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Cinco historias de pasión

Una reseña para el libro "Constructores y diseñadores del automovilismo argentino", de Gustavo Feder (MOTORLIBROS, BUENOS AIRES, 2022).

Poco tiempo después de la llegada de las grandes terminales automotrices, a principios de los años 60, comenzaba la transformación del automovilismo argentino. Se cerraba el predominio de las legendarias «cupecitas» y de la figura heroica del piloto-preparador para dar lugar a un proceso imparable de desarrollo y profesionalización de las competencias que empezó con el Turismo Carretera y tuvo su punto culminante en la más audaz, creativa y glamorosa de las categorías: el Sport Prototipo. Gustavo Feder nos lleva a conocer vida y obra de cinco figuras que desde el taller, el tablero de dibujo o los boxes, fueron responsables de la modernización de nuestro automovilismo deportivo. Se trata, nada menos, que de Alain Baudena, Oreste Berta, Pedro Campo, Tulio Crespi y Heriberto Pronello. En estas páginas se recrean los procesos de gestación de autos que se convirtieron en íconos de las competencias y la innovación en el plano de la mecánica y el diseño, como los Torino, las Liebre, el Trueno Naranja, los Huayra, los Berta Tornado y las Tulia -entre muchos otros-, y las vivencias de las carreras, los desafíos y proyectos de cada uno de los protagonistas que, con su actividad profesional y empresaria, enriquecieron también la industria automotriz en su conjunto.

Constructores y diseñadores del automovilismo argentino es el minucioso registro de cinco historias personales de pasión, esfuerzo e innovación que merecen nuestro respeto y admiración.

En palabras de Horacio Pagani, para el Prólogo del libro, La pasión y los conocimientos como fuente inagotable de energía: «Además de generar un gran goce, la lectura de este libro deja muchas enseñanzas; entre ellas, que la competición automovilística genera desarrollo tecnológico con todos sus derivados y, en consecuencia, puede aportar al progreso del país».

Su autor, Gustavo Feder es uno de los referentes indiscutidos en cuanto a la historia de la industria automotriz argentina. Autor de varios libros sobre el automovilismo argentino y la industria automotriz, historiador e investigador, editor de la revista digital Autohistoria, columnista de medios gráficos, radiales y audiovisuales de temática automotriz, Diseñador industrial, artista plástico especializado en reproducción de automóviles con valor histórico a través de medios tradicionales y digitales entre tantas otras tareas que desarrolla.

DEL PILOTO PREPARADOR AL CONSTRUCTOR PROFESIONAL

A mediados de la década de 1960, la industria automotriz argentina había logrado elevados niveles de integración local que promediaban el noventa por ciento en vehículos de pasajeros y el ochenta por ciento en el caso de los utilitarios. Se producían localmente motores, transmisiones y carrocerías, en la mayoría de los casos, en las propias instalaciones de las fábricas terminales. Por su parte, la industria auxiliar se integraba a este proceso con la provisión de autopartes que se sumaban a la cadena de valor. Esta industria en conjunto había alcanzado rápidamente una madurez tal que en la segunda mitad de la década se encontraba en condiciones de satisfacer prácticamente todas las necesidades de movilidad.

En paralelo a la consolidación de la industria, el automovilismo deportivo atravesaba por un proceso de profundas transformaciones, con reformas reglamentarias que otorgaban mayores libertades en el diseño y en la construcción de los autos. En pocos años, el parque fue renovado casi en su totalidad por unidades provistas por la industria nacional y al mismo tiempo aparecían nuevas categorías con sofisticados desarrollos y elevadas prestaciones que parecían no tener límites. En el Turismo Carretera, el advenimiento de los compactos marcó el final de las históricas cupecitas y el comienzo de una nueva etapa. La irrupción del Sport Prototipo fue el punto más elevado en esta espiral ascendente de creatividad puesta al servicio de la velocidad.

El proteccionismo del que gozaban las automotrices radicadas en el país les reservaba y garantizaba el abastecimiento del mercado local, a la vez que les permitía desatender algunas franjas puntuales como era el caso de los autos deportivos de altas prestaciones y refinado equipamiento. Cerrada la importación, un grupo de diseñadores y constructores locales buscaron dar respuesta a esta demanda insatisfecha por la gran industria.

Precisamente, del campo del automovilismo deportivo provinieron muchos de los diseñadores-constructores que aportaron su expertise en el terreno de las competencias a los autos de calle.

La oferta de modelos no fue homogénea si se tiene en cuenta la originalidad de sus diseños y la complejidad de sus procesos constructivos. Las propuestas más avanzadas implicaron el desarrollo de plataformas y carrocerías totalmente originales. En el otro extremo, solo se practicaron algunas mínimas intervenciones en la estética de los vehículos de serie sin afectar sus prestaciones ni mejorar su equipamiento.

Los autos fuera de serie argentinos vivieron su esplendor en la primera mitad de la década de 1970; posteriormente su comercialización se vio afectada por la inestabilidad económica. El tiro de gracia lo recibieron con el ingreso de los importados, que los relegaron en tecnología y equipamiento.

En el automovilismo deportivo, los vaivenes económicos también conspiraron contra el desarrollo de las categorías más avanzadas: sin el apoyo de las grandes compañías automotrices y petroleras, que inicialmente acompañaron el proceso, languidecieron hasta desaparecer.

Pero a diferencia de lo ocurrido con los autos fuera de serie, los constructores de autos deportivos no padecieron la competencia extranjera directa, salvo en algunos casos puntuales. Por el contrario, la apertura importadora mejoró el equipamiento de las unida- des con tecnologías más avanzadas que permitieron incrementar las prestaciones y la seguridad.

No solo sortearon con buena muñeca el desafío de los importados, sino que el talento de algunos de ellos fue reconocido en el exterior, hacia donde pudieron exportar sus creaciones.

Alain Baudena, Oreste Berta, Pedro Campo, Tulio Crespi y Heriberto Pronello son los nombres que integran los siguientes capítulos, elegidos por su trascendencia y vigencia. Por supuesto que no son los únicos que han enriquecido al automovilismo argentino. El listado podría ser más extenso aún y ampliado con otros meritorios protagonistas de un tiempo extraordinario y único del deporte motor nacional. Adelantándonos a los justos reclamos por involuntarias omisiones, asumimos la responsabilidad de no incluirlos en esta edición y pedimos las correspondientes disculpas.

Atrevidos, perseverantes, soñadores, creativos e innovadores, todos los constructores y diseñadores que abordamos en esta publicación se encuentran en plena actividad. Algunos, involucra- dos en las diferentes categorías que constituyen el automovilismo argentino, otros, en la restauración de vehículos con valor histórico y, algún reincidente, en el diseño y la construcción en pequeñas series de vehículos para satisfacer necesidades específicas.

A todos ellos dedicamos este libro con respeto y admiración.

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