Por Silvia Rodríguez
En 1977 el genio surrealista Salvador Dalí contó que, estando con el poeta y cineasta Jean Cocteau en 1953, un periodista le preguntó al francés qué salvaría del museo del Prado en caso de incendio. Cocteau dijo que el fuego. Dalí informó en el programa A fondo a Joaquín Soler Serrano que esa respuesta era un plagio de un griego. El periodista, entonces, le hizo a Dalí la misma pregunta, y el surrealista catalán respondió que el salvaría el aire contenido en Las Meninas, que es el aire de mejor calidad que existe. Flores nos plantea una dicotomía entre el fuego y la tierra en el poema CREMACIÓN, y escoge el primero, no por plagiar a un griego, sino por no molestar al maestro cantero, por no molestar al que amasa el cemento, por no molestar al grabador, para que no gastes en flores y no tengas que subirte cada noviembre a esa escalera.
El pasado año, en su vigesimoctava edición, Pedro Flores (Las Palmas de Gran Canaria, 1968) se alzó con el Premio Alegría del Ayuntamiento de Santander sobre un total de 850 originales, según expresó el jurado “por su capacidad para desarrollar una exploración de la identidad y la memoria desde una aproximación cultural hasta la presencia obsesiva de la familia y las experiencias vitales cotidianas, donde dos símbolos definitivos de lo esencial y lo sencillo: la madre y la piedra, encuentran un espacio para configurarse como articulación de un libro orgánico y coherente”.

Si Byron se preguntaba qué es la poesía, si el sentimiento de un mundo pasado y futuro o si el mejor profeta del futuro es el pasado en Nuestro nombre es piedra, Flores, fiel a sus constantes para con la poesía, a sus ANIMALES DE COMPAÑÍA, es capaz de encerrarnos con el espectro del tiempo, desde la enésima eternidad al tiempo pretérito, en unos pocos versos: Yo tampoco querré irme; le pediré a la vida un ratito más,/ como cuando daban aquellas películas por la noche/ y al día siguiente jugábamos en un descampado/ con animales y con fuego, con animales y con piedras. Y si el pasado es profeta, arriero o poeta, Flores apoya la cabeza en la primera piedra que le llame hijo: A nosotros las piedras en el camino/ no nos enseñaron nada. Nosotros/ éramos las piedras.
Mi madre está ciega-escribe- mi padre que no lee poesía, mi hermano quien encendió la hoguera, a la sombra de un rododendro que enraizó entre los finísimos huesos de mi hermana o abuelo devorando a sus hijos dan volumen a las obsesiones domésticas de Pedro Flores; lo que más pena le da en el mundo al poeta es escuchar a su madre decir, mientras le limpia la cara: a ver si van a creer ustedes que yo soy de piedra. Así, este libro de poemas establece una nomenclatura de nombres cotidianos, míticos, inventados, cruentos, metapoéticos: madre, padre, hermano, hermana, abuelo o Miss Postguerra, tijera, papel, el caballero negro, la niña, Napoleón, Darío, Cosmos, Volodia, Virginia, Pamplinas o el viejo Cara de piedra (Cara de piedra, porque las piedras no se ríen/ y el viejo Buster Keaton sabe que, como un poeta,/a nadie debe importar lo que un tipo siente/a este lado de la pantalla).Si en Estricnina para sirenas (Colección Natalia Sosa Ayala, Gobierno de Canarias, 2021) tenemos el poema “Instrucciones para desactivar a un poeta bomba” que termina con los versos Si no tienes a mano unas tenazas, huye./ O vuela por los aires en este libro SCRABLE nos tiende otra trampa, otro juego hipnotizante donde Padre cabe en piedra, / pero piedra no cabe en padre. Así es la poesía del poeta que nos ocupa: bárbara, cognoscible, irreverente quimérica, brillante (¿Y las piedras, se arrojarán al cielo/impelidas por los poetas?).
Salvador Dalí, exponente de la imaginería fantástica y el onirismo, opinaba que la esencia de la pintura es el aire. El aire, no la luz. En CON PIEDRAS A MARÍA el poeta escribe Mi padre, que está libre de pecado, arroja la/ primera piedra/ Mi madre, que está libre de luz, arroja la segunda; y justo en la página siguiente encontramos el poema EL COLIBRÍ Y SU AMANTE: No es extraño/ que seamos dos piedras, / ni el deseo que nos impele a volar. / El aire, amada, el aire/es el milagro.
Esa ave diminuta se queda suspendida en el aire para libar el néctar de las hojas de colores, de los pétalos encendidos mientras que la poesía de Pedro Flores, polisémica, vence a la gravedad, se aleja del centro de la Tierra.
Decía el prolífico, iconoclasta escritor argentino Julio Cortázar, autor de la inclasificable “contranovela” Rayuela, que se escribe por receta o por alimaña; Pedro Flores, con un plantel de innumerables premios entre los que destacan el Antonio Oliver Belmás por Cómo pasa el aire por el lomo de una bestia (Madrid, Tres Fronteras, 2015), el Flor de Jara por El don de la pobreza (Diputación Provincial de Cáceres, 2019) el Jorge Manrique por Los poetas feroces cuentan lobos para dormir (Palencia, Cálamo, 2023) o el Generación del 27 por Los gorriones contrarrevolucionarios (Madrid, Visor, 2023), escribe con una peculiar fiera de fuego y aire en el hombro, que también es ciega, loca, enferma, y borracha y nos dice VIRGINIA se sumerge en el Ouse/ con los bolsillos llenos de piedras:
Cada uno se ahoga y se muere en su idioma- Y nos deja de piedra-
LA AUTORA
Silvia Rodríguez estudió Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada. Ha publicado Rojo Caramelo; El ojo de Londres; Casa Banana; Shatabdi Express; Bloc de notas; Departamento en Quito; Ciudad Calima; Padresueño; Las princesas no tienen nombre; Marabulla (Premio Internacional de Poesía María del Villar 2018), reeditado por Nectarina Editorial, la editorial argentina PALABRAVA y en inglés por la británica Olympia Publishers; Provincia del dolor (colección Biblioteca Básica Canaria ,Viceconsejería de Cultura y Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias) y La desnuda raíz de la rosa (Premio de Poesía Pedro García Cabrera CajaCanarias 2024). Ha editado poemas en revistas como La porte de poetes, Ficciones, Turia, Piedra del molino, Mundo Hispánico, Telegráfica, 21 versos, Fraktal o Santa Rabia. Poemas suyos han sido traducidos al italiano, húngaro, eslovaco, inglés y árabe. Fue seleccionada como poeta en el Programa del Septenio del Gobierno de Canarias Autores estelares. De 2003 a 2020 trabajó como asistente de dirección para LPA FILM FESTIVAL.
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