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1591 Cultura + Espectáculos PROGRAMA FEDERAL

Martín Ptasik, el inolvidable

El Cinemóvil cumple 25 años en La Rioja y el recuerdo de quien lo condujo durante sus primeros siete años de vida se hace impostergable. Martín Ptasik ya no está entre nosotros, pero su memoria permanece tan viva y tan intacta como su anecdotario arriba de la “chancha”. En esta entrevista realizada por diario El Independiente en el año 2018, una semblanza única de su manera de ver y sentir el mundo.

Se cumplieron dos décadas desde que el Cine Móvil se lanzó en todo el país y llegó a La Rioja. Martín Ptasik fue quien lo condujo durante siete años por innumerables escuelas rurales, plazas y parajes de todos los departamentos de la Provincia. Así llevó la maravilla de las películas a muchos niños y adultos que nunca habían visto una. Más que historia, una leyenda.

Martín Ptasik tiene los ojos llenos de historias y de caminos, brillan ahí donde se entrecruzan la aridez de desiertos y distancias y la simpleza de los surcos que la esperanza no se cansa de abrir en tierra riojana, casi como destino poético y rudo. Nacido en la Patagonia, en la ciudad neuquina de San Martín de los Andes, Ptasik reside desde muy joven en La Rioja, donde desarrolló su actividad como documentalista, conductor y productor de radio, escritor y carpintero de a ratos. Entre todo eso, durante siete años tuvo a su cargo el Cine Móvil de La Rioja. Hace unos días se cumplieron dos décadas desde que aquello comenzó a contarse.

Designado en esa función por la entonces Dirección de Cultura, puso en marcha a nivel local esa iniciativa implementada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (INCAA), con el propósito de difundir el cine en los lugares más distantes del vasto territorio argentino, allí, donde ni siquiera se contaba con una sala. Cada una de las 24 provincias argentinas recibió un Cine Móvil. Ptasik se tomó el trabajo sin ahorrarse ahínco, testarudez y entusiasmo, fue así que, por mucho tiempo, el programa se apoderó de su vida y con él terminó identificándose. Eso lo llevó a tener el récord nacional de funciones y de kilómetros recorridos.

UNA CUESTIÓN PERSONAL

Desde aquel “che, ¿te animás a manejar un Cine Móvil?” que le dispararon a quemarropa en 1998, los recuerdos fueron acumulándose, quedaron flotando en la memoria desde donde, a veces, algunos salen de forma concreta, saltan al presente sirviéndose de una fecha, de fotos, de un cortometraje, de esos cuadernos en los que guarda registradas cada una de las funciones. Las travesías son parte de esos relatos que de tan vividos y tan poco planeados, al final del balance resultan tan buenos que, al parecer, nunca acaban.

“Al principio nos imaginábamos cualquier cosa de un Cine Móvil, menos esto”, contó Ptasik, entrevistado por EL INDEPENDIENTE, al renovar la evocación con motivo del aniversario, el 12 de septiembre. “Se compraron unas furgonetas equipadas de un modo completo, con un grupo electrógeno, con todos los dispositivos para proyectar y amplificar, una pantalla, sonido, micrófonos, un sistema de rack que bajábamos e instalábamos; el proyector era de 500 lúmenes, que para ese momento era algo muy novedoso, hoy ya existen equipos pequeños que tienen más de 3.000”.

“La idea era llevar cine al interior y durante mucho tiempo fue la acción más federal que realizó el Gobierno nacional, porque lo que llega al interior más profundo (en materia de espectáculos y actividades culturales) es nada, así, nada”, sostuvo el documentalista. “Con el Cine Móvil recorrimos todas las escuelas rurales, estuvimos por todos los departamentos”, indicó.

En esos siete años la mayoría de las veces viajó solo. “A veces se subía alguno, en una época hasta los mandaban como castigo”, dijo Ptasik, entre risas. No le molestaba. Cuando era niño, en su barrio de San Martín de los Andes, jugaba en un baldío en el que solían acampar circos y gitanos. Le gustaba mezclarse con ellos, entrar y salir de esas carpas, integrarse y soñar con hacer largos viajes participando de algún número artístico en medio de una vida trashumante. “Nunca se me había dado, y de repente apareció ésto, y me pareció espectacular, me dije ‘esta es la mía’, sin dudar”, fue así que aceptó la propuesta.

Antes había recorrido el interior como documentalista, pero el Cine Móvil le ofrecía una oportunidad única: “estar cuatro días completos rodando por todos lados y encima llevar cine”. En cuanto a las películas que se proyectaban, las enviaban desde Buenos Aires en una caja enorme de la que Ptasik seleccionaba unas cuantas. Eran producciones nacionales y había para diferentes públicos: niños, jóvenes y adultos. Todo sumaba.

Lejos de la monotonía, el primer “cinemovilero” riojano cumplió su sueño de ser parte de un espectáculo cuando comenzaron a agregarse iniciativas. Por caso, durante un tiempo lo acompañó el payaso “Mochiletti”, que justo por esos días recorría el país en bicicleta y juntos armaron una obra de teatro breve que servía como introducción a la película. “Fueron 77 funciones en distintas localidades, quizás la obra de teatro que más difusión tuvo por estos lados. Rompíamos la formalidad de la presentación y peleábamos con Mochiletti por el video, que él sacaba y hacía como que rompía, y entonces para solucionarlo entre todos, incluidos los espectadores, hacíamos una película, que yo iba dirigiendo y filmando. Al final, pasábamos primero esa grabación y los chicos se veían ellos mismos actuando”, narró. La sorpresa mayúscula en esas escuelas rurales se llamó ALA (Acercamiento al Lenguaje Audiovisual).

Mimos, titiriteros, actores, músicos, también motoqueros lo acompañaron de vez en cuando, por lo general para el Día del Niño o en otras ocasiones especiales; también aquellos que fueron uniendo voluntades y organizaron colectas de agua, ropa, alimentos, bicicletas y libros (en Amaná, con impulso del Cine Móvil, se inauguró la biblioteca Daniel Moyano). El andar por los pueblos de Ptasik se aprovechaba y los circunstanciales invitados quebraban la soledad de esos largos viajes, en los que muchas veces no le quedaba otra que dormir en la camioneta.

El principal desafío era manejar sujetando las propias preocupaciones y emociones para que, el estar tanto tiempo solo en la ruta, no se tornara un problema. “Todo se magnifica en el viaje, lo que dejás pendiente te come el cerebro porque no podés resolver nada hasta que volvés, tenés que poner el freno de mano, creo que esa fue una de las cosas más difíciles de afrontar”, comentó.

LA AMISTAD SIN RESERVAS

En los registros de las funciones no sólo quedaron asentados el lugar, las películas y el número de asistentes de cada una, sino también numerosas expresiones de los espectadores, sobre todo, de los directivos de las escuelas, agradeciendo y reconociendo formalmente la llegada del cine. También pidiendo más películas o, sencillamente, que aquel “momento maravilloso” vuelva. “Esta comunidad educativa agradece la presencia de este Cine Móvil, instándolo a continuar en su loable tarea, teniendo en cuenta a las escuelas más recónditas de la Provincia. Esperamos que pronto pueda regresar, dejamos la invitación abierta para cuando sea posible”, escribió, con anhelo humilde y respeto, Ada Pere, directora de la escuela N° 116 de la localidad Nueva Esperanza en julio de 2000. Uno de los muchos testimonios que Ptasik atesora dentro de esos cuadernos gastados.

“Donde sea que vaya, cuánto más alejado sea, yo sé que voy a tener amigos”, afirmó al momento de hacer un resumen, más que un balance, sobre lo que la actividad le dejó. En el interior no son tantas las reservas, se establecen enseguida los vínculos y, alrededor del mate, se comparte lo que se tiene. Establecimientos educativos, plazas, casas que, cuando el cine llegaba, se vaciaban de muebles para hacer espacio. La voz se corría como una leyenda, porque para muchos, muchísimos, fue la primera vez en su vida que vieron proyectada una película. La emoción fue la respuesta, esa experiencia que no se dice y se guarda en la mirada, cuando simplemente en los rostros iluminados de niños y mayores se manifestaba el deseo de que la jornada no acabara.

A veces la cosa se imponía. Ptasik contó que llegó a ofrecer ocho funciones en un día y aún así, en una ocasión, varios adultos, junto a unos cincuenta chicos, cortaron la ruta a su paso exigiendo “ver cine”. Sin planilla de solicitud. A los gritos. Ahora. Y no hubo otra que quedarse. “Durante siete años mi pasión estuvo puesta en ese trabajo, trasladé mi vida al interior y yo me siento parte de él, de esa gente, fue una experiencia fuerte, linda y fuerte”, remarcó.

PELEAR CONTRA EL OLVIDO

Más adelante, al momento de indagar sobre el secreto de la asiduidad y continuidad que alcanzó el programa del Cine Móvil en La Rioja, reveló que “nunca estás del todo solo, la gente de los pueblos siempre te incluye”. Por eso fue posible, por ese aliento conjunto, por esas redes de ilusiones leves y manos ásperas. “Cuando me bajé fue porque sentí que se había cumplido una etapa, pero me bajé para hacer cine sobre esa gente”, expresó, “ahora ya sabía dónde estaban las historias que quería contar”.

Hoy (18-12-2018) Ptasik continúa desarrollando su labor de documentalista y considera que tiene la ventaja de contar con el bagaje del que le fueron proveyendo esos innumerables viajes. Una especie de ida y vuelta, de espejo doble a través de una pantalla: los que en un momento fueron tocados como espectadores, pasaron a ser los protagonistas de sus filmaciones.

“Me siento muy orgulloso de haber podido hacer ese aporte a la gente del interior, los más olvidados. Nos pasa que muchas veces somos federalistas de la provincia para afuera, pero no de la provincia para adentro. En la actualidad, sigue ocurriendo que las actividades culturales se concentran en las cabeceras de los departamentos y cinco kilómetros más allá nada llega, nada”, reiteró. Dijo que ese es el reflejo y el mensaje que le gustaría transmitir. Continuar peleando contra el aislamiento y la falta de alternativas en un interior que todavía, que desde siempre, espera.

“Ahora, quizás, estamos superados por la tecnología, el cine quedó preso dentro de un paquete más amplio y el ser humano está conectado con el mundo, pero acaso de un modo más indiscriminado y solo frente a una pantalla, pude verlo cuando comenzaron a repartirse las laptops”, reflexionó Ptasik en torno al avance a través de Internet, de las computadoras y los celulares. “La magia de ver cine en una plaza o en la escuela, como fenómeno cultural y social, ya fue y hay que aceptarlo. Pero tenemos el desafío de la elaboración de contenidos, desde los propios lugares y sobre las cosas que le pasan a la gente del interior”, señaló. Está en eso. Con la certeza de que encontrará las puertas abiertas y quedan miles de historias que contar.

AGRADECIMIENTO

NUEVA RIOJA Y 1591 CULTURA+ESPECTÁCULOS AGRADECEN MUY ESPECIALMENTE A MEDIOS EL INDEPENDIENTE Y A JULIO DELGADO, PRESIDENTE DE COPEGRAF POR PERMITIR LA PUBLICACIÓN DE LA PRESENTE ENTREVISTA A MARTÍN PTASIK, REALIZADA EL 18 DE SEPTIEMBRE DE 2018, EN OCASIÓN DEL 20 AÑIVERSARIO DEL CINEMÓVIL EN LA RIOJA.

CINEMOVIL MARTIN PTASIK

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