentas. Borraron de su teléfono todo los contactos que tenía de tomadores de apuestas. Durante los primeros días le costaba mirar deportes, sobre todo un partido de fútbol. Arrancó terapia con una especialista y asistió durante años a diferentes sesiones que se hacían en la parroquia de Belgrano que, irónicamente, se llama San Cayetano, y donde funcionaba un centro de Jugadores Anónimos.

¿Por qué hizo pública su historia? “Sentí la necesidad de contarlo y de sacármelo de encima. Fue ahora y la verdad coincide con un momento muy grave de la ludopatía en los jóvenes. Evidentemente hay una problemática en los pibes vinculado al juego, las apuestas deportivas que se pasó de rosca. Me están llamando mucho para hacer notas, me llaman muchos legisladores, diputados, senadores por qué quieren empezar a legislar para combatir este problema del juego en los jóvenes”.

Para construir esta biografía, que se puede comprar en las tiendas de Orsai y en el sitio web, el escritor Mauro Libertella se reunió varias veces con Cayetano durante 2023 y realizaron encuentros con familiares, amigos y profesionales. Así salieron a la luz la mayoría de las historias y anécdotas que aparecen en el libro. Esos encuentros fueron transmitidos por streaming y muchos miembros de la comunidad pudieron participar del reporteo.

LUDOPATIA NICOLÁS CAYETANO
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