El domingo pasado se conmemoró una vez más el día de la Cocina Riojana, gracias a la Ley N° 8961, impulsada por la profesora e investigadora Teresita Flores y presentada por el diputado Jorge Basso.
Por ello es que en el Museo Folklórico se compartió una merienda tradicional junto a referentes de nuestra cultura gastronómica: Teresita Flores, el chef Hugo Véliz, miembros del Instituto Mis Montañas, junto a la secretaria de Culturas, Patricia Herrera; la subsecretaria de Patrimonio Cultural y Museos, Ana Mercado Luna y equipo de museos. Mate cocido con té de burro, pastelitos de membrillo, ponderaciones y pan casero nos acompañaron mientras reflexionamos sobre la importancia de esta ley, de revalorizar nuestros saberes y a nuestros hacedores y hacedoras.
La relación de Teresita Flores con los fogones comenzó temprano. “Empecé a cocinar a los 8 años, cuando mamá enfermó”, recordaba en diálogo con Fernando Viano. “Mi hermana más grande me dejaba todo listo y yo cocinaba; había que darle de comer a la prole”. Su plato favorito, el pastel de choclo, se convertiría en un emblema de su saber y sabor, ese que luego compartiría generosamente.
Pero fue su labor como docente en las zonas rurales de La Rioja la que encendió la chispa de la investigación culinaria. Para conectar con las familias de sus alumnos y entender sus realidades, Teresita encontró una llave maestra. “Para entrar en confianza desarrollé una habilidad que no sé de dónde diablos salió. Les preguntaba: ‘¿qué va a cocinar hoy?’ y entonces me abrían las puertas. ‘Venga señorita’, me decían”, relató. Armada con un cuadernito, comenzó a anotar recetas, técnicas y secretos transmitidos de generación en generación, especialmente aquellos vinculados al uso de morteros y utensilios de barro. “Ahí empezó para mí la cocina en realidad, haciendo esa investigación. Yo llevaba mi cuadernito y anotaba y luego, cuando llegaba a casa, mejoraba las recetas, la anotaba bien”.
Este trabajo meticuloso y apasionado no solo dio origen a publicaciones fundamentales como “Cocina típica de La Rioja” (1998) y “La cocina riojana”, sino que sentó las bases para un reconocimiento mayor. Teresita no solo documentó; también difundió, llevando los sabores riojanos a escenarios como la primera edición de “Caminos y Sabores” en Buenos Aires, donde cocinó su emblemático pastel de choclo para más de 700 personas.
El Día de la Cocina Riojana es, quizás, uno de sus legados más palpables. La ley no solo establece una fecha para celebrar, sino que busca “rescatar y valorar las prácticas culinarias tradicionales”, promoviendo la riqueza gastronómica como parte del patrimonio cultural inmaterial de la provincia. Es un homenaje a esas mujeres que, como Teresita observó y documentó, han mantenido vivas las recetas y las técnicas ancestrales en cada rincón de La Rioja.