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1591 Cultura + Espectáculos ENTREVISTA

China Díaz: "El teatro es mi vida"

Alicia “China” Díaz es actriz, integrante de la Comedia de la Provincia y una de las artistas más reconocidas de La Rioja. Comenzó su carrera a los 15 años y nunca más se detuvo. Hoy, con 84 años, admite que piensa un poco en el retiro, pero también en que “sin el teatro, moriría”.
Anouk Zárate

Por Anouk Zárate

Entrevista a China Díaz

Del 30 de marzo al 2 de abril se llevó a cabo la 37° Fiesta Provincial del Teatro “Manuel Chiesa”. En ese marco, “China” Díaz expresó que “es una alegría encontrarme con teatreros de otras provincias y estamos también ensayando mucho, porque nosotros no entramos en competición, entonces los ensayos no nos dejan ver las otras obras, pero ya sabremos quién gana y después podemos ir a verla. Es una alegría enorme porque uno está de fiesta estos días y recuerda a tanta gente que ya no está: a Manuel Chiesa, a Pedro Agost, a tantos compañeros que se han ido. La comedia está ensayando porque reestrenamos la obra ‘Lloverá’, de Víctor María Cáceres y viene Jorge Dubatti, un investigador de Buenos Aires que está viendo obras regionales con temáticas actuales para hacerlas conocer a través de sus libros. La temática principal de nuestra obra es la sequía, que la gente de Los Llanos la sufre tanto.” La historia de “China” con esta obra es especial, porque ella estuvo en el estreno, realizando su debut en el escenario. “Mi primera obra de teatro fue ‘Lloverá’, cuando tenía 15 años, con Víctor María Cáceres como director y autor de la obra. Ahora tengo 84 años, estoy haciendo un personaje que por supuesto es la vieja; una vieja muy pícara, muy riojana, muy religiosa que cree que con los rezos Dios puede hacer llover. En ese entonces, hacía el papel de una de las chicas y yo me regocijo con la obra, porque es volver atrás y recordar mi adolescencia, y ahora gracias a Dios sigo teniendo salud y puedo seguir arrodillándome y correr todavía en un escenario, y haciendo esta obra que fue muy especial para mí, porque Víctor me enseñó a caminar sobre un escenario, a dar mis primeros pasos. Él fue mi primer maestro, un maestro tan particular porque tenía esa dulzura y esa ternura, porque sabía que estaba tratando con una niña que tenía que guiar, aconsejar, darle las directivas, buscar la comunicación con el otro personaje. Ahora sigo en la comedia con César Torres, que es un excelente director, hace tantos años que lo conozco -más de 40- y es un director que se preocupa por los actores, trata de sacar lo más escondido que tiene uno adentro y nos da unas lecciones de teatro, de actuación; es bárbaro. Nos enseña cómo decir un texto con matices, con emoción o cómo decirlo con cierto humor, es fabuloso. Desgraciadamente, pienso que es ya el único director que queda en La Rioja tan completo, porque él escribe hasta canciones para nuestras obras, hace coreografías, va creando porque sabe, estudia mucho la danza, la música y la poesía”.

Díaz fue una de las primeras integrantes de la Comedia de la Provincia de La Rioja y recuerda todos los detalles de sus inicios: “Hace 55 años que estoy en la Comedia, desde el año ‘68; hice muchísimas obras, estaba únicamente en ese momento el Teatro Provincial, que todavía no tenía el nombre ‘Víctor María Cáceres’; se llenaba de gente porque eran obras, clásicos que dejaban algo en la gente, te ibas con esa sensación de haberte emocionado, de haber visto algo maravilloso. También veo esta generación; trabajo con tantos jóvenes tan capaces, tan talentosos, completamente formados porque saben cantar, saben música, saben baile. Yo antes hacía mucho teatro infantil, ahora ya lo he dejado porque están los jóvenes; han ido a todos los jardines de La Rioja y todos los centros vecinales, allá va la Comedia de la Provincia y además a los pueblos. Anduvimos muchísimo por los pueblos de La Rioja y eso me alegra. Yo me voy a ir de este mundo con esa alegría de ver que quedan jóvenes muy bien formados, talentosos y al lado de César Torres se van formando cada día más, porque de la Universidad salen jóvenes muy formados en formación teatral, pero no de actuación, entonces César forma al actor, lo termina haciendo una obra de arte. Yo siempre digo que ellos salen de un laboratorio; algo muy útil, pero la actuación se la ve en el escenario”.

Más allá de ser una actriz incuestionables, también incursionó en otra mágica disciplina, donde se cruzó con alguien que también hace años es su compañero en la Comedia: “Yo empecé con Juan José Herrera haciendo radioteatro en los años de oro de LV14, en los ‘50, hasta cerca de la década del ‘60; se paralizaba La Rioja a las 14.30 para escuchar ‘Nazareno Cruz y el lobo’, ‘El león de Francia’, todas esas obras que la gente salía de las oficinas y no veía la hora de llegar a la casa para poder escuchar el radioteatro y era una magia. A mí me gusta muchísimo la radio, es algo especial que tiene la imaginación. Si estoy escuchando radio, me imagino cómo será la locutora o cómo será el locutor y lo que me está contando; en el radioteatro había mucha imaginación y trabajaba la mente, no como ahora que una novela te la dan servida; en cambio nosotros hacíamos hasta los efectos especiales. No había tanta tecnología como hay ahora y lo hacíamos nosotros; las puertas que se abren, los pasos, cuando se sirve una copa, todo eso. Cuando empecé con Florencio Chazarreta y Susi Morán, llevaba en una caja grande todo para hacer los efectos especiales frente al micrófono y aprendí mucho porque había primer plano, segundo plano y tercer plano en el radioteatro; los gritos terribles eran tercer plano, por ejemplo. Es mágico también porque yo siempre digo que el micrófono es algo con lo que podés hacer emocionar y llorar a los que te escuchan, es algo especial para mí. Yo añoro tanto el radioteatro como amo el teatro, por supuesto, porque el radioteatro empezó a morir con la televisión y las telenovelas que ya empezaron a tener su furor y el radioteatro poco a poco fue muriendo”.

Con respecto a la actualidad del teatro local, esta histórica actriz asegura: “Ahora el teatro en La Rioja todavía no alcanzó lo que yo quisiera que alcance, como hacen los teatros oficiales como el nuestro. Porque la Comedia se mueve a todos lados; a la gente que no puede ir a una sala o no puede venir al centro, nosotros vamos a llevarle la obra a Las Parcelas, al barrio Santa Lucía, a barrios perdidos. Vamos y a mí se me acerca gente de 50 o 60 años y me dice que nunca han visto teatro, que es la primera vez y eso te emociona y te da un poco de bronca porque tendría que haber más elencos que salgan al interior y a los barrios. A la gente le hace falta el teatro, se emociona y hay una comunicación tan grande con el público. Yo lo comprobé haciendo ‘Pañuelos’ -una obra sobre desaparecidos en la dictadura militar de 1976-, donde hago de una de las madres de Plaza de Mayo, cuenta la historia cómo me secuestraron a mi hijo, todo lo que pasé, lo que anduve, todo lo que soñé. No sé a cuántos colegios secundarios fuimos con la obra y fue tan emocionante ir al Servicio Penitenciario a dar la obra a los chicos que estaban presos. Me dio un poco de pena ver a tantísimos jóvenes detenidos y lloraban con la cabeza gacha, escuchando nada más, no querían mirarme. Eso para mí es gratificante; ir a la cárcel, al pabellón de las mujeres a relatar cuentos de aparecidos de La Rioja con un guión que hizo Cesar Torres, una recopilación de cuentos de Amaná, de Malanzán y de Chamical ahí donde aparece El soldadito del regimiento 15 de Infantería que bailó con la finadita en el baile que se hacía cerca de las islas Malvinas, en el barrio cementerio. Emociona tanto a la gente, que para mí es gratificante todo eso.”

Tantas décadas en el escenario son un trabajo inmenso y es un testimonio del amor por el arte, sobre eso, la China confiesa: “Claro que ya estoy pensando, poco a poco, en el retiro porque son 84 años sin parar con el teatro, que fue y es mi vida; el corazón mío está puesto en el teatro, no podría vivir si no hago teatro. Tuve un marido que me duró 47 años que nunca me dijo ‘¿Por qué venís tan tarde? Mira la hora que es, la gente habla’, porque en esa época hacer teatro para una mujer era una audacia, volver a las 12 de la noche… Me acuerdo que mi papá me mandaba la cama sin comer por haber estado ensayando, porque llegaba cerca de la medianoche a casa y un día me acompañaba Américo Solari, al otro día me acompañaba Chacho Cabral y la gente hablaba y decía que era una mala chica. Todas esas cosas he pasado, la mujer que se ponía pantalón no era bien vista y menos fumando; a esas cosas le he hecho frente y he seguido adelante gracias a mi marido que él supo comprender. Si él me decía ‘vos no vas a hacer teatro’, yo no sé… Me moría”.

Una vida entera con recuerdos es muy difícil de resumir, pero entre los momentos destacados, Díaz nos relata: “Una vez vino un director de Buenos Aires a dirigir una obra por un convenio y él me permitía que vaya y busque a mi hija para darle la teta; parábamos el ensayo y recién después de que alimentaba a mi beba seguíamos. Todas esas cosas… tantos recuerdos, tanto que le debo a la vida. Cuando trabajé en los barrios 4 de Junio, Virgen del Valle, el barrio Argentino, Alta Rioja y más; hicimos un teatro comunitario y había chicos que ahora son hombres y cuando me ven, me saludan y son hombres grandes ya, es una alegría enorme volver a verlos. Así que cómo dejar el teatro y cómo no agradecerle que sigo viva, que estoy bien gracias al teatro y a Dios que me da la salud que tengo”.

“Son varias obras las que me marcaron, porque fueron un trabajo de actuación muy grande. Es como desgarrarse por dentro, para que haya comunicación con el público porque si lloro sin sentimiento no les va a llegar. Cuando hago ‘Pañuelos’, lloro por dentro y salgo con una carga emocional, un cansancio por dentro tan tremendo, pero ese es mi trabajo y además la gente se emociona, he visto gente de 60, 70 años llorando cuando cuento todo lo que pasé cuando anduve buscando a mi hijo. Eso me llena de satisfacción, me desgasta un poco el corazón porque yo lo hago con una entrega total. Yo tuve una parálisis facial; estuve 45 días sin hablar y no podía hacer teatro. Entonces Cesar me dijo que sí lo iba a hacer, que tenía un unipersonal especial para mí e hice ‘De azúcar y de miel’; era una viejita que se le moría el marido, y lloraba, lloraba. Era muy graciosa, muy linda y de un autor tan bueno como el riojano Ángel María Vargas. Después vino ‘Manuela la Brava’, una mujer que había trabajado en frigoríficos, en la cosecha, donde sea para que su hijo estudie y termina siendo un gran abogado famoso, luego ministro y ella lo miraba pasar, pero él no la miraba, la despreciaba. Fue tremendo, un espectáculo maravilloso del que guardo muchos recuerdos porque después ella se enloquece, y va formando el círculo de la locura donde giraba con una música de ópera fantástica y ahí soñaba y en los sueños ahí es donde yo tenía a mi hijo, es verdad”.

Recuerda Díaz, quien -como cualquier actor- a veces vive experiencias similares a sus personajes. “Cuando yo sueño con mi hija, que era profesora de matemáticas y murió a los 24 años de diabetes, en esos sueños soy feliz porque la vuelvo a ver, la vuelvo a tener. Lo sueño a mi marido y soy feliz porque esta conmigo de nuevo. Entonces esa mujer soñaba que tenía a su hijo en su locura y pensaba en cómo lo crió y que ahora ya no era de ella, sino de los demás. Era una persona que se ha separado de ella y se fue con el pueblo. Hice también ‘La celestina’, grabé con el profesor Eduardo Fuentes ‘La viuda’, del libro ‘Las Mujeres de Mitre’ del profesor Mercado Luna, fue como un radioteatro. Todos esos son recuerdos y a veces, cuando estoy sola me pongo a pensar, vuelvo hacia atrás y vuelvo a ver a esa chica de 15 años que empezaba a hacer teatro. Agradezco a Dios y a toda la gente que me quiere, que yo sé que hay mucha. Esa es mi vida, el teatro”.

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