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Burucúa corresponsal en África: un epistolario amoroso que conjuga arte, historia antigua, flora y fauna

Erudición, curiosidad, asombro y humor conviven en las cartas que el escritor envió a su mujer, Aurora, durante una estadía en Senegal

“Viajé a Senegal cuatro veces en mi vida y siempre fui allí inmensamente feliz”, cuenta en el prólogo de Senegal & Aurora (Driblin) el escritor, historiador y doctor en Filosofía y Letras José Emilio Burucúa. En ese título de la flamante editorial, donde en algunas páginas se ve el dibujo de un majestuoso baobab, se incluyen las cartas que Burucúa le envió a su esposa, Aurora, durante su tercera visita al país africano, cuando fue invitado por la Universidad Cheik Anta Diop, en Dakar, a brindar una serie de conferencias sobre historiografía italiana e historia del siglo XX en la Argentina. Senegal es, en palabras del corresponsal, “uno de los países más estables de África”.

En estos días, en ese país se discuten las iniciativas del actual presidente, Macky Sall, de aplazar las elecciones; la oposición lo acusa de intentar permanecer en el poder más allá de su mandato. La semana pasada, el Consejo Constitucional de Senegal anuló el aplazamiento de los comicios del 25 de febrero al 15 de diciembre.

Las once cartas se remontan a marzo de 2017 y abarcan un amplio temario: arte y arquitectura, historia antigua y contemporánea, fauna y flora, urbanismo, gastronomía y moda. “La forma básica de la túnica de colores vivos, tejida originalmente en lana de ovejas y chivas, fue transmitida por los árabes bastante antes del año mil y se convirtió en signo distintivo de las élites musulmanas desde los tiempos del imperio maliense en el siglo XIII”, informa Burucúa, autor de otros epistolarios como Cartas berlinesas y Cartas norteamericanas (publicados en Adriana Hidalgo).

“Del mismo modo que ayer pensé que la gentileza mata las ineficacias del subdesarrollo en Senegal, ahora pienso que el bullicio, la policromía, la vida de los estudiantes y su apropiación mágica de los árboles trituran la indolencia que desnuda la falta de mantenimiento arquitectónico en las construcciones de la universidad”, observa sobre la costumbre de pintar retratos en la corteza de los baobabs. La erudición, la curiosidad, el asombro y el humor conviven en sus cartas.

En sus cartas, debate acerca de la autonomía del arte africano respecto de la religión (“hay bastante convergencia de propósitos entre los objetos estéticos del África y los de la Europa occidental hasta bien entrado el siglo XIX”), describe la situación de mujeres y jóvenes, repasa la “monumentomanía” del expresidente Abdoulaye Wade y discurre sobre jirafas (“caminé al lado de ellas como si nada”), rinocerontes grises, cocodrilos (que duermen con la boca abierta para regular la temperatura) y acacias albidas, consideradas un “don divino”.

“El director de la editorial Driblin, Joaquín George, supo de la existencia de estas cartas, las juzgó interesantes y me propuso publicarlas -dice Burucúa a LA NACION-. Por supuesto que acepté, honrado y alborozado, como cualquier autor suele hacerlo en estos casos. El hecho de que Driblin sea una editorial exquisita contribuyó a mi alegría”. En Driblin salieron La mar en coche. Historia cultural de la Biblioteca Vigil y el poemario Salvemos los Volcanes, ambos de George, y próximamente se lanzarán Memorias de un pez fuera del agua, de la poeta haitiana Marline Gousse, y Barcelogasona, novela de Matías Castro Sahilices.

“Con Aurora, hace 53 años que estoy casado; leyó con fruición las cartas cuando se las envié como documentos adjuntos en el mail de cada día. Fue una sorpresa para ella el título que el editor decidió dar al pequeño volumen. No lo esperaba. Yo mismo me sorprendí y alegré”, cuenta el autor.

Varios ejemplares de Senegal & Aurora ya fueron despachados al país africano. “Visité Senegal por primera vez, llevado por mi abuela paterna en diciembre de 1960, a pocos meses de su independencia -recuerda Burucúa-. Tenía entonces catorce años y quedé atrapado por la arquitectura y la religión islámica que allí se practica con una dosis infrecuente de liberalismo y tolerancia. Me sentí dichoso de conocer a personas tan felices de haber alcanzado su plena libertad, de estar tan orgullosos de su primer presidente, Léopold Sédar Senghor, insigne poeta y católico practicante, todo un indicio este, el de la religión del jefe de Estado, pues creo que es el único cristiano que alcanzó la primera magistratura en un país de gran mayoría musulmana”.

Burucúa es un apasionado por la historia del islam. “Desde los tiempos en que leí los Prolegómenos a la historia universal de Ibn Jaldún, un escritor tunecino del siglo XIV, maestro inigualable de la historiografía atenta a los cambios y evoluciones de la sociedad y la economía, consciente de la centralidad de las religiones en el devenir de los pueblos, de prosa deslumbrante a la hora de referir los grandes acontecimientos políticos y militares del mundo islámico y de gran capacidad de análisis cuando dio cuenta de las creencias y leyendas de los musulmanes. Mi primer acercamiento a ese libro tuvo lugar a fines de los años 70, al saber que Ibn Jaldún había inspirado el programa de la gran revista británica Past & Present. No soy islamofóbico en absoluto, pero trato de no caer prisionero de deslumbramientos pasajeros, por lo cual no me puedo considerar islamofílico. Soy un simple historiador que procura estudiar el pasado ‘sin ira y con mucho denuedo’, según recomendaba Tácito. Sin el islam de por medio, los occidentales habríamos perdido una porción irreemplazable de los clásicos grecorromanos. Nuestros primeros contactos con la tradición indostánica también procedieron de la mediación árabe-persa en el Medioevo”.

Existen parecidos y diferencias entre Senegal y la Argentina. “Senegal nunca sufrió el flagelo de un golpe de Estado, conoce muy bien la alternancia política y respeta su Constitución -destaca Burucúa-. Ambas sociedades están atentas a sus tradiciones culturales. En la Argentina, las identidades políticas, la presencia de la literatura nacional en la enseñanza primaria y secundaria y la pasión por el fútbol son grandes aglutinantes en el campo de la cultura. En Senegal, lo son el islam, la música y el deporte de la lucha libre”.

Antes de viajar en 2017, el autor estuvo en contacto con senegalés y su asociación local en la Argentina. “En general, ellos mismos encuentran que Buenos Aires ha sido una ciudad bastante acogedora, si bien la policía no siempre los ha tratado bien -señala-. No sienten que prevalezca aquí la discriminación en lugar de la aceptación y la apertura aunque, por supuesto, casi todos han sufrido alguna situación de rechazo. Ellos saben mantener sus tradiciones y espero que tengan una mayor protección diplomática a partir de la instalación de una embajada senegalesa en nuestro país”. En el volumen se recuerda la persecución policial, en la ciudad de Buenos Aires, de los “manteros senegaleses”, en 2017.

Mientras se amplifican las loas a todo lo vinculado con el rendimiento económico, Burucúa es uno de los grandes defensores del estudio de las humanidades. “Nos permiten vislumbrar, como mínimo, y luego responder, siempre parcialmente, claro está, las preguntas que Gauguin se hizo mediante uno de sus cuadros pintados en Tahití: ‘¿De dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde vamos?’. Las humanidades nos demuestran que los seres humanos nos hicimos siempre tales preguntas y que algunas respuestas interesantes, prácticas y enaltecedoras, logramos darnos a lo largo de nuestra historia”.

Por último, se refiere al género discursivo que reina en Senegal & Aurora: la carta. “Creo en la vigencia del género epistolar, porque es el género de la comunicación interpersonal por excelencia y puede dar lugar a textos breves, concisos, expresivos en pocas palabras, como ‘Querida, te amo y siempre lo haré', por ejemplo, escrito en el reverso de una tarjeta postal con letra grande y bella), y a largas descripciones de personajes, paisajes, cosas nunca vista ni oídas antes por los corresponsales, páginas y páginas bien escritas para transmitir lo real desconocido a algún o bien a algunos destinatarios en particular -finaliza-. Pablo escribió en el capítulo 13 de su primera Carta a los Corintios una explicación alada, clara y bien desarrollada de la esencia del cristianismo, una nueva religión entonces”.

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