Por Fernando Viano
La Feria del Libro de La Rioja es, ya, un mojón ineludible. No para demarcar el límite de un territorio o una propiedad, sino para establecer un punto de partida hacia todo lo opuesto, precisamente: la ausencia de límites y propiedades. La Feria del Libro de La Rioja es de todos y para todos, precisamente porque en el devenir del tiempo y de las circunstancias de los últimos años en los que ha permanecido estoica, ya no pertenece a nadie. Ha sabido transformarse para convertirse en una alternativa, incluso, en tiempos en que la pandemia por Coronavirus hizo imposible el encuentro y estableció un punto de conexión en el que la esperanza de poder alcanzar un tiempo mejor terminó por concretar ese reencuentro que hoy vuelve a ser una mirada hacia el futuro que ya llegó y del cual podemos ser protragonistas. Forma parte de un acervo cultural que supera toda riojanidad, pero que sin embargo y al tiempo la sustenta, la fortalece y la multiplica. Nos muestra en la diversidad de voces tal y cual somos: esa multiplicidad que se construye bajo los más estrictos conceptos y estándares de lo identitario en lo individual, trasladado hacia un colectivo que abraza, que aglutina. Y es, también, bastión de un federalismo que no se queda en la simple declamación, sino que pulveriza y revierte desde su accionar la mirada mezquina y centralista, para extender al fin un manto de cercanía hacia el encuentro multiplicador en constante crecimiento.
Por caso, la concreción del Primer Encuentro de Poetas del Norte Grande que tuvo lugar en esta 21° de la Feria del Libro de La Rioja marca un hito de trascendencia no sólo literaria, sino también política, enmarcado a su vez en la lucha constante de los pueblos de esta parte de nuestro extenso y querido País por el reconocimiento y la valoración plena de nuestras concretas potencialidades, bajo una misma lucha y detrás de un mismo objetivo. Otro hito, sin lugar a dudas, es el haberse convertido en una herramienta indispensable para que nuestros escritores y escritoras no sólo puedan compartir sus producciones, sino también encontrar los mecanismos de venta y distribución que rompan con las lógicas de un mercado cada vez más complejo, fragmentado y difícil.
En definitiva, y en términos de una realidad que se puede palpar en cada presentación de libro, en cada charla o conversatorio y en cada propuesta artística de las tantas que se suman a este evento, la Feria del Libro de La Rioja es un espacio de encuentro que viene a romper con toda pretendida grieta.
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