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Rainier Fog, el grito sagaz de Alice In Chains

Con una carga emocional contenida y el peso simbólico de volver a grabar en Seattle, Rainier Gog representa uno de los trabajos más sólidos de la era moderna de Alice In Chains. Entre homenajes implícitos, guitarras densas y melodías introspectivas, el álbum reafirma la vigencia de una banda que supo reinventarse sin perder su identidad.
Fernando Viano

Por Fernando Viano

Volver a Seattle después de más de dos décadas no fue solo una decisión técnica para Alice in Chains: fue una declaración emocional. Rainier Fog, editado en agosto de 2018, no solo representa el regreso físico de la banda a su ciudad natal, donde grabaron parte del disco en los míticos Studio X, sino también una forma de cerrar un círculo con su propia historia. Porque si algo logra este álbum, es conjugar memoria, duelo y una madurez sonora que no abdica de la identidad forjada en los años más crudos del grunge.

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Jerry Cantrell lo sabía desde el principio: este disco debía hablar a partir de las raíces. El título mismo, Rainier Fog, es un homenaje directo al Monte Rainier, símbolo imponente de Seattle, pero también una metáfora para hablar de esa neblina emocional que cubre los recuerdos de una generación marcada por pérdidas irreparables. “No fue una misión para capturar algo perdido”, aclaró Cantrell en una entrevista, “pero inevitablemente todo eso está en nosotros. Estéticamente fue bueno volver a casa. Era lo que se sentía correcto”.

La apertura con “The One You Know” es tajante, con un riff filoso que Cantrell construyó inspirado en Bowie y que se despliega como una amenaza elegante. “Es metálico, afilado, quiere sacarte sangre”, dijo el guitarrista, al describir ese sonido característico del tema. La batería de Sean Kinney suena poderosa, el bajo de Mike Inez le da peso a cada compás, y la voz compartida entre Cantrell y William DuVall impone una armonía que ya no es una sustitución sino una simbiosis. No es casual que este haya sido el primer corte: es un manifiesto.

El corazón del disco late fuerte en la canción que le da nombre. Compuesta por Cantrell en su casa de Los Ángeles, y con una versión demo que incluso contó con Duff McKagan en el bajo, “Rainier Fog” es un tributo disfrazado de canción pesada. Hay una nostalgia contenida en cada verso, una especie de plegaria pagana que elude el dramatismo pero no la emoción. “Pareció tener sentido para la mayoría de nosotros. Es un tributo a nuestra ciudad, a nuestros amigos, a nuestra historia”, sostuvo Cantrell.

“Red Giant” y “Drone” son dos de las piezas más oscuras del disco. En la primera, la banda se sumerge en un groove denso, casi hipnótico, mientras que en la segunda explora una estructura más expansiva, con pasajes instrumentales que rozan lo progresivo. Fue precisamente en “Drone” donde Cantrell, trabado en un solo que no lograba cerrar, pidió ayuda a su amigo Chris DeGarmo (ex Queensrÿche), quien terminó grabando una guitarra acústica clave para la atmósfera del tema.

Pero Rainier Fog no es todo peso y oscuridad. También hay espacio para la introspección y la delicadeza. “Fly” es probablemente la pieza más luminosa del disco: una balada acústica que se eleva gracias a las armonías vocales y un solo de guitarra que quiebra en el momento justo. “Maybe”, en la misma línea, arranca con una base casi desnuda y crece de forma orgánica, sin apuro. Son los momentos en los que la banda se permite respirar, sin dejar de ser fiel a su estilo.

La voz de DuVall encuentra en “So Far Under” su terreno más personal. Es el primer tema del álbum compuesto íntegramente por él, y el resultado es poderoso: un riff denso, una letra que habla de hundirse pero también de resistir. “Never Fade”, en cambio, es un diálogo entre Cantrell y DuVall, tanto en lo lírico como en lo vocal. El tema nació una madrugada, con DuVall escribiendo motivado por la muerte de su abuela, de Chris Cornell, de Staley. La canción es una súplica por no desaparecer, por dejar una huella a pesar de todo.

El cierre con “All I Am” es perfecto. Con más de siete minutos de duración, la banda construye un clima envolvente, casi litúrgico. Es la despedida y al mismo tiempo la reafirmación de que Alice in Chains no solo seguía vivo, sino que encontró una forma de evolucionar sin traicionarse. “Creo que todavía estamos trabajando en nuestro mejor nivel. Nunca nos caímos”, declaró Cantrell tras la nominación del disco al Grammy. Y esa seguridad se escucha en cada acorde.

Rainier Fog no es un disco de resurrección ni de renacimiento. Es, más bien, un disco de madurez, de aceptación. Una obra que asume el peso de la historia y lo transforma en sonido. Es la niebla que no se disipa, pero que ya no paraliza. Es Seattle hablándole a sus hijos perdidos, y ellos respondiendo con música.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO: RAINIER FOG

ARTISTA: ALICE?IN?CHAINS

TIPO: ÁLBUM DE ESTUDIO (SEXTO DISCO)

GÉNERO: GRUNGE, HARD ROCK, SLUDGE METAL, DOOM METAL

LANZAMIENTO: 24 DE AGOSTO DE 2018

DURACIÓN TOTAL: 53:21

SELLO DISCOGRÁFICO: BMG (PRIMER DISCO DE LA BANDA CON ESTE SELLO)

PRODUCTORES: NICK RASKULINECZ Y ALICE IN CHAINS (TERCERA COLABORACIÓN CON RASKULINECZ)

MUSICA ALICE IN CHAINS RAINIER FOG GRUNGE SEATTLE
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