Muchos de los clásicos de nuestra música ciudadana han nacido de su extraordinaria inspiración poética.
El barrio, la nostalgia, los amores y desencuentros, son algunos de los temas que alcanzó y profundizó con su lírica.Junto a Aníbal Troilo dejó piezas inmortales en las cuales la conjunción de poesía y música alcanza gran belleza y profundidad: “Sur”, “Barrio de tango”, “Che bandoneón”, “Discepolín”, “Romance de barrio”, entre otras, dan cuenta de esto.
La entrañable amistad que unió a Manzi y Pichuco llevó a este último a componer, como expresión del dolor que le produjo la prematura muerte del poeta, una de las creaciones más conmovedoras del tango: “Responso”.Fue parte fundamental con sus letras en el resurgimiento de la milonga en clave ciudadana impulsada musicalmente por Sebastián Piana, a inicios de los años 30. La notable “Milonga sentimental” que ambos crearon en 1931, fue el punto de partida al cual siguieron, entre otras milongas, “Milonga del novecientos”, “Milonga triste”, “Betinoti”, “Milonga de los fortines”.
Su poesía, profunda y elaborada, está presente en verdaderas joyas, y de su vasta producción podemos citar, además de las obras ya mencionadas: “Fuimos”, con música de José Dames; con la composición de Lucio Demare, “Malena”, “Mañana zarpa un barco”, “Tal vez será mi alcohol”, “Solamente ella”. “Ninguna”, música de Raúl Fernández Siro; “Fruta amarga” y “Torrente”, ambos compuestos por Hugo Gutiérrez. Es suya la letra más perdurable y conocida del muy popular vals “Desde el alma”, compuesto por Rosita Melo. “Viejo ciego”, música de Sebastián Piana y Cátulo Castillo; “El último organito”, compuesto por su hijo, Acho Manzi; “Fueye”, con música de Charlo; “Abandono”, música de Pedro Maffia.Pero además de su directa relación con el tango, Homero Manzi fue un intelectual de múltiples facetas, Fue guionista y director de cine, teniendo fundamental presencia en muchos filmes que dejaron huella en la cinematografía argentina. Entre más de 25 películas, podemos citar: como guionista y codirector, junto a Ralph Pappier, “El último payador” y “Pobre mi madre querida”.
Como guionista o coguionista: “La guerra gaucha”; “Su mejor alumno”; “Pampa bárbara”; “Todo un hombre”; “Rosa de América”; “El viejo Hucha”; “Fortín alto”; “Escuela de campeones”; “De padre desconocido”; “Donde mueren las palabras”.
Manzi mantuvo una intensa actividad gremial que se vio reflejada en el ejercicio de la presidencia de SADAIC, la entidad que en Argentina agrupa a los autores y compositores. Tuvo una marcada actividad política, iniciada en su juventud con su adscripción al radicalismo yrigoyenista, continuada con su participación en FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) para finalmente adherir al peronismo.
Su muerte, siendo aún joven, apenas 43 años, dejó al tango en particular, y a la cultura argentina en general, sin una de sus voces más lúcidas e inspiradas.
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