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Opinión

Argentina y su rol en el mundo: país potencia o actor secundario

Cómo recuperar su destino manifiesto. por Germán Kammerah

Cómo recuperar su destino manifiesto.

De la neutralidad al compromiso

En septiembre de 1989, en Nueva York, durante la cena de gala que el Presidente de Estados Unidos George Bush padre ofreció a los jefes de Estado que asistían a la Asamblea General de la ONU, un presidente argentino, Carlos Menem, recién asumido, pronunció una frase que aún hoy resuena como un giro histórico:

Dirigiéndose el Presidente George Bush le dijo:

—Presidente, ¿en qué puedo ayudarte?

Bush, sorprendido, pidió la traducción dos veces. Argentina venía de la hiperinflación, los saqueos, el default y la inestabilidad política. Su presidente, Carlos Saúl Menem, ofreció ayuda al líder de la potencia global. Finalmente, Bush respondió:

—Por supuesto que me puedes ayudar. Estados Unidos hoy tiene que cuidar la paz del mundo. Y los soldados argentinos nos pueden ayudar a cuidarla con tropas en los Cascos Azules.

Menem replicó sin titubear:

—Cuenta con ello.

En ese diálogo de menos de cinco minutos se selló una decisión que redefiniría la política exterior argentina: pasar de la neutralidad orgullosa y la “tercera posición” a convertirse en socio virtuoso de la ONU, actor activo en la paz global y creador de innovaciones humanitarias reconocidas en el mundo entero. Al día siguiente, en una Cumbre en el Salón Oval de la Casa Blanca, los dos presidentes y sus gabinetes sentaron las bases de la cooperación binacional. (1)

Presidentes Carlos Menem y George Bush, en el Salón Oval de la Casa Blanca.

La pesada herencia: neutralidad y “tercera posición”

Durante la Segunda Guerra Mundial, Argentina eligió permanecer neutral. Esa decisión, defendida como soberanía, fue percibida en el exterior como una ambigüedad moral frente al nazismo. Tras la guerra, se incorporó al Movimiento de No Alineados, reivindicando la “tercera posición” que la alejaba tanto de Washington como de Moscú. Sin embargo, en la Administración Menem Argentina se retiró como miembro activo de esa organización.

Esa neutralidad fue cómoda, pero limitante. Mientras otros países latinoamericanos participaban activamente de los grandes debates de posguerra, Argentina se encerraba en un orgullo aislacionista.

Los años 70 sumaron una tragedia interna: terrorismo, represión, golpes de estado. El propio Menem estuvo preso en condiciones indignas en la cárcel de Magdalena, con “libertad vigilada” en Mar del Plata, Tandil y Las Lomitas, además de un intento de secuestro que finalmente se frustró. Aquella experiencia lo marcó: entendió que la paz no podía construirse sobre la venganza.

Cuando llegó al poder en 1989, en medio de la hiperinflación y la crisis social, su convicción era clara: Argentina debía reconciliarse internamente y comprometerse internacionalmente.

Reconciliación en casa: Beagle e indultos

Ya como gobernador de La Rioja, Menem había respaldado al presidente Raul Alfonsín en el plebiscito del Canal de Beagle en 1984, clave para la paz con Chile, cuando la mayoría de su propio partido, el justicialista, se oponía. Entendía que la paz con Chile era la base de cualquier proyecto regional y la hermandad con Chile era clave para el sano desarrollo de los dos países.

Menem pasa revista de las tropas de Cascos Azules Argentinos en Campo de Mayo.

Ya en la presidencia, aprobó los indultos a militares y guerrilleros. Fue un gesto polémico, pero buscaba cerrar heridas. Intentaba “derogar” el odio que Joaquin V. Gonzalezdescribiría en su escrito sobre el Centenario de nuestra Patria. Menem, en diálogo privado y confidencial con el cardenal Francisco Primatesta, máxima autoridad eclesiástica argentina, le informó acerca del paso que estaba por llevar adelante (en clima de confianza, en la casa de un colaborador).

El Cardenal Primatesta le planteó que su decisión, dentro de las potestades presidenciales, debía inscribirse en una lógica de reconciliación nacional, de lo cual Menem tomó debida nota. Ese fue un encuentro histórico y memorable, ya que le interesaba la opinión de la Iglesia Católica en una decisión tan trascendente. (2)

Trasladaría ese mismo espíritu lo al plano internacional.

El bautismo en la Guerra del Golfo

En 1990, Saddam Hussein invadió Kuwait. El Consejo de Seguridad de la ONU autorizó una coalición de 34 países.Argentina, único latinoamericano que se sumó.

En el marco del Operativo Alfil, Argentina envió un destructor, dos corbetas y 2 helicópteros junto a 478 soldados argentinos, además de un avión Fokker.,Muchos de esos militares recibieron condecoraciones por parte del Emirato de Kuwait y del Reino de Arabia Saudita.

Menem, haciendo el seguimiento de las operaciones militares, habló por teléfono con George Bush en febrero de 1991. Archivos desclasificados de la Casa Blanca reproducen el diálogo:

Presidente Bush: “Tenemos supremacía aérea total. No atacamos civiles. La campaña avanza bien”.

Menem: “Espero que la guerra sea breve. Después debemos trabajar por la paz en Medio Oriente. Argentina está lista para ayudar”. (3)

Sede de CAECOPAZ (Instituto para las Operaciones de Paz ) en Buenos Aires.

Al final de la guerra, tropas argentinas desfilaron en Broadway, como vencedores de la Guerra del Golfo. Estados Unidos reconoció el gesto declarando a Argentina “aliado extra-OTAN” en 1997.

Kuwait, agradecido, abrió sus créditos blandos, a través del Fondo de Desarrollo Árabe, a la Argentina, que hasta hoy financia obras estratégicas. Bien lo saben las provincias de Córdoba, Santa Fe y San Juan que los recibieron para obras trascendentes como acueductos.

Cascos Azules: Argentina en acción global

El aporte argentino no se agotó en Kuwait. Durante toda la década, más de 10.500 efectivos participaron en misiones de mantenimiento de paz de la ONU. Haití, Mozambique, Angola, Ruanda, Croacia, Timor Oriental.

En Chipre, argentinos y británicos compartieron un batallón, menos de diez años después de Malvinas. La paradoja se convirtió en símbolo de reconciliación.

En la complicada frontera de los Altos del Golán entre Israel y Siria, los Cascos Azules contaron con el beneplácito de las dos naciones por la trayectoria multicultural y multireligiosa de nuestro país, en donde sirios y argentino de religión judía conviven en paz y armonía.

La experiencia profesionalizó a las Fuerzas Armadas y consolidó a la Argentina como proveedor confiable de tropas de paz.

CAECOPAZ: la escuela de la paz en Buenos Aires

En 1994 se creó el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (CAECOPAZ). Fue el primero en América Latina. Allí se entrenaban militares, gendarmes, policías y civiles en tareas de desminado, logística, comunicaciones y asistencia humanitaria.

La ONU lo avaló inmediatamente. Cuando Kofi Annan lo visitó, elogió: “Aquí se entrena el futuro de la paz”.

Desde entonces, contingentes de más de 30 países han pasado por CAECOPAZ. Buenos Aires se convirtió en un hubregional para operaciones de paz.

Cascos Blancos: innovación argentina al servicio del mundo

En paralelo, Menem impulsó la creación de los Cascos Blancos, un cuerpo de voluntarios avalado por la ONU en 1994 (resolución 49/139). Médicos, ingenieros, bomberos, viajaron a Ruanda, a Centroamérica tras huracanes, a los Balcanes en plena guerra.

Boutros-Ghali lo dijo con claridad: “Argentina ha creado un instrumento único de solidaridad internacional”.

Era soft power en estado puro: mientras otros exportaban armas, Argentina exportaba solidaridad organizada.

El Rey Fahd Carlos de Arabia Saudita condecora al Presidente Menem en su visita de Estado (1992) a ese reino.

Haití: cooperación con Clinton

La crisis haitiana de 1994-95 fue el laboratorio de esa dualidad. Bill Clinton promovió una intervención multinacional. Argentina envió tropas y Cascos Blancos.

La ONU reconoció que fue el aporte más completo de América Latina: seguridad militar y asistencia civil integradas. Clinton valoró a Argentina como socio integral de acciones de pacificación.

Desgrabación de la conversación telefónica entre Bush y Menem analizando la operación “Tormenta del Desierto” (archivo de la Casa Blanca y Biblioteca Bush).

Mandela y Menem: el idioma del perdón

Nelson Mandela y Carlos Menem compartían biografías de prisión y reconciliación. Mandela creó la Comisión de Verdad y Reconciliación; Menem dictó indultos.para intentar reconciliar a los argentinos.

En Buenos Aires, en 1998, Mandela declaró: “El presidente Menem entendió, como nosotros, que sin perdón no hay futuro”.

Ese reconocimiento cruzado reforzó el rol argentino como ejemplo de reconciliación en el sur global.

Diplomacia empática: vecinos y Medio Oriente

La política de paz también se expresó en la diplomacia.

Con Chile, se resolvieron en diálogo todos los diferendos de fronteras y se construyeron acuerdos energéticos. Con Brasil, se consolidó el Mercosur. Con Paraguay y Bolivia, se reafirmaron compromisos históricos de paz.

Los Presidentes de Chile Eduardo Frei y de Argentina Carlos Menem ingresan al Destructor Chileno “Blanco Encalada” en el Estrecho de Magallanes para celebrar el fin de los diferendos limítrofes entre los dos países (febrero de 1999).

En Medio Oriente, Argentina cultivó lazos fuertes con Israel -Menem viajó a Jerusalén y Tel Aviv- y mantuvo diálogo con Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Líbano y Kuwait. Ese doble vínculo la convirtió en puente diplomático.

La icónica Visita de Estado de Menem a Arabia Saudita selló una amistad política e institucional y en su reunión con el entonces Rey Fahd acordaron la construcción de la Mezquita de Palermo, en Buenos Aires, donación del citado Reino. Dicha Mezquita fue inaugurada por el príncipe heredero del Reino, con la presencia del Presidente Fernando de la Rúa y del ex presidente Carlos Menem.

El misil Cóndor y la “Segunda Revolución de las Pampas”

El giro argentino incluyó decisiones estratégicas. A comienzos de los 90, Menem desactivó el Proyecto Cóndor II, un programa de misiles desarrollado en Falda del Carmen, Córdoba, con conexiones con Irak e Irán, con una fortuna de gastos inútiles de origen nacional y de fabricantes de armas poco recomendables y difíciles de identificar.

Prototipo del Misil Cóndor II integrado en Falda del Carmen, la entonces planta de ensamblaje misilística.

Eligió, con la llamada “Segunda Revolución de las Pampas”, la epopeya de ampliar la capacidad y calidad de la producción de alimentos para más de 450 millones de personas, convirtiéndose en gran actor mundial en la provisión de proteínas vegetales y animales.

Mientras cerraba la puerta al misil Cóndor, abría la de la biotecnología agrícola, la siembra directa, la expansión de la minería, el gas y el petróleo, la infraestructura de telecomunicaciones, energía, rutas, autopistas, la hidrovía, aeropuertos y pasos cómo el de Jama.

El mensaje fue claro: Argentina eligió alimentar al mundo en lugar de fabricar armas ofensivas. No hay mayor acto desoberanía que ser uno de los más importantes actores de la agroindustria mundial.

Cumbre del Mercosur en Ushuaia (1998), con la presencia del ex presidente Mandela.

El legado y los desafíos actuales

La transformación argentina fue reconocida: designada por Clinton como aliado extra-OTAN, elegida por la ONU como sede de CAECOPAZ, elogiada por Kofi Annan, apoyo incondicional de Clinton, respeto de Mandela, gratitud de Kuwait.

Pero el mundo de hoy enfrenta desafíos distintos. La paz ya no se mide solo en guerras. Se mide en resiliencia climática, seguridad alimentaria y gestión de migraciones masivas.

La FAO advierte que 56 millones de latinoamericanos padecen inseguridad alimentaria. El Banco Mundial proyecta que los desastres climáticos desplazarán a millones. La ONU señala que la paz del siglo XXI depende de la cooperación frente al hambre y al clima.

Aquí, la experiencia argentina vuelve a ser útil. Los Cascos Blancos pueden relanzarse como fuerza civil contra catástrofes naturales y crisis alimentarias. El CAECOPAZ puede entrenar brigadas mixtas para desastres y pandemias.

Misiones de fuerzas argentinas en las distintas operaciones de Cascos Azules (a 1998), extraído del libro “Soldados Argentinos por la Paz”.

Del poder duro al poder blando

La metamorfosis argentina es clara: de la neutralidad frente al nazismo y la “tercera posición” no alineada, a un rol activo y solidario en la ONU.

De Menem ofreciendo ayuda a Bush en 1989, a tropas argentinas en Kuwait.

De Cascos Azules en Haití, Chipre y los Balcanes, a Cascos Blancos en Ruanda, Palestina y Centroamérica.

De la prisión en Magdalena, a la reconciliación interna con indultos.

De un misil en Falda del Carmen, a la “Segunda Revolución de las Pampas” alimentando al planeta.

Mapa de las Misiones de Cascos Blancos argentinos en el Mundo (fuente Cascos Blancos).

La lección es poderosa: un país no necesita solamente ser potencia económica para ser relevante.

También necesita visión estratégica, empatía, capacidad de cooperar con compromiso y saber ganar amigos en el mundo.

EXPOAGRO 2025 donde se exhibe el paquete tecnológico argentino heredero de la “Segunda Revolución de las Pampas” de los 90.

Argentina, que alguna vez se refugió en la neutralidad, mostró que podía reinventarse como socio virtuoso de la paz y la solidaridad internacional.

Hoy, frente a nuevas guerras -bélicas, climáticas y alimentarias- puede y debe volver a hacerlo.

Porque como dijo Menem en la ONU en 1998:

“La paz no se declama. La paz se construye”.

Fuentes:

1. Diálogo del autor con el ex presidente Menem en Anillaco

2. Diálogo del autor con Hugo Franco, anfitrión de la cena del Cardenal Primatesta y Menem

3. Desclasificación de la llamada de Bush a Menem por la Guerra del Golfo

4. Publicaciones de Presidencia de la Nación, de La Nación, Clarín, Perfil Córdoba e infobae.

5. La Nación: “Otro gesto simbólico entre Menem y Frei” 16 de febrero de 1999

6. Clarín: “La atracción de un líder único: Cuando Mandela visitó la Argentina en 1998”, 24 de julio de 1998

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