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1591 Cultura + Espectáculos VICENTE ALMANDOS ALMONACID

El centinela de Los Andes

El chileciteño percusor de la aeronavegacion comercial argentina que cautivo el firmamento del mundo, besó las estrellas y acarició Los Andes con su vuelo nocturo.
Sara González

Por Sara González

La Perla del Oeste ha dado hijos legendarios al país, y grandes pioneros en las primeras líneas internacionales. No existe un rincón de la historia donde no haya dejado huellas un chileciteño. En los anales de la historia riojana, data el nacimiento de un pionero en la aviación de Argentina: el 24 de diciembre de 1882 nacía Vicente Almandos Almonacid, en el distrito de Anguinán. Junto al festivo diciembre llegó bajo un cielo de verano que plasmó un destino de gloria en su ADN. Hijo de una familia acaudalada y de protagonismo político con linaje de estoicos, sus genes tal vez tuvieron la magia que el ancestral tambo de los Incas, parte del patrimonio de los predecesores en tierras chileciteñas, dejara como legado al hijo del cielo riojano. La pérdida temprana de su padre, a sus cortos 9 años, sumado a la mala situación económica en la que quedaron, obligó a su familia a trasladarse a Buenos Aires, donde siguió con su educación y formación en la Escuela Naval Militar, y más tarde ingresa a la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, cursando materias vinculadas a la Ingeniería y Agrimensura. Sin embargo, su verdadera pasión radicaba en la aviación, fue un ambicioso e intrépido joven visionario y determinado a llevar a cabo sus proyectos.

Sin percibirse tan siquiera un genio de la aviación, construyo su primer aeroplano, al que bautizó como aeromóvil. Realizó con la fantástica creación sus primeras pruebas en el Palomar, causando no solo el asombro y admiración entre sus pares, sino que también los maestros observaban la sobresaliente capacidad que lo destacaba del resto, y distinguían su despliegue como piloto y notable Ingeniero. Intrépido, habilidoso en su aeromóvil, Almandos sintió el impulso de continuar su perfeccionamiento y aventuras en el aire, por lo que decide continuar su carrera como aviador en Francia, país que lideraba en la aeronáutica, se encontraba a la vanguardia del desarrollo y la tecnología, además de tener la primera escuela de Aviación. Aterrizó en suelo francés e inmediatamente conquistó el corazón de aquellos icónicos pilotos, cuando en su primera interacción, por falta de un traductor, la situación lo pone dentro de un avión y desconociendo el comando del mismo, realiza peligrosas y extravagantes piruetas en el aire. Sin embargo logra aterrizar con estilo y nervios, los aplausos del público fueron la antesala de sus futuras acciones heroicas. En 1914 le dieron su brevet, el mismo año ingresa a la legión extranjera, sirviendo a Francia en la segunda guerra mundial, como piloto militar. Integró la cuadrilla 27, y actuaba sobre la frontera con Alemania, donde desarrolló vuelos heroicos e históricos, escapando de la muerte en varias oportunidades. La más recordada fue narrada por el mismo Almandos, cuando tras una persecución aérea se encontró cara a cara con la muerte. Relató el hecho a un periodista, explicando que una flota de aviones alemanes lo descubre mientras realizaba un vuelo de espionaje, y fue perseguido mientras en el aire y a máxima velocidad evadía las balas del enemigo, llega al espacio aéreo seguro y aterriza con éxito. Sus manos temblaban y el sudor frío resbalaba por su rostro, el corazón agitado parecía latir en su sien. Observó entonces su avioneta absolutamente llena de agujeros, cual colador de metal. Fue el momento exacto donde expresó sentir a la muerte respirando en su cuello.

Almandos fue un héroe nato, talentoso piloto, intrépido, audaz, valiente, entregado a su convicción de lucha y sin dudar en su camino simplemente tomó la historia entre sus manos y fue protagonista de un capítulo único que lo convirtió en la leyenda más importante de la aviación de Argentina, destacándose como Héroe de Guerra en Francia, además de colaborar en la creación y fabricación de aviones franceses, por sus conocimientos de Ingeniería. El reconocimiento del Gobierno de dicho país le otorgó la Cruz del Mérito. En 1919 retorna al país, escoltado por una escuadrilla de aviones franceses. En aquella ocasión la Avenida de Mayo se vistió de fiesta, mientras una multitud acompañó su recorrido en Buenos Aires, donde lo recibió una eminencia chileciteña, Joaquín V. González. Orgulloso del Centinela de los Andes, le dio el primer apretón de manos en suelo de su patria. Por primera y única vez en la historia Argentina, fueron dos protagonistas chileciteños los dueños de un hito que inmortalizó sus nombres en tiempo y espacio.

PIONERO Y FIGURA

Entre los nombres de héroes que se encuentran escritos en el Arco del Triunfo, en Francia, figura el nombre del gran Vicente Almandos Almonacid. Fue el primer piloto en cruzar la Cordillera de los Andes en vuelo nocturno, buscando su propia aventura. Cuando el Gobierno Francés toma conocimiento de su intrépida nueva idea, le envía como obsequio el avión más sofisticado que en aquel entonces tenía Francia. Aunque tuvo que aterrizar de emergencia en una playa de Valparaíso, Chile, sumó otra hazaña en su haber, con esa aventura que impulsaba constantemente su afán por conquistar el cielo, y acariciar las estrellas.

En 1927 se crea la primera Aeropostal S.A, una empresa de aviación Francesa, que empieza a operar en el país, y fue Almandos el fundador de la misma. El primer vuelo oficial se realizó entre Buenos Aires y Asunción del Paraguay, creando de esta manera un vínculo importante con el país hermano, lo que propició más adelante que el aviador tome protagonismo en la historia militar del Paraguay. En la década de 1930, el conflicto bélico que atravesó Paraguay con Bolivia, genera la necesidad de organizar la aviación militar de Paraguay. El avezado piloto con su trayectoria, prestigio, conocimientos, estrategias y talento fueron de vital importancia para el país vecino.

Cuenta la historia que Almandos tuvo que vender varias pertenencias y condecoraciones para costear su misión militar en Paraguay. No obstante, finalizada la guerra, el Gobierno paraguayo lo nombra Director General de la Aeronáutica Paraguaya, y reconoció su aporte histórico, haciendo honor a la amistad Argentina-Paraguay. Lo nombran Mayor Almonacid, siendo admitido con ese grado en la aviación paraguaya.

“El Cóndor Riojano” hacía gala de un inquieto intelecto. Salió su vena poética a luz en 1938, cuando publica su poemario. Como si estuviera predestinado por una pluma mágica, su apellido que en árabe significa y simboliza lo que él fue en vida: SEÑOR DE ALTA MONTAÑA.

Almandos entabló amistades entrañables con muchos franceses, entre ellos se encontraba el piloto y además autor del libro “El Principito”, Antoine de Saint Exupery, a quien recurrió a la hora de fundar la primera Aeropostal en el país, invitándolo para trabajar juntos. Sus contactos en las altas esferas del mundo fueron de un beneficio único para el país, además de brindar perlas históricas singulares y hermosas. Su vida también quedó reflejada en el tango “Almonacid”, y el guitarrista Domingo Salerno compuso el tango “Vuelo nocturno”.

Desde 1994 el Helipuerto de la Casa Rosada lleva su nombre, al igual que el aeropuerto de la Capital riojana. Vicente Almandos Almonacid, el hombre que bailó con las nubes y las estrellas, se convirtió en leyenda y dejó una huella imborrable en la historia del mundo.

Murió el 16 de noviembre de 1953, en la ciudad de Buenos Aires, en medio de la pobreza. El final de los emblemáticos hombres desprovistos de vanagloria, soberbia y sublimados en humildad, siempre han tenido similitud en este aspecto, a final de sus días.

No pasaron ni pasarán inadvertidas para los historiadores y libros las increíbles hazañas del piloto y pionero aeronáutico, hijo de la Perla del Oeste, orgulloso riojano, argentino identificado con sus raíces, a tal punto de rechazar el honor que le brindó el Gobierno francés al ofrecerle la ciudadanía ilustre; no dejó nunca sus lazos con el país. Almandos Almonacid tuvo la hermosa apariencia de galán conquistador, la timidez de los grandes, la humildad de los magnánimos, el valor de los genios, la bondad de los sabios, y una historia de vida que supera cualquier guión de película. Merecedor de innumerables condecoraciones que recibió en vida, tuvo el reconocimiento internacional y nacional. Distinguió a los riojanos e ilustra la historia de los épicos hombres argentinos, la memoria y el honor continuo debe iluminar siempre la memoria de futuras generaciones.

Vicente Almandos Almonacid. El centinela de Los Andes, cóndor riojano, rastreador de estrellas.

VICENTE ALMANDOS ALMONACID

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