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1591 Cultura + Espectáculos LA COLUMNA DE PAULA

Conjunción

A mi entender y sentir, envejecer, sería el proceso por el cual uno regresa lentamente a la conjunción con uno mismo, esa maravilla de darnos y sentirnos desde otro ángulo, ese entendimiento extraordinario hacia el propio yo.
Lic. Paula Monsberger

Por Lic. Paula Monsberger

¿Por qué todo lo que el ser humano es o hace, tiene que derivar en producto o servicio?

¿Por qué los seres humanos tienen que encontrar en todo lo que hacen, un motivo por ello?

¿Por qué debemos encontrar el cauce del río para que el agua no desvíe su curso?

¿Por qué somos tan permeables a la intemperie de la observación del quehacer intelectual que debe llenar nuestro conocimiento o la actividad física q debe esculpir nuestros cuerpos?

A veces simplemente eso que nos pasa o ha pasado, no nos sirve para nada, o no nos tiene que legar una enseñanza o advertencia.

“Con los años nos vamos reduciendo a escombro”, diría Gabriela Mistral.

Pero no estaría en contradicción con el pensamiento de Franz Kafka, para el cual, “la gente que vive a perpetuidad, es realmente inmortal, pero no en la dirección de la inmortalidad real, sino hasta lo profundo de su vida actual”.

No lo comprendo a veces, ese divagar hacia lo externo, no siempre nos lleva a la meta que estamos buscando.

El escritor alemán, J.W. Goethe “planteaba que es inútil divagar de un lado al otro en busca de sabiduría, pues cada uno aprende sólo aquello que puede aprender”.

¿Y si aprendemos lo que realmente podemos ser y hacer nada más, dejando de lado pensar en el producto o en el servicio que ese aprendizaje puede generar?

“Tal vez el mayor consuelo en la vejez, sería la certeza de haber invertido toda la energía de la juventud en obras que no envejecen con uno” (Arthur Schopenhauer).

A mi entender y sentir, envejecer, sería el proceso por el cual uno regresa lentamente a la conjunción con uno mismo, esa maravilla de darnos y sentirnos desde otro ángulo, ese entendimiento extraordinario hacia el propio yo.

“El que se enamora de sí mismo, tiene en su amor la ventaja, al menos, que no encontrará muchos rivales” (Georg Lichtenberg).

¡A veces en la misma incertidumbre del camino, el rival puede ser esa misma persona a la cual se quiere llegar, esa conjunción con el yo, que no conocíamos de nosotros mismos!

Y nos sorprendemos para bien, pues en ésta apurada y estúpida época en la que vivimos, lo más excéntrico que uno puede hacer es tener cerebro, diría el gran Oscar Wilde.

Yo agregaría también corazón, porque en esa conjunción están escondidas las pequeñas cosas grandes que nos dan la belleza a nuestro cotidiano vivir, esas pequeñas cosas, que se convierten en una gema de eterna infinitud.

Es en esa infinitud donde hemos construído la sustancia de lo que somos y llevamos dentro.

“Y es el tiempo la sustancia del que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río”, en palabras de Jorge Luis Borges.

Y es esa sustancia la que nos acerca a nosotros mismos, por ese cauce del río que corre en nuestras venas, construyendo nuestra alma día a día.

Alma que nos acompañará a lo largo de nuestra vida, como la fiel compañera amiga, que nos da su mano, en conjunción con la vida que nos acompaña en el proceso de acercarnos hacia nosotros mismos.

¡Hasta una próxima conjunción, estimado Lector!

LA AUTORA

PAULA MONSBERGER ES: MAGISTER EN RELACIONES INTERNACIONALES. LIC. EN CIENCIA POLÍTICA, RELACIONES INTERNACIONALES Y COMERCIO INTERNACIONAL. PROFESORA DE ALEMÁN. MAESTRA EN DECLAMACIÓN Y RECITADO. CONDUCTORA DE RADIO Y TV. ACTRIZ.

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