Por Juan Carlos Santillán Robles
El estrés es una respuesta psicofísica a una situación real o imaginaria, pasada, presente o futura, interna o externa, que es evaluada por la persona como un peligro o amenaza.
Esta respuesta es muy variable en su forma de presentación e intensidad, es modificable con la experiencia y puede conducir a enfermedad según su intensidad o tiempo de duración, o por ambas razones, el estrés representa una respuesta integrada y coordinada cuyo fin último es la supervivencia, pero que puede resultar desadaptativa si se cronifica en el tiempo, o es muy intensa, deviniendo entonces en enfermedad. Es decir, nos estresamos para vivir… pero si nos estresamos demasiado, enfermamos.
Este se presenta como una serie de respuestas a situaciones estresantes, en diferentes fases: fase de alarma, resistencia y agotamiento. Durante dichas fases, la respuesta del organismo integra el funcionamiento de tres ejes fisiológicos, el eje neural, el eje neuroendocrino y el eje endocrino. El desarrollo de estas fases supone una respuesta relativamente inmediata ante un estímulo estresor que puede ser agudo y de alta intensidad, y desencadena la fase de alarma, que implica la puesta en marcha de mecanismos de adaptación que pueden sostenerse en el tiempo, consolidando la fase de resistencia. Si los estímulos estresantes no cesan, con el tiempo, la adaptación consume los recursos energéticos del sistema tornándose desadaptativa y conduce al agotamiento del organismo, luego de lo cual sobreviene la enfermedad.
TIPOS DE ESTRÉS Y FACTORES DESENCADENANTES
Estrés agudo Consiste en una reacción intensa, probablemente displacentera en el plano físico y psicoemocional, que se suscita después de una situación percibida como amenazante o peligrosa. Ejemplos de situaciones que propician una respuesta de estrés agudo pueden ser los cataclismos naturales. El estrés agudo tiene amplias referencias bibliográficas en el campo de la cardiología, que lo relacionan con eventos cardiovasculares (infarto agudo de miocardio [IAM], accidente cardiovascular [ACV], muerte súbita).
Los episodios de ira, como una manifestación del estrés, también pueden ser disparadores de eventos cardiovasculares. Los eventos deportivos de jerarquía (por ejemplo, encuentros futbolísticos en la Copa del Mundo) pueden actuar como estímulos estresantes y aumentar las tasas de enfermedad cardiovascular (ECV) y muerte súbita.
Un mayor impacto se observa en pacientes con enfermedad coronaria conocida y en determinados contextos, como finales internacionales, espectadores muy apasionados y grandes apuestas.
Los mecanismos propuestos mediante los cuales los eventos deportivos pueden afectar la salud cardiovascular son la activación simpática y las respuestas neuroendocrinas.
Estos representan solo algunos ejemplos indicativos de que el estrés agudo entraña mayor riesgo de eventos cardiovasculares.
Estrés crónico Ocurre cuando los estímulos estresores se prolongan en el tiempo y superan la capacidad del individuo para afrontarlos. Diversas circunstancias en la vida pueden generar estrés crónico, como por ejemplo conflictos laborales, financieros y familiares, que resultan ser los principales estresores crónicos.
El desarrollo y fortalecimiento de distintas habilidades de afrontamiento resulta una estrategia fundamental para hacer frente al estrés crónico. Una adecuada red de contención social es importante para poder mitigar sus efectos deletéreos. El apoyo social recibido y el percibido cumplen un papel fundamental en este sentido, y ejemplos de ello constituyen: ayuda para realizar determinadas tareas, financiera (apoyo económico), emocional (acompañamiento frente a situaciones adversas, duelo, etc.), educacional (ayuda frente a dificultades en el estudio), médica (recursos para hacer frente a cuestiones relacionadas con la salud), etc.
Así como el estrés agudo, el estrés crónico se encuentra fuertemente relacionado con mayor riesgo de ECV e IAM. En este sentido, el paradigmático estudio INTERHEART, que evaluó el peso de los factores de riesgo modificables en el desarrollo de IAM, mostró que los indicadores de estrés psicosocial y estrés crónico (como estrés permanente en el hogar y en el trabajo) incrementaban el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares. También el estrés socioeconómico, que combina factores tales como estar o no empleado, recursos económicos, educación y nivel social, condiciona el riesgo cardiovascular.

¿CÓMO CONTROLAR EL ESTRÉS?
Siempre consulta con profesionales de la salud si tienes dificultad para manejar el estrés, tanto físico como estrés emocional, a nivel personal y/o social. Ellos te ayudarán a identificar las fuentes de estrés y te orientarán sobre las mejores opciones para afrontar las situaciones estresantes.
Medidas saludables para hacer frente al estrés:
• Alimentación cardiosaludable, rica en verduras, frutas y fibra, y baja en grasas y azúcares, ayuda a controlar el estrés. Evita o disminuye el consumo de café y el alcohol, potenciadores del estrés.
• Ejercicio físico: se recomiendan 150 minutos de actividad moderada, 75 minutos de actividad vigorosa o una combinación de ambas a la semana, para aliviar la tensión, la ansiedad y la depresión y mejorar el estado de ánimo.
• Técnicas cognitivas para modificar los pensamientos, sustituyendo los negativos y exagerados por otros más positivos y realistas.
• Técnicas conductuales: para modificar comportamientos estresantes por conductas que ayudan a superar las situaciones de estrés.
• Tranquilizar la mente: yoga, pilates por ejemplo utilizan energía física y mental para lograr paz en el cuerpo y en la mente. El yoga normaliza la presión sanguínea, el ritmo cardiaco y los niveles de estrés.
• Técnicas de respiración, muy útiles para manejar el estrés. Entre ellas, la ‘respiración por coherencia cardiaca’, logra un patrón de latido rítmico y fluido, y en un estado de relajación y bienestar. Se trata de inspirar por la nariz durante cinco segundos, hinchando el abdomen, y espirar por la boca durante otros cinco segundos, contrayendo el abdomen (duración de 5 minutos).
• Meditación y mindfulness de forma periódica: solamente estar en comunión con la naturaleza o sentarse en silencio y concentrarse en la respiración puede tener un impacto positivo.
• Dormir bien es clave para reducir los niveles de estrés. Cena ligera y temprana y establecer una rutina regular para acostarse y despertarse y disminuir estímulos (apagar/atenuar las pantallas electrónicas, disminuir sonidos agudos…), ayudan a conseguir un sueño reparador.
• Relaciones sociales: mantenga contacto con familiares y amigos. El aislamiento social y la soledad pueden tener un impacto negativo en su salud física y mental.
En algunos casos, se requiere tratamiento farmacológico para aliviar los síntomas físicos como psíquicos que pueden estar vinculados con el estrés y puede ser útil la acupuntura, como técnica de neuromodulación del estrés.
EL AUTOR
MEDICO CARDIÓLOGO
ESP EN HIPERTENSIÓN ARTERIAL
MP 3105
DOCENTE UNIVERSITARIO
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