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1591 Cultura + Espectáculos LECTURAS

Antología indispensable

Una reseña para el libro "La palabra nos da vida", del escritor Omar Ramos (Ápeirón, Madrid, España, 2024)

La editorial Ápeiron de Madrid, España lanza su nuevo libro “La palabra nos da vida” del escritor, periodista y abogado argentino Omar Ramos. La presente edición cuenta con el asesoramiento literario de Viviana Rosenzwit desde Buenos Aires, quien lleva adelante un nuevo proyecto editorial de publicar y dar a conocer a escritores argentinos y/o de habla hispana en España.

Omar Ramos sorprende con una antología de sus mejores cuentos. Con una prosa elaborada y atrayente, se introduce en la mente de los personajes y describe escenas de alto voltaje, como en “La Tierra Prometida”, “Las tres virtudes teologales” y “La Seducción”. El lector queda atrapado, con el tono justo y sin desbordes, en cuentos como “El Encuentro” cuyos protagonistas son el destacado escritor argentino Jorge Luis Borges y el mismo Ramos; el relato “Recordando a Julio” que es una evocación a Cortázar o “El cuento inédito del abogado Franz Kafka”, donde el autor se involucra en su condición de abogado y empleado de Tribunales. Se transcribe una realidad implacable cuando aborda lo real, lo fantástico y la ficción histórica, en “La ilusión del Mar dulce” y La cruz latina”. Narra, sin concesiones, la ancianidad, en “El Ocaso” y “Los días de mi vejez”; el mundo fantasioso de la infancia en “El Globo”, y la relación disruptiva de una pareja en “Identikit”.

Omar Ramos muestra los sentimientos más íntimos de sus personajes, en una diversidad temática, que comprende desde lo profano a lo teológico, interpelándonos a la sorpresa, la intriga y también a la compasión.

A continuación compartimos uno de los cuentos incluidos en La palabra nos da vida:

RECORDANDO A JULIO

Lucho comprendió entonces: el juego no había sido un juego (“Cuello de gatito negro”, Julio Cortázar)

Veías tu cara en el fondo del lavatorio, turbia como el agua que escupías, aferrado a esa noche de caricias, rasguños y gritos. Pensaste en el relato que ibas a escribir sobre la hoja desnuda que te observa, como te mira ella, también desnuda, esperando el momento que los haga sentirse vivos: a la hoja de papel, a ella y a vos. Los tres metidos en el tiempo, sintiéndose girar, aunque sólo sea un instante.

Hoy, a las seis de la tarde, en el Centro Cultural San Martín, se llevará a cabo un homenaje con motivo de tu muerte. El secretario de Cultura, el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y destacados artistas disertarán sobre tu obra.

Cuando vino el año pasado no le hicieron ningún homenaje, gritó un hombre de unos cincuenta años delante de los funcionarios. Siempre pasa lo mismo. ¿De qué le sirve ahora que está muerto? Ve señora, ya están sentados en la primera fila mientras nosotros nos deslomamos haciendo la cola. Usted exagera, contestó la mujer con aspecto de directora de escuela primaria. Las jerarquías hay que respetarlas, sobre todo en una democracia. Está equivocada, ahora hay que exigir hechos concretos como sentarnos todos juntos. Falta mucho para llegar a una democracia, a ver si se cree que, porque votamos, vamos a tener un gobierno que piense en el pueblo. No empujen, acá no vinimos a hacer política. Hay que pedir cultura, voy a aplastar a la señora y todavía faltan subir varios escalones. Esto es peor que los cines de la calle Lavalle. Nosotros los votamos y resulta que están sentaditos, adelante, en los mejores lugares, tomando Coca Cola.

Arrojás el dentífrico y te seguís viendo en ese lavatorio lleno de nostalgia, con un miedo inmenso que no podés explicar. Lo sentís fluir muy adentro, hasta que lo destilás cuando preparás el café‚ y escribís unas horas para hacerle caso a esas ganas de inventar una historia como ésta. Con Lucho que conoce en el metro a Dina, cuando roza intencionalmente su guantecito negro entre montones de manos y codos. Se dicen unas pocas palabras hasta que ella lo invita a conocer su departamento.

A los empujones, como si se tratara de entrar en la popular de una cancha de fútbol, admiradores, estudiantes, profesores y jubilados subieron por las escaleras y entraron al salón principal. Esto es un desorden, para entrar tardamos más de una hora. No se queje, va a tener seis años para eso. No se puede hacer todo de golpe. ¿No escuchó a la Filarmónica en el Parque Lezama? ¿Y qué me dice de los centros culturales en los barrios? No empujen, el salón es muy grande. ¿A dónde quieren ir? No lo van a resucitar.

-Habría que encontrar las causas ?dijo Lucho?. A lo mejor habría que ir muy lejos, casi hasta el final si queremos encontrar algo juntos.

-No entiendo de qué hablás. Me das miedo, mucho miedo ?dijo Dina.

-Quiero hacer una historia y luego otra y otra argumentaste mientras le servías un poco de café.

-Si no subiste por mí, no quiero escucharte ?gritó Dina.

-Nada me sirve fuera del papel. Ni siquiera vos, aunque sea un disparate o una crueldad decírtelo. Te necesito en el espacio en blanco, tengo que escuchar el ruido de la máquina tecleando la trama, en este caso la de Lucho y Dina. Sólo así encuentro la puerta de este cuarto, la perilla de luz, la ventana y a vos, aunque tus cinco dedos busquen ahora enroscarse en mi cuello.

-Te dije, te dije que no soy un personaje de tu historia ?gritó ella.

-Ayudame a encontrar la lámpara o unos fósforos. Tienen que estar en la mesa de luz, no quiero seguir tanteando a oscuras. ¿Dónde estás? ?exclamó Lucho.

Tu mano se cerró sobre la garganta de Dina, como si apretases un guante o el cuello de un gatito negro, hasta que la soltaste porque te dolía el pecho y no podías respirar.

-No encuentro el final de esta historia ?le dijiste a Dina?. Por más vueltas que le dé, no me convence.

Jadeabas, quisiste incorporarte para buscar la luz del velador y seguir escribiendo, pero no pudiste. Un dolor profundo te oprimía el pecho y las ideas se te mezclaban. Ya no sabías si esa mujer que estaba con vos era ella o Dina, si vos eras vos o Lucho.

No te quedaba tiempo, sentías que las ideas que pasaban por tu mente ya las habías escrito. Era hora de que escribieras un cuento sin final. A lo mejor sería mucho más interesante escribir un relato donde los personajes y los hechos recomenzaran y no concluyeran.

Ella pareció no entenderte. La fiebre formaba gotas en tu rostro, esbozaba nuevas historias, trayendo antiguos cuentos. Un intenso frío se apoderó de tu cuerpo. Después de un profundo jadeo, caíste hacia atrás. Tus ojos inmóviles traspasaron la ventana. Habías muerto.

Al comenzar el acto, el locutor dijo: No murió. La noticia es totalmente falsa. Fue comunicada por inescrupulosos. Seguramente alguna editorial con el fin de aumentar las ventas de sus libros. Quizás por periodistas que quisieron escribir columnas sobre su muerte. Tal vez por alimañas que siempre andan buscando historias. Qué mejor cuento que el de su muerte.

El público miraba ansioso. Los aplausos y los vítores estallaron cuando el locutor anunció que estabas allí para desmentir tu muerte y leer el último de tus cuentos inéditos. Cuando saliste al escenario, la gente vio a ese hombre alto que con voz gangosa refería: He llegado desde París para desmentir mi muerte y de paso contarles mi último cuento. Pensé terminarlo en el avión, pero el sueño y las preguntas de los pasajeros pudieron más. Les confieso que la noticia de mi muerte me asustó, pero ya estoy mejor. Después de este encuentro me iré a la casa de Banfield donde me espera mi familia. El lunes comenzaré el profesorado de letras. Los sábados relataré box desde el Luna Park. Dentro de unos años viajaré a París donde escribiré mis novelas. También llegará el momento de conocer Nicaragua y disfrutar del amor de Carol. Más tarde vendrá ese supuesto final donde muero por una injusta enfermedad. Pero ya ven que no es cierto, que es obra de algún escritor entusiasmado con finales trágicos. A esta altura de mi vida prefiero los cuentos sin final.

Veías tu cara en el fondo del lavatorio, turbia como el agua que escupías, aferrado a esa noche de caricias, rasguños y gritos. Era hora de que escribieras un cuento donde los personajes y los hechos recomenzaran y no concluyeran. Aún no habías leído el diario que anunciaba que varios escritores hablarían en tu homenaje en el Centro Cultural San Martín.

(Este cuento fue publicado en Recordando a Julio y otros cuentos, Editorial Casa de Papel, Buenos Aires, Argentina, 2012 y en la antología personal de cuentos Ficciones reales, Álvarez Castillo Editor, Colección Letras del maíz, Buenos Aires, Argentina, 2020).

El autor, Omar Ramos, junto a la asesora litearia Viviana Rosenzwit.
El autor, Omar Ramos, junto a la asesora litearia Viviana Rosenzwit.

SOBRE EL AUTOR

NACIÓ EN BUENOS AIRES. ES ESCRITOR, PERIODISTA Y ABOGADO. HA PUBLICADO LOS SIGUIENTES LIBROS: MIGRACIÓN DEL SUEÑO, POEMAS (1988). LUGARES VIOLENTOS, CUENTOS (1998), DISTINGUIDO DE INTERÉS CULTURAL POR LA SECRETARÍA DE CULTURA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. EL CIELO Y EL INFIERNO, CUENTOS (2003), PRIMER PREMIO VICTORIA OCAMPO. SANGRE EN LAS BOTAS, NOVELA (2005). LA ELEGIDA, PRIMERA FINALISTA EDITORIAL PLANETA (2005), TRADUCIDA AL PORTUGUÉS. EL ÚLTIMO PECADO, NOVELA, EDITORIAL PLANETA (2009). RECORDANDO A JULIO, CUENTOS (2012). EL DOLOR DE LA AUSENCIA, NOVELA (2019), SELECCIONADA POR EL ARCHIVO HISTÓRICO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. LA RUPTURA, NOVELA (2019). FICCIONES REALES, CUENTOS (2020). MEMORIAS DE FAMILIA, NOVELA (2022). ADEMÁS, SE DESEMPEÑA COMO CRÍTICO LITERARIO, DE CINE Y DE TEATRO EN DISTINTAS REVISTAS NACIONALES E INTERNACIONALES Y EN LOS SUPLEMENTOS CULTURALES RADAR LIBROS DEL DIARIO PÁGINA/12, LA PRENSA, LA NACIÓN Y OTROS MEDIOS GRÁFICOS. DICTÓ TALLERES DE NARRATIVA Y PERIODISMO EN LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES. FUE COORDINADOR DE LA COMISIÓN DE CULTURA DEL COLEGIO DE ABOGADOS Y EN LA ACTUALIDAD, ES PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN VICTORIA OCAMPO.

LECTURAS OMAR RAMOS
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