El Encuentro nacional de Pastoral de Adicciones se desarrolló en La Rioja los días 23 y 24 de noviembre. La Primera Jornada se desarrolló con la alegría de compartir.
El domingo, se inició con la Oración de apertura del día. El trabajo de la mañana se dividió en dos momentos: trabajo grupal por región priorizando algunos de los ejes trabajados durante el sábado para organizar una primera hoja de ruta 2025 y en un segundo momento destinado a visitar dos lugares que permitieran hacer memoria de los mártires.
La primera parte terminó con un plenario en el que cada grupo expuso sus conclusiones en donde el Padre Fabián Belay exhortó a reflexionar acerca de la importancia de pensar una organización de la pastoral regional destinada a “la salvación de todos quienes padecen el consumo”, lo que implica como región y como diócesis estar abiertos a la articulación con todos los actores para lograr incidencia mayor.
El primer lugar histórico visitado fue el algarrobo que se celebró la Navidad de 1971. Allí se hizo memoria agradecida por su vida y se disfrutó de la danza con la expresión corporal de la Agrupación de Mujeres Riojanas.
Finalmente se visitó en la Catedral y se celebró la Santa Misa, presidida por el Padre Mario Franco, la homilía estuvo a cargo del padre Roberto Ferrari y concelebrado por los sacerdotes presentes. El padre Ferrari animó a seguir caminando, a encontrar a Jesús en los que sufren adicciones, tanto los mismos adictos como sus familiares. Animaron con el canto los jóvenes de la Fazenda “Virgen de Lourdes”.
En ese marco, Monseñor Dante Braida obispo de La Rioja y Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social dio la bienvenida a los asistentes en la mañana del 23.
“Cuando empezamos a preparar el encuentro pensaba hacerlo con el equipo de La Rioja siendo anfitrión, como quien camina en esta Iglesia. Con esta elección como responsable de la Pastoral Social, adicciones está ligada como un brazo a esta Pastoral, ahora me toca recibirlos desde allí y decirles que fue una sorpresa que me hayan dado esta responsabilidad y la abrazo con la confianza en Dios y en ustedes porque la cuestión social la hacemos entre todos. El desafío es poder trabajar mucho en cómo ayudar en que el creyente descubra la dimensión social de su fe y así como alimentamos la fe en una misa, una peregrinación, un altar que tenemos en la casa, a la fe también la vivimos cuando nos comprometemos con las cuestiones sociales y con las cosas que más nos desafían en este tiempo”, destacó.
“La tarea de esta comisión para muchos de ustedes es trabajar en eso, en vivir la dimensión social de la fe. Cuando nos reunimos en equipo de pastoral Social se ofrecieron Monseñor Bokalic, arzobispo de Santiago del Estero y el obispo auxiliar de Buenos Aires, Pedro Cannavó quien trabaja con adicciones en el Bajo Flores para acompañar más de cerca esta pastoral”, indicó.
“Esta pastoral de adicciones es un signo profético de este tiempo, ocuparnos de los que van quedando descartados al costado del camino y poder estar cerca de estas realidades es un signo evangélico profético. Jesús estaba atento al pobre, al necesitado, al enfermo y dejaba un poco la multitud para estar a su lado y hacer algo concreto por él”, resaltó.
“La necesidad de trabajar con otros, de hacerlo en red es también un signo profético, de la sinodalidad, caminar juntos no solo con otras áreas de pastoral de adicciones sino con otras, con movimientos, instituciones del estado, ONG. En una época de grietas, oposiciones desencuentros caminar juntos, articular, armar redes y es lindo que sea una expectativa y una realidad. Si estamos aquí es porque queremos caminar con otros”, agregó.
“Los invito que para aprovechar este encuentro estemos atento a la escucha. Dios habla de muchas maneras. Cada uno armó su stand, una actitud egoísta sería mostrar lo que ha logrado. La tarea será recorrer todos los stands y ver qué aprendemos de cada una de las experiencias de los que están aquí. La Iglesia en salida la podemos vivir visitando cada uno de los espacios con un oído en el corazón para poder aprender. Este camino es desafiante entonces lo logrado por uno puede ser una luz para lo que estamos buscando nosotros”, se refirió el representante de la Iglesia en La Rioja.
Su homilía
“La palabra “encuentro” en La Rioja tiene un sentido muy especial, evoca un proceso de paz en los orígenes de su fundación entre los pueblos originarios y los españoles recién llegados a esta tierra. Tinkunaco quiere decir Encuentro, evocando un acontecimiento históricos cuando españoles y diaguitas estaban enfrentados y la intervención de San Francisco Solano ayudó a un entendimiento, un encuentro. La Rioja es Tierra del Tinkunaco”, indicó Braida en la misa.
“Al mismo tiempo reconocemos que encontrarnos y caminar juntos es un desafío permanente y requiere opciones claras, que dejan de lado todo aislamiento e individualismo y asumen el amor al prójimo como algo central. Significa escucharnos, entendernos, dejar a veces proyectos propios, significa una apertura a recibir al otro y vivir una experiencia de despojo. Aquí venimos a dar lo que hemos recibido y recibir lo que los otros nos dan. Eso nos enriquece mutuamente”, aseveró.
“Jesús, en el Evangelio del Buen Samaritano que escuchamos, nos pone de manifiesto que en el Reino de Dios todos tenemos un lugar y que a nadie puede considerarse descartado. Al contrario, quien está en las márgenes debe ser tratado con preferencia. Hay un encuentro y lo que motiva este encuentro es la compasión, el samaritano se compadeció y se acercó, curó, ayudó y esa acción individual se transformó en una acción comunitaria cuando el herido es llevado a un albergue y hay muchas más personas que se prestan a colaborar con su recuperación”, dijo.
“Sabemos que hoy muchos hermanos y hermanas nuestros están viviendo verdaderos dramas al estar atrapados en alguna adicción, muchas veces víctimas de personas inescrupulosas que lucran con la fragilidad humana. Pero en el corazón de este buen samaritano, lleno de compasión y ternura, no hay tiempo para especulaciones, se detiene ante el caído, cura sus heridas lo carga y lo lleva al alberge, allí otras personas más participarán de la atención y el cuidado”, puntualizó.
“Ser parte de la pastoral de adicciones requiere mucha compasión para lo cual necesitamos estar muy unidos al Señor, fuente de toda compasión, y muy unidos a otras personas que han sentido el llamado de trabajar en este ámbito. La compasión crece cuando nos encontramos, cuando caminamos unidos y damos lugar a nuevas propuestas de actividades que ayuden a más personas afectadas… pero siempre unidos a la fuente del amor compasivo que es Jesús”, acotó.
“En su última carta encíclica sobre el corazón de Jesús, nos dice el papa Francisco: “Necesitamos volver a la Palabra de Dios para reconocer que la mejor respuesta al amor de su Corazón es el amor a los hermanos, no hay mayor gesto que podamos ofrecerle para devolver amor por amor. La Palabra de Dios lo dice con total claridad: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40).” Dilexit nos 167. Este Encuentro quiere ser un eslabón más en esta cadena que vamos construyendo día a día para formar una amplia red de personas, grupos y comunidades, de instituciones que trabajan en el basto mundo de las adicciones. A su vez esa red tiene que extenderse a otros grupos y movimientos que, desde sus propios carismas pueden aportar su granito de arena. En este sentido la sinodalidad que queremos asumir más decididamente como iglesia viene en nuestra ayuda para que nos animemos a caminar juntos y también con otros en un permanente intercambio de dones”, subrayó.
“Si estamos aquí es porque hemos sentido un llamado y queremos responder con fidelidad. Ese llamado muchas veces llega porque yo mismo pasado por alguna adicción y pude salir adelante con ayuda de otros. O por algún familiar afectado. Dios, de nuestra fragilidad o necesidad saca talentos o capacidades para el servicio de los demás. Pero ese servicio es más fecundo y podemos sostenerlo en el tiempo cuando trabajamos con otros… nunca cortándonos solos”, sentenció.
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