En la mañana del miércoles se recordó el legado de Pedro Ignacio de Castro Barros, al cumplirse un aniversario más de su fallecimiento. Político, religioso y educador. Nació en Chuquis departamento de la costa de Arauco en el año 1.777, estudió en Santiago del Estero y Córdoba graduándose de Doctor en teología en el año 1.800. Fue miembro de la Asamblea del Año XIII, primer diputado Riojano, trabajo para lograr la independencia de las Provincias Unidas de América del Sud. En mayo de 1.816 presidió el Congreso de Tucumán y que marcó de alguna manera el rumbo de la Independencia, colaboró con la redacción del acta de la misma. En el año 1.821 fue designado rector de la Universidad de Córdoba, ejerció como docente en el actual Colegio Nacional Monserrat, también fue nombrado vicario de la Diócesis de Córdoba, dirigió un periódico el “Observador Eclesiástico”. Fue encarcelado y sufrió el exilio, tuvo una gran influencia sobre el caudillo Juan Facundo Quiroga. Sus actividades en nuestro país en pleno proceso de formación de la República fueron de vital importancia, tanto en el orden político como en el religioso y educativo. Falleció el 17 de abril de 1.849 exiliado en Chile.
El padre Juan Carlos Vera Vallejo, el obispo a Abel Bazán y Bustos, Don Nicolás Aurelio Ortiz, gestionaron durante años la repatriación de sus restos, que fueron encontrados en un templo donde servía como capellán. El 25 de Mayo de 1.926 sus restos regresaron finalmente a La Rioja y descansan en la Iglesia Catedral en el Mansuleo que lo resguarda, realizado en granito negro y ubicado en el atrio del templo fue declarado Monumento Nacional.
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