Por Victoria López Risso
Llevar el ajedrez en la mochila a todas partes es de las cosas que más me gusta hacer, espacios y adversarios siempre encuentro. El tablero invita, de eso no hay dudas. También me cruzo con curiosos que se acercan, miran y disfrutan desde su escaso conocimiento. Una vez, no hace mucho tiempo, fuimos a una plazoleta con un amigo y armamos el juego en uno de los bancos. Estuvimos durante un buen rato hasta que se acercaron tres niños, muy concentrados en los movimientos de nuestras piezas y tratando de explicarse mutuamente las reglas. Además de aprovechar el momento para enseñarles, les pregunté dónde habían aprendido lo que sabían del ajedrez, a lo que ellos respondieron entre sonrisas “de las películas”.
El poder del cine como puente y motor es inexplicable, conecta lo remoto, lo desconocido, lo desafiante. Lo que más destaco es su capacidad para impulsar en la vida, como se ve reflejado en la anécdota de los niños, inspirándolos a acercarse y convertir en realidad lo que alguna vez parecía distante a través de una pantalla.
La primera aparición del ajedrez en la industria cinematográfica fue durante la etapa del cine mudo; hubo numerosas producciones que lo colocaron de protagonista y otras en donde solo fue representado en una que otra escena. En la actualidad, la lista de películas que incorporan este clásico juego es extensa, abarcando todos los sentidos que se le pueden atribuir. Una de las mejores recibidas por la audiencia fue “En busca de Bobby Fischer”, estrenada en 1993, que narra el camino del estadounidense Joshua Waitzkin hacia convertirse en un prodigio de esta disciplina. Muy similar sucede con “Magnus” y “La Reina de Katwe”, ambas lanzadas en 2016 y basadas en hechos biográficos. La primera, en referencia al noruego Magnus Carlsen, que fue el campeón más joven registrado luego de Garry Kaspárov; la segunda, está construida sobre la historia de Phiona Mutesi, la jugadora de Uganda que marcó un antes y un después en el ajedrez de su país.
Explorando más allá de los documentales, otra aclamada por los espectadores y aficionados fue la película “Fresh” de 1994 por su relato conmovedor: un niño de doce años busca escapar del ambiente violento que lo rodea por medio de las lecciones aprendidas del ajedrez. Siguiendo esta línea, un clásico del cine que no puede quedar atrás es “El Séptimo Sello”, presentado en 1957, utiliza al juego como metáfora entre la vida y la muerte.
Para mencionar brevemente y no pasar por alto las series, sobre todo después del gran reconocimiento que tuvo a nivel mundial “Gambito de Dama”, presentada en 2020, y que despertó el interés por el ajedrez en plena pandemia para aquellos que desconocían de su competitividad y de hacerlo parte en el día a día. Por otro lado, resultó gratificante para los apasionados disfrutar de la calidad de los contenidos de la serie. Se trata del trayecto que una joven prodigio debe atravesar en un ámbito dominado por hombres, donde se enfrenta a distintos desafíos personales como competitivos. Aprovechar el poder visual y narrativo del cine para realzar la estrategia, la metáfora y la cultura ajedrecística es, indudablemente, el punto de riqueza más alto que pueden darnos estas dos artes juntas. Es lindo ver cómo la inspiración, la belleza y el corazón traspasan las pantallas y nos acercan a un mundo que no está tan lejos como pensamos.
LA AUTORA. VICTORIA LÓPEZ RISSO nació el 14 de marzo del 2002 en San Salvador de Jujuy. Desde el 2020 vive en la ciudad de Chilecito, La Rioja, donde estudia Licenciatura en Comunicación Social con orientación en Periodismo. A los 12 años fue su primer acercamiento con el ajedrez; empezó a estudiarlo como tal y participó de torneos intercolegiales de la Provincia. Hace un año se dedica a dar clases particulares a niños y jóvenes para contagiar sus saberes y multiplicar el entusiasmo que encontró en este deporte. La misma pasión siente al escribir, y poder combinar sus dos amores para difundir el ajedrez, que es de las cosas que más disfruta.
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