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Residente inesperado: El huésped cinco estrellas más exótico de París es un gato

Le Bristol, el primer hotel en acceder a la categoría de Palace según la clasificación exclusiva de Francia, se enorgullece de tener un felino como habitante preferente

Hay algo barroco en París que allí se ve perfecto. Eso ocurre con Le Bristol, una leyenda hotelera de la ciudad que está próxima a la centuria. Su riqueza se desparrama en la Rue du Faubourg Saint-Honoré, a pocos pasos de los Campos Elíseos y de la propia residencia del presidente francés, en una de las calles más prestigiosas de la ciudad. Ese equilibrio perfecto de los chateau, vive aquí su expresión perfecta. Como un artesano del equilibrio perfecto, Le Bristol conserva la atención puntillosa de un sitio familiar, pero armoniza los brocatos, las arañas de caireles y el mármol rodeado de dorado a la hoja de un modo que, casi, se acerca a un minimalismo francés elegante. París resuena perfecto puertas adentro, con los toques de vanguardia que no desentonan con la estética Luis XVI.

No más llegar, los sillones atraen para vitrinear puertas adentro. Ese ir y venir de elegancia es digno de admirar. Ni bien tomar lugar entre los almohadones prolijamente esponjados y hundidos al medio para que les queden dos idénticas orejas a los lados, se oye un ronroneo a centímetros. Imposible. ¡Estamos en uno de los mejores hoteles de París!

Sin embargo, el residente permanente del Bristol es Fa-Raon. Un gato de raza birmana que toma el lobby como propio durante casi todo el día. Si alguien se atreve a desalojarlo, es probable que se fastidie y vaya a recluirse a su propia habitación que, según relata el personal, se encuentra en el propio hotel, pero se conserva en secreto. Las informaciones oficiales recalcan que, aunque no se difunde el sitio concreto de sus aposentos para preservar su intimidad, éstos fueron decorados por el célebre grafitero Renk.

Con el objetivo de ofrecer lo que ellos llaman un "plus plus" a sus visitantes, Le Bristol creó una serie de experiencias únicas que incluyen cinco atelieres de producción propia (patisserie, maduración de quesos, chocolatier, vinos, molido de su propia harina), propuestas gastronómicas que reúnen 4 estrellas Michelin, arte original del renacimiento francés y el haber obtenido la prestigiosa distinción "palacio" que ha decidido otorgar Francia a aquellos hoteles que aportan algo más que sus estrellas. ¿Quién podría ganarle al plus de tener un gato en el inventario?

El primer habitante célebre se llamó Fa-Raon, perfecto para dar nombre a quien se desplaza por el lugar sintiéndose el dueño. Su arribo data de 2010, donde decidió refugiarse en medio de un remanso de paz y lujo, entre turistas de todo el mundo. Desde su llegada se benefició de la libertad de una celebridad.

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