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1591 Cultura + Espectáculos ENTRE PALABRAS

La leyenda del Familiar, un engendro del diablo

Según la creencia popular, el Familiar, embajador del demonio y guardián de los pactos que se celebran con él, es un ente diabólico que habita el inframundo.
Gladys Abilar

Por Gladys Abilar

“UN PAÍS SIN LEYENDAS SE MUERE DE FRÍO; UN PUEBLO SIN MITOS ESTÁ MUERTO” (GEORGES DUMÉZIL).

Para el investigador Adolfo Colombres “Lejos de ser una superstición, el mito es un relato verdadero, anclado en la cultura. Es que el hombre, además de racional, es un animal simbólico. Al igual que el arte, el mito recorta un fragmento de la vida y apela a la máscara para iluminar lo oculto de las cosas, allí donde residen las claves de la realidad”.

Según la creencia popular, el Familiar, embajador del demonio y guardián de los pactos que se celebran con él, es un ente diabólico que habita el inframundo, fetiche del infierno, que se le ha concedido al patrón mediante un pacto diabólico por el cual se compromete a alimentarlo cada año con la vida de uno o varios de sus peones según esta entelequia lo requiera. A cambio de este sacrificio, el dueño obtiene abundancia y prosperidad garantizada en sus negocios con la única condición de que mantenga satisfecho al Familiar. Si, por alguna razón el negocio cambiara de dueño y este no lo sabía, inmediatamente cesaba la prosperidad.

Esta criatura sobrenatural está descripta de varias formas según el lugar donde habita. Generalmente adquiere la forma de un perro de color oscuro que lleva una pesada cadena en el cuello, largas uñas capaz de desgarrar a un hombre de un solo zarpazo y mirada de fuego, o de una serpiente gruesa y corta con cabeza de gato y pelos en la espalda, y hasta de persona elegantemente vestida de negro, otras con cuerpo de jabalí a veces sin cabeza y gruesos pelos en el cuerpo. La más común es la figura del perro que se destaca por su enorme tamaño y ferocidad, capaz de devorar al hombre que se le presente. Es invencible, no le afecta ningún arma de fuego ni arma blanca. Una cuchillada no le afecta, sólo se detiene ante la presencia de una cruz.

En La Rioja este mito tiene su propia impronta. El Familiar es un huésped mimado, habita un sótano dispuesto solo para él, cómodamente apoltronado en mullido sofá y provisto de agua y alimento. Cada vez que se percibe algún crecimiento abrupto en la marcha de una empresa, persona, familia o emprendimiento, de inmediato se conjetura con el acuerdo que puede haber hecho el propietario con el demonio, ante quien entrega su alma. Pacto sagrado que se cumplirá a ultranza.

La leyenda originaria se funda en los ingenios azucareros de Tucumán, en la época de auge de la industria azucarera en el noroeste argentino casi a inicios de siglo XX, y comprende a las provincias de Salta, Catamarca, Santiago del Estero, Jujuay, La Rioja. La leyenda del Familiar se empezó a afianzar entre los zafreros ante los eventos de enriquecimientos abruptos. Los empresarios se volvieron millonarios gracias a la fiebre del azúcar y se convirtieron en verdaderos potentados, en virtud de la revolución fabril operada por las grandes maquinarias. La imaginación popular elucubró su propia historia atribuyéndole a oscuros pactos entre el patrón y el Supay (diablo) tales sucesos. Éste recibía a cambio de la riqueza asegurada, la vida de algún peón. Si no cumplía por alguna extrema razón, debía entregarle su alma.

Pronto el mito se robusteció; aterrados por las noches, los peones creían ver ojos de fuego rondando el cañaveral.

El Familiar se alimenta de la carne humana y del espíritu de su víctima. Se dice que vivía en las fábricas oculto entre las bolsas de azúcar, o en las chimeneas de los ingenios. También habita en los sótanos de las casas. Dicen que, por las noches, en época de cosecha, el patrón lo liberaba para que vaya en busca de su propia víctima, o bien le señalaba el peón que le causaba problemas entregándoselo.

Había una manera de saber cuándo el engendro andaba en las inmediaciones, y era el fuerte olor a azufre y carne podrida que despedía, además del ruido al arrastrar las cadenas.

Se sospechaba que el patrón o el capataz, solía meter miedo entre los peones sembrando terror con el Familiar cada vez que hablaban de hacer huelgas. Seguido de alguna desaparición misteriosa de alguno de ellos.

Según estudiosos, la leyenda comienza en el Ingenio Santa Ana, de Clodomiro Hileret, un francés que llegó a fines del siglo XIX, y quien logró hacer una rápida fortuna beneficiado por los créditos blandos del momento. Gracias a ello pudo comprar maquinarias con las que armó el colosal ingenio. La imaginería popular pronto comienza a tejer fantasías, el patrón hizo pacto con el Supay. No había manera de justificar tanta riqueza en tan pocos años que no fuera por la vía sobrenatural. Veían elevarse del medio de la selva inculta edificios que luego acogerían colosales maquinarias traídas de Europa. Y escuchaban música y risas de pomposas fiestas en casa de Hileret con sus amigos en un suntuoso palacete próximo al ingenio. Veían los jardines con plantas desconocidas y aves exóticas en un lago construido por paisajistas extranjeros.

Para la cultura popular algo extremo estaba sucediendo. Hileret tenía un pacto demoníaco, el cual le confería poder económico y político a cambio de la vida de un obrero por año. El empresario debía heredar el legado en sus descendientes para que el Familiar no feneciera, de no hacerlo moriría de hambre y la fortuna se perdería quedando la familia maldita. A veces sucedía algún accidente mortal en la fábrica y los obreros decían que el Familiar se había cobrado su cuota. Si había más víctimas decían que el bicho estaba con hambriento.

El industrial Hileret falleció repentinamente a bordo en un barco rumbo a Europa y se lo veló a cajón cerrado, con una fotografía. Obviamente esto alimentó el mito popular. Decían que Lucifer se había cobrado su deuda con la propia vida del amo. Poco después su familia pierde la fábrica y más tarde abandona Tucumán.

En esos pueblos dormidos aún permanece viva la leyenda del Familiar, donde algunos pobladores dicen oír las cadenas arrastrándose en la noche oscura. Y también ojos de fuego que deambulan sin rumbo buscando un alma perdida.

LA AUTORA

Nació en Chilecito. Su obra literaria es tan amplia como diversificada. Escribió novelas: "Más allá del pecado"; "Eclipse de lubna" y "Las lágrimas de Tánato", que mereció la Faja de Honor de SADE, y cuya tapa está ilustrada por el pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró; cuentos: "Doce hogueras", con doce ilustraciones realizadas por el pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró; "Destino rabioso", que mereció la Faja de Honor de la SADE y contiene cuentos premiados. "Lo que no pudo ser" (Editorial Enigma 2019). "Las aventuras de lunimar", cuentos infanto-juveniles, ilustración en colores por Valeria Glanzmann, prologado por Bertha Bilbao Richter; aforismos: "Pensar sin permiso", prologado por José Narosky y Eduardo Gudiño Kieffer; poesía: "Ecos del corazón"; "Juguito de rimas, literatura infantil", que mereció la Faja de Honor de la SADE, prologado por María Granata y "La mirada invicta", prologado por Marta de París. Asimismo, participó en más de cuarenta antologías, nacionales e internacionales.

ENTRE PALABRAS LEYENDA EL FAMILIAR DEMONIO
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