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1591 Cultura + Espectáculos ESPACIO DEL COLEGIO PROFESIONAL DE PSICOPEDAGOGOS

La aventura de aprender...

A partir del momento en que un niño nace, y por la mediación del lenguaje, los objetos que conforman el entorno adquieren valor significante. Poco a poco y a la par que enriquece su lengua el niño va descubriendo sus nominaciones, funciones, usos, dando lugar así a los primeros aprendizajes.
Lic. María Isabel Rodríguez Álamo

Por Lic. María Isabel Rodríguez Álamo

El aprendizaje es desafío, aventura, búsqueda constante, es asombro y sorpresa, es satisfacción y beneplácito, es apuesta, superación y crecimiento. A partir del momento en que un niño nace, y por la mediación del lenguaje, los objetos que conforman el entorno adquieren valor significante. Poco a poco y a la par que enriquece su lengua el niño va descubriendo sus nominaciones, funciones, usos, dando lugar así a los primeros aprendizajes. También los seres que le circundan asumen lugares, nombres y funciones. Todo un universo simbólico se abre ante él, de manera gradual pero constante. Así se sientan las bases de un proceso que acompañará al sujeto durante toda su existencia, proceso que, dependiendo de múltiples determinantes, asumirá en cada quien una impronta singular, un matiz propio.

Luego de algunos años, llega otra etapa: el ingreso a la escuela y con él la invitación a nuevos retos. Ahora los conocimientos se complejizan, se organizan en áreas, se seleccionan y articulan. Además de los juegos y las experiencias cotidianas en el seno familiar tan fecundos para el pensamiento en los primeros años, el sujeto es invitado a incorporar saberes de manera sistemática y reflexiva, lo cual implica sortear nuevos obstáculos, y poner en juego cada vez más sus potencialidades intelectivas.

Se sabe lo importantes que son en esta etapa los estímulos que acompañan a los saberes impartidos: soportes visuales, estrategias lúdicas y toda clase de herramientas que resulten motivadoras y faciliten el proceso. También, como psicopedagoga, en ocasiones he asistido a experiencias que han convocado mi atención e incluso mi sorpresa. Uno de los ámbitos a los que me aboco, el apoyo pedagógico personalizado supone muchas veces abordar contenidos que entrañan cierto nivel de dificultad, para lo cual es preciso hacer uso de estrategias y actividades alternativas. Alcanzar su comprensión requiere de tiempo así como recursos metodológicos específicos. De acuerdo a la complejidad de los contenidos, a soportes tales como láminas, ilustraciones y actividades lúdicas se suman otros medios de abordaje, quizás no tan atractivos si bien no menos eficaces.

Es así como me ha sucedido el tener que destinar una sesión completa a trabajar sobre alguna temática, apelando a estrategias especiales y adecuadas al caso, aunque sin más escenario que un escritorio, cuadernos y lápices y sin otro sostén que la mirada atenta y la palabra mediadora, haciendo de guía y obrando como puente. Así y todo al concluir una sesión de trabajo arduo y sostenido, en lugar del entendible cansancio o hastío, me ha ocurrido, para mi sorpresa, encontrarme con una mirada de complacencia y agrado, acompañada por lo general de una sonrisa y alguna pequeña frase: “¿Sabe? Fue lindo resolver estos problemas” o bien, como me sucedió una vez, el descubrir una nota sobre el escritorio, cuando la niña ya se había retirado, que decía: “Me gustó mucho la tarea de hoy”… Con el tiempo empezó a ser una experiencia repetida, a veces sólo una sonrisa complacida al concluir la actividad, otras, unas pocas palabras para expresar el contento. Ya no me sorprendo tanto.

¿Cómo entender estas respuestas, estas expresiones de satisfacción luego de una hora o más de tarea sostenida y compleja? Con frecuencia pienso que tal vez el origen de estas exteriorizaciones de mis jóvenes pacientes, que tanto me sorprendían al principio, se encuentre en su fascinación al comprobar cómo sus esfuerzos intelectivos lograron abrirse camino lentamente, paso a paso, venciendo obstáculos, accediendo así a saberes que se habían presentado esquivos y poco accesibles. Reflejan la satisfacción de haber construido juntos nuevos recorridos para llegar a los mismos, hablan del placer por la experiencia renovada y siempre singular de haber podido “hacer”, “comprender”, “responder” sin otro sostén que la palabra y la mirada atenta de un otro que proponiendo caminos alternativos, respetó sus tiempos y posibilidades, pudo esperar, y ayudó a construir.

LA AUTORA. Lic. en Psicopedagogía M.P. 115. Profesora en Psicopedagogía. Integrante del equipo EOYA perteneciente al Programa Interministerial Crecer Sanos

PSICOPEDAGOGIA

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