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1591 Cultura + Espectáculos Historia

Amaná, un pueblo que despierta con nuevos inicios

Detenido en el tiempo, amaná empieza a retozar y se reinventa. Es la nueva anfitriona estrella que abre sus caminos para dar la bienvenida a cada pintoresco rincón que la embellece y adorna con esplendor. Se presenta dueña de una cautivante prestancia para enamorar. En un alejado paraje riojano renace la esperanza de volver a mostrar su encanto hechicero.
Sara González

Por Sara González

Por Sara González

Amaná, respira a través de una naturaleza completamente maravillosa, traspasada por una belleza ancestral, como si levitara en el tiempo. Y suspendido en él, se quedara mirando pasar el mundo y todo lo que tan lejana a ella avanza. Se respira una quietud absoluta, la paz que trae una brisa peculiar, como si fuera diseñada solo para ese pequeño paraíso, tiene un perfume basado en las flores silvestres que engalanan el mágico rincón.

El pueblo prevalece a pesar de todo lo que a su alrededor ha desaparecido, o cambiado, es la belleza que el terruño guarda acunado entre dos grandes cerros, desde donde el amanecer y el ocaso dan un espectáculo inédito cada día. Nada es efímero aquí, la vida se posa suavemente cual seda, sobre la mirada pacifica, amigable y cordial de sus escasos 40 habitantes.

Un pueblo prehispánico, que data desde hace 400 años atrás, hace de este lugar majestuoso una obra escultural, labrada entre el viento, y teñida de colores que el sol va cambiando. No solo es sinónimo de belleza, también implica historia conservada en su mejor condición. Como la significativa Iglesia de la Virgen del Rosario, declarada bien cultural y de valor patrimonial, bajo el decreto 2357 en el año 1980.

La idiosincrasia de su gente es de una nobleza transparente y genuina, la gentileza que nace desde sus gestos más sencillos se aprecia en el saludo, hasta la mesa compartida, acogiendo cual familia. El aire que se respira, no es simple oxígeno puro, se hace eco en sus sabios ancianos, generosas en sus riquezas espirituales, felices y completamente ligadas a sus costumbres y tradiciones, longevas con una juventud alegre que les brota en risa y en la fuerza del andar.

Sin embargo la vida en este apartado pueblo, no siempre gozo de esta quietud. Tuvo como tantos pueblos mineros de La Rioja su momento cumbre, con gran auge económico y laboral, que estuvo sujeto en gran parte a la minería y su gestión de aquellos años. Amaná no escapa a ese pasado, desde ahí cuenta un capitulo cosmopolita e interesante. Basalto S.A fue la Industria que se posicionó en Amaná, en la década del ’80. Esta fábrica significó un gran despliegue y crecimiento para el pueblo en aquel entonces, no solo era generador de trabajo, también era el gran proveedor de luz, para el pueblo; ya que sus turnos continuos exigían el uso de energía eléctrica con usina propia.

En búsqueda de mejores horizonte llegaban familias enteras desde San Juan, Jujuy, Bolivia, Chile, y varios departamentos de La Rioja. Se Llegó a contabilizar en su planta aproximadamente 60 mineros. Se extraía y procesaba la Baritina y fluorita; estas salían ya listas para su comercialización en bolsones de 50 kilos. Amaná brilló con basalto en su mejor momento de desarrollo laboral, comercial, e industrial, hasta la década del ‘90 tiempo en el que esta industria se retira de La Rioja, dejando a su paso las instalaciones de su planta completamente intactas, congelado en el túnel de aquel pasado, como si aguardara un despertar de sus antiguos mineros, protegiendo entre sus paredes, cascos que un día tuvieron rutina, anécdotas que evocan la nostalgia de los que se quedaron, y el recuerdo de quienes partieron, dejando parte de sus vidas en hojas, archivos, con nombre propio.

Amaná tiene un alma añeja que palpita bajo la historia en todos sus rincones, y supo resistirse al olvido sobre todas las cosas. “Basalto S.A” aún se lee en aquel cartel desteñido y melancólico que bajo el hechizo del tiempo se sostiene intacto, esa enorme construcción que fue testigo de la vida, el tesón y trabajo que construyó Amaná. Un fortín que da la bienvenida a su propia historia, invitando a un recorrido de epopeyas pasadas, exponiendo un capítulo, apenas, de un pueblo con gloria propia.

No obstante subyacente a la partida de Basalto, comenzó a despoblarse naturalmente Amaná en búsqueda de la propia subsistencia, las familias que encontraron un abrigo para quedarse esos años, y forjar un futuro que se vio truncado, debieron volver a sus lugares de origen, incluso los pobladores del lugar, en contra de sus deseos fueron buscando rumbos nuevos, con fuentes de trabajo, donde establecerse con sus familias. Ante esta realidad que exigía satisfacer las carencias laborales que dejó Basalto, comienza la explotación de Arcilla. En el lado Oeste de Amaná se halla el yacimiento de arcilla “Las Mellizas”, actualmente al mando de la misma se encuentra la familia López. Desempeñan tareas laborales dentro de la misma diez personas, en turnos de mañana y tarde. El mineral de excelente calidad tiene una utilidad para la cerámica, y es importada a Chile, además de ser comercializada también a Buenos Aires, dado el tiempo extenso que llevan explotando los socavones naturales, han comenzado a realizar otros piques en el yacimiento, y abrir nuevas vetas.

La población quedó reducida, no obstante arraigadas a su lugar encontraron la forma de solventar las necesidades básicas. El pueblo cuenta con un destacamento policial, que carece de personal. Una escuela, “Mis Montañas” a la que asisten apenas cuatro alumnos, dos maestros, y la directora. Un centro asistencial de salud, con dos enfermeras.

Amaná supo poner una resistencia férrea al tiempo y todas las vicisitudes que acarreó el desempleo, la incomunicación y distancia, a pesar de todas las situaciones desfavorables, no lograron entorpecer los ideales de su gente. Aun así continuaron afincados en su paraíso natural, descubriendo lo que por naturaleza les era propio, la tierra desde sus profundidades milagrosas les puso a favor una nueva fuente de trabajo.

La pachamama y sus ancestros que custodian Amaná, los cerros que lo rodean. brindan un panorama único, el enorme estanque de aguas cristalinas, que reflejan los rayos del sol, y juegan con los colores bajo el cielo azul profundo. Amaná es similar a una dama antigua, decorosa, pero inquieta al mirarla de cerca, sonríe tímidamente, pero después contagia alegría desde la mirada, quien tiene la dicha y placer de conocerla, andar por sus calles apenas interceptadas por tranquilos perros, ágiles gatos, y una fauna autóctona que observan de lejos pero cerca.

Si el viento se asoma a saludar, el silencio se hace más fuerte, casi sacro, y es solemne todo lo que transmite su naturaleza. El trinar de pajarillos, el silbido casi tenor de la brisa colándose entre muros en ruinas, subiendo por las enormes rocas, encaramándose a los árboles, retozando en su llanura, y otra vez acariciando el alma de Amaná. Tierra mágica, de ilusiones que pueden tocarse con las manos, y travesías cortas para mimetizarse en sus cerros. Dueña de una historia que amparada por sus testigos cuentan quiénes eran, y turgente cual joven fresca, busca volver a mirarse en el espejo de la realidad más vívida. Esperanzada en un renacer turístico, que a través de nuevos caminos converjan en el valor que vibra en sus entrañas, presta a salir al ruedo, y ser una Amaná revitalizada.

UN NUEVO COMIENZO

Actualmente se ha establecido un convenio entre El Gobierno y Parques Nacionales, para trazar un nuevo camino que será un nexo entre Amaná y Talampaya. Un proyecto que tuvo a Manuel Fonzalida, Secretario de Turismo de Patquia como el gran palenque desde todo el trabajo y propuestas que implicó materializar un convenio así, que logra ni más ni menos que devolver a la vida y la esperanza, notoriedad y acción vital turística al pueblo.

Se ha donado una parte importante a fin de concretar este hecho, el cual debe además tener la intervención en cuanto obras, no solo construyendo una garita informativa estratégicamente ubicada, sino que también optimizar el camino, aunque agreste por naturaleza, requerirá una puesta a punto. El camino que será utilizado, es el conocido por los habitantes de Amaná, como el “camino minero”, que subía desde la vieja cuesta, hasta la ex Mina de Basalto.

Será un nuevo circuito que se abrirá paso hacia Talampaya, y Talampaya hacia Amaná. Manuel cuenta cómo dieron nombre al sitio oficial de Amaná, como “El portal de Amaná”, sin saber siquiera que sería este el presagio más favorable para su amado pueblo, ya que será Amaná el nuevo portal hacia Talampaya. De alguna manera nada estaba dicho en cuanto al destino de este maravilloso pueblo que supo estoicamente mantener en alto su pequeño patrimonio histórico-cultural, para ver hoy un proyecto real, que pronto los posicionará a nivel turístico como un nuevo punto de atractivos varios, con la amplia posibilidad de estructurarse y adecuarse como destino, formando futuros prestadores con hospedajes, emprendimientos de productos regionales, gastronomía autóctona, historia tangible, nuevas herramientas que incrementarán los ingresos de sus pobladores, y posiblemente derive en un crecimiento nuevo.

Se espera preparar guías turísticos de la zona, a fin de mantener en el círculo del poblado los beneficios económicos directos que esto traerá consigo. Este tipo de turismo será de aventura por excelencia, que podrá ser llevado a cabo con camionetas 4x4, motocross, enduro y cuatriciclos preparados para este tipo de terrenos, incluso están previstas también para un ciclismo de montaña. Un sin fin de oportunidades que se abren para Amaná. Merecido renacer para este poblado casi olvidado, pero revalorizado, y siempre sostenido por el amor de su gente, de su historia, la magnífica belleza del rincón natural, el empuje de sus autoridades, y sobre todo la paciencia de su generación actual, para volver a sentirse identificados como un lugar turístico y cultural de La Rioja.

Amaná sueña con ver pronto este proyecto funcionando al máximo, ya que comenzó como un sueño lejano, hasta convertirse en una posibilidad que estuvo lleno de idas y vueltas, llegando a concretarse en lo que hoy ya es un hecho firmado. Sin embargo es importante para el pueblo continuar protegiendo su lugar, midiendo que el impacto de este nuevo camino no perjudique el medioambiente, la diversidad de su propia flora, la protección y cuidado de la fauna. Pero sobre todo brindar con todos los componentes que implica ser un destino turístico nuevo, la mejor calidad en prestaciones, sabiendo que son un pueblo de montaña en esencia y así permanecer sin perder la identidad que los caracteriza. Vale destacar, que a pesar de los avances tecnológicos y del confort que le son a fin incluso a los pequeños pueblos vecinos, Ananá recibió conexión eléctrica propia hace apenas una década atrás. Y contaba hasta ahora con un solo servicio de conexión wifi, instalada en la escuela del pueblo. Con lo cual si la cercanía a ella no era la precisa, tampoco podía utilizarse el servicio. Al momento de comenzar a vislumbrar el nuevo lugar que ocupará Amaná, ya será posible contar con el servicio de Internet en cada domicilio, gracias a prestadores que llegarán hasta la bella Amaná. Una historia pasada comienza a empujar hacia nuevos inicios, horizontes con vida propia, algunos lo llaman color esperanza, otros le dicen suerte, éxito también, pero sin dudas y definitivamente los caminos del destino encuentran la forma apropiada de llegar a donde siempre se debe estar.

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