
Los más importantes son “El Topamiento de Antaño” en el barrio El Parque, donde se lleva a cabo la escenificación ancestral y también el de la “Candela”. Asimismo, algunas familias y grupos de amigos se reúnen en sus domicilios o esquinas barriales para dar inicio a esta fiesta.
Estos encuentros también funcionan de antesala para lo que serán los Corsos Oficiales, que se vivirán durante prácticamente toda la semana, excepto el jueves 8 en la Plaza de la Cultura.
Con la realización de los “Topamientos Barriales” en distintos sectores de la ciudad de Chilecito, hoy domingo continúan los eventos relacionados con la Chaya y el Carnaval en el departamento Chilecito.
Para hoy, a partir de las 15.00, está previsto que se lleven a cabo los “Topamientos Barriales” que reúnen a cientos de personas para celebrar el inicio del Carnaval chileciteño.
Entre los topamientos más convocantes se encuentran: el Topamiento de Antaño en la zona de barrio El Parque, lugar donde aún se conserva la tradición de escenificar el significado tradicional del topamiento con el Pujllay, la diosa Chaya, la Cuma, el Cumpa, el cura Chayero, siendo sin dudas el más convocante del departamento y uno de los más tradicionales de toda la provincia de La Rioja, se estiman mas de diez mil personas concurrentes.
Otros de estos encuentros multitudinarios es el Topamiento de “La Candela”, que se llevará a cabo sobre la calle Arturo Marasso.
Así también, hay diversos encuentros de familias tradicionales y entre amigos que conjugan la “Fiesta de la Chaya” con guitarreadas y comidas compartidas.
Por la cantidad y calidad de variantes que tiene nuestra más popular fiesta ha merecido y merece un intenso trabajo de rescate, recopilación y análisis.
Definiciones
En primer lugar debemos apuntar que la Chaya (término quechua que significa rociar con agua) se encuadra dentro de las celebraciones andinas en las cuales el hombre da gracias a la tierra por la abundancia de las siembras, y él multiplico del ganado, expresando su alegría a través del canto de vidalas con tambor y caja, el recitado de coplas y el juego del carnaval que anualmente nace en febrero, perfumada siempre con la albahaca planta símbolo de la chaya que reverdece con su aroma la esperanza.
El hombre de Chilecito honró con gran respeto las fiestas de sus antepasados, descubriendo en cada instrumento musical, en su alfarería, en las urnas funerarias, en las hachas de piedra o en cada pectoral, la sangre de una raza vencida por la ambición desmedida del conquistador que arraso sin piedad una cultura que gracias a su gran valor, vive aún en el habla del pueblo, en nombres y apellidos y en las principales fiestas populares.
En estos últimos años de historia, el hombre de este valle guardo para sí el patrimonio Diaguita con su lengua cacana, su olimpo habitado por las divinidades que protegían al hombre y su medio ambiente, entre las que podemos destacar al Pujllay (Dios de la alegría), eje central de la chaya, personaje grotesco que se lo caracteriza en un muñeco de trapo realizado con ropa en desuso, sombrero de paja, zapatos viejos y la cara pintada graciosamente, y la Zapam Zucum, Diosa que, en Vichigasta, amamantaba a los hijos de las juntadoras de algarroba representada en una bella mujer de grandes senos.
No menos importante fue la herencia de los Incas con su lengua quechua y sus dioses Inti (sol) y Pachamama (madre tierra).
La Tambería del Inca, último asentamiento imperial ubicada detrás del actual cementerio de Chilecito, reflejó antes de su depredación un importante legado cultural que hoy se conserva en museos extranjeros, seguramente por el escaso valor y protección que nuestros gobernantes le dieron y por la falta de una conciencia colectiva para preservar nuestro patrimonio histórico y arqueológico. La Tambería del Inca de Chilecito sigue esperando por su restauración mientras tanto la convirtieron en un basural.
También en cada habitante de este suelo está presente la herencia minera que dejo historias, leyendas, un riquísimo anecdotario y porque no, el lamento del pueblo por los mineros que murieron en precipicios y en los hondos socavones de las minas del Famatina.
Ritual
Pasado el mediodía los changos comienzan a buscar su indumentaria chayera, calzan sus viejas alpargatas, su sombrero de paño, su ponchito de arpillera, su bolsita de harina, sus puchos, algunos pesos y salen a la siesta a buscar su destino chayero. Unos van para el “Pito” Requelme en el barrio El Parque otros para el “Ratón” González en el barrio Avenida, otros para el “Patio de los Molina en barrio El Trapiche, otros para el patio de Lito Luján en la Puntilla, otros visitan el patio de los Vilte en el barrio El Puquial; el de los Villacorta en barrio la Candela; o el de Doña Tona Páez, en las Siete Esquinas, patios regados y barridos con el alma listos para encender el canto que recuerda a los que ya no están y brindan por el reencuentro con los que aún hacen latir los parches de sus tambores en este ancestral rito de la siesta.
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