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1591 Cultura + Espectáculos LA MIRADA SOBRE EL MUNDO

Espectadores sin escenario

"...Tomar conciencia es la respuesta, pensemos que estamos permitiendo que los dispositivos tecnológicos interfieran con la electricidad de nuestro corazón, que el alimento de los supermercados vaya en contra de nuestra salud y libertad genética..."
María del Pilar Carabús

Por María del Pilar Carabús

Corría el año 1945 avizorando el fin de la Segunda Guerra Mundial, un Estados Unidos ciego de conciencia, creaba la nube negra de radiación más tenebrosa del planeta, tras el lanzamiento de la primera bomba atómica sobre la población civil Japonesa de Hiroshima un 6 de agosto; tres días después la segunda bomba estallaba en Nagasaki. Sus nombres: “Little Boy” & “Fat Man”, vaya paradoja bañada de cinismo. Se estima que unas 214.000 personas murieron, miles por efecto directo, las restantes por consecuencia de la radiación. Los ciudadanos se quemaban, sus lágrimas no fueron suficientes para desterrar las huellas de semejante asesinato existencial. El tiempo se detuvo, las respuestas nunca llegaron, quizá porque nuestro cerebro no busca la verdad, simplemente sobrevive. Con una población exterminada, cuerpos mutilados y varias generaciones discapacitadas, parece ser que nosotros, los espectadores de occidente, no logramos crear ante tamaño shock el surco neuronal necesario para que nuestra memoria genere el espacio de recuerdo eterno sobre “lo que no debe ser permitido”.

Hoy año 2023, sabiendo que en el vacío existen partículas de Higgs capaces de generar energía; con avances como el efecto Lamb, cuya contribución principal proviene de la autoenergía del electrón. En lugar de tomar un camino constructivo con estos avances, seguimos hambrientos por conservar esos conocimientos para una élite y no para el resto de la humanidad. Usando como espadachines a las sociedades, las potencias juegan al ajedrez con nuestras vidas. El único títere en escena se llama “riqueza”. Ha sido eliminada la magnánima, fundamental e imperativa palabra llamada “valor”; aclaremos que, a pedido de ellos, el discernir no encaja en este nuevo estadío. Definiciones nuevas aparecen, quién más dinero produce dinamita lo que se interponga en el camino. Nosotros los seres humanos nos hemos convertido en exiliados o forasteros con el correr de las agujas, quedando sin una casa, sin un escenario propicio para desarrollarnos. Como identificación necesaria no abstracta del hombre, perdimos la importancia de las denominaciones.

A lo largo de la historia varios términos fueron utilizados con real significado, refiriéndose a ese lugar dónde el peligro no mora. Diversas denominaciones usadas, domus, aedes, vivienda, hogar, residencia, finca, villa, choza, cabaña, tomando la lengua Latina como principal referente de la palabra casa. Senosian arquitecto mexicano nos dice: “La casa, por su parte, es la barrera protectora entre el hombre y el peligro: es el espacio mágico donde el temor se deja afuera de la guarida. La casa debe ser nuestra segunda piel, el refugio acogedor que nos acoja día tras día”.

En esta pérdida de valores, pueblos enteros desterrados de sus territorios en cada región del mundo. En África los hermanos subsaharianos lejos del mediterráneo, cruzando las fronteras de su propio país de Libia a Túnez para no morir de inanición, allí los esperan algunas asociaciones qué les brindan asilo en los precarios campos de refugiados, con un vaso de agua, una tienda y un pedazo de pan. El propio Estado expulsado por el sistema no puede sostener a sus habitantes, lo hacen instituciones extranjeras, algunas con buenas intenciones, otras lavando culpas. La postmodernidad implica crisis de los metarrelatos según Lyotard, convivimos con la fragmentación e incertidumbre de manera acelerada, el ritmo es infrahumano. La caverna habitable de Platón se desdibuja, el refugio lo conserva Heiddeger con su extraordinario concepto que nos dice, “El lenguaje es la casa del ser”, somos un constante habitar-construir. Parece entonces que los filósofos en franca decadencia de visibilidad, son quienes aún tienen respuestas trascendentes, porque si nos vamos a la ciencia pura, los carriles nos manipulan y se desvanecen.

Un caso interesante es el del científico Stephen Hawking, qué a la pregunta ¿Sobreviviremos en la tierra?, nos dice: “No ha habido cambios significativos en el ADN humano en los últimos diez mil años, pero es probable que podamos rediseñarlo completamente en los próximos mil años. Por supuesto, mucha gente dirá que la ingeniería genética en humanos debería ser prohibida, pero dudo mucho si podrán prevenirlo. La ingeniería genética en plantas y animales será permitida por razones económicas y alguien se sentirá tentado a probarlo en humanos. A menos que tengamos un orden mundial totalitario, alguien diseñará mejorados en alguna parte. Desarrollar humanos claramente mejorados creará grandes problemas sociales y políticos con respecto a los humanos no mejorados. No defiendo la ingeniería genética humana como algo bueno en sí, sólo estoy diciendo que es probable que suceda en el próximo milenio lo deseemos o no”.

Muchas preguntas que hacernos categóricamente: ¿Realmente creemos en el concepto de mejores seres humanos a través de la entrega de nuestra esencia a la inteligencia artificial? ¿Si nos inhabilitan cómo seres con la capacidad única de “construir”, seguiremos sintiéndonos una especie con propósito existencial? ¿Estamos dispuestos a perder nuestra identidad, justo cuando pensábamos que estábamos en vías de recuperarla, con un principio de reparación-igualdad en el horizonte?

Tomar conciencia es la respuesta, pensemos que estamos permitiendo que los dispositivos tecnológicos interfieran con la electricidad de nuestro corazón, que el alimento de los supermercados vaya en contra de nuestra salud y libertad genética.

Estamos transitando la era de la “despersonalización humana”, aceptando, resistiendo silenciosa y paulatinamente la restricción de nuestros derechos elementales. Este fenómeno sociológico inducido se genera en un momento donde allá, a los lejos, se asoma un tibio equiparamiento de raza e identidad de género, artilugio distractor que empaña los verdaderos cambios sucedidos tras bambalinas.

Una puesta en escena siempre es buena para girar el foco de atención.

Tomando el carruaje de la responsabilidad, ¿estamos en condiciones de diseñar una política integral para “mejorar como seres humanos” a través de un pacto social humanístico, con leyes de fertilidad, equiparando recursos y regulando la industria que mata el ecosistema? ¿O el camino más fácil es el de manipular a través de la inteligencia artificial, generando de paso nuevas industrias afines a ella?

Por alguna razón la voracidad finita de la riqueza termina prevaleciendo al ideal de un mundo justo. La opresión parece ser el camino menos costoso para el sistema. Las llaves cambiaron.

Por ende individualmente para que la cultura no desaparezca, habrá que crear un plan que nos permita sortear el direccionamiento totalitario y monopólico del negocio de la inteligencia artificial. Elegir si queremos ser parte de esta manipulación, poder decidir.

Nuestro escenario debe ser el que nos brinde bienestar, prosperidad, libertad, ese que nos haga sentir bien; el pasadizo no es un impostado terreno, es una “tarea societaria”, incluso si abandonamos el concepto. Por ello es hora de activar ese esfuerzo que en la vorágine dejamos por considerarlo secundario.

Hoy la “cuerda cósmica” tiene que sonar más fuerte. Cultivar, construir, edificar un propósito en nuestro devenir para así poder vivir y no desaparecer. Es fundamental para nuestra existencia disminuir la hostilidad y poder SER, esa gran palabra que nos hace humanos.

SE DESANGRABA

EN EL NOMBRE DE UNA FLOR

COMO EXCUSA PERFECTA DE

INMOLACIÓN NECESARIA

VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS

ÉXITOS Y FRACASOS

PRONOMBRES INNECESARIOS

SOMOS PROTAGONISTAS

DE UN DEVENIR INTERVENIDO

POR LA LITERATURA

DE UN MUNDO ENCARCELADO

EN SU PROPIA EXISTENCIA DUAL

La autora. MARÍA DEL PILAR CARABÚS. ABOGADA Y ESCRITORA, MBA “ESPECIALISTA EN DERECHO CONSTITUCIONAL Y DERECHOS HUMANOS” (MINORÍAS Y GRUPOS VULNERABLES) UNIVERSIDAD DE BOLONIA, ITALIA.

María del Pilar Carabús
María del Pilar Carabús
LA MIRADA SOBRE EL MUNDO

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