Por Alicia Corominas
En el Mes de la Mujer Riojana voy a evocar a una escritora, una mujer excepcional, en todo el significado de la palabra, por su inmensidad creadora y por su prolífica y generosa entrega a la cultura riojana. Estoy hablando de Carmen Celia Agüero Vera de Barrionuevo, QUINCA AGÜERO VERA, como se la conocía y aún se la recuerda. Centró su vida en la entrega, sin límites, para visibilizar, promover y difundir la cultura de La Rioja. Por esa razón, este año del centenario de su nacimiento, será una referente de la Feria del Libro, lo que aplaudo desde aquí.
Hablar de Quinca no es nuevo para mí. En tiempos de pandemia, cuando nos comunicábamos vía ZOOM, produjimos con el escritor y poeta Fernando Viano una serie de presentaciones enmarcadas en el programa Letras en Conexión, de la Secretaría de Culturas de la Provincia. Para esa programación elegí autoras y autores riojanos, que nos habían dejado ya, trayéndolos a la memoria o dándoles vida para las nuevas generaciones. Presentábamos entonces, con Fernando Viano, la semblanza de un escritor o escritora de La Rioja que ya no estuviese entre nosotros, y cerrábamos el programa con una entrevista a un joven escritor/a, músico/a, cineasta o artista, entre quienes nos regalan sus obras, actualmente. En esa oportunidad me referí a Quinca Agüero Vera. Además, escribí un artículo sobre esta gran mujer, que siempre quise y admiré, para el Suplemento Cultura y Espectáculos del Diario Nueva Rioja, artículo que luego se difundió por Google.
Hoy me lleno de orgullo y emoción porque veo que, en este año nuevamente, en el mes de marzo dedicado a las mujeres riojanas, desde la Secretaría de Culturas, se continúan abriendo los espacios para el reconocimiento de grandes mujeres que se destacaron en los diversos campos de la cultura, pero permanecieron acalladas u olvidadas en el remolino patriarcal y apenas se las menciona en nuestra historia, historia que también abarca a Quinca Agüero Vera. Ella solía expresar que La Rioja era “su Rioja”, “mi Rioja”, decía, y lo resalto porque Quinca nació en Buenos Aires en 1925, donde se desempeñaba su padre como Procurador General de la Nación en ese momento, y antes, como diputado nacional por La Rioja. Allí, en Buenos Aires, la pequeña Quinca, inició la educación primaria en la Escuela Normal N°1. Luego la familia regresó a La Rioja, a la tierra de sus antepasados.
La madre de la autora que evocamos hoy fue Celia Isaza Bustos y el padre, el talentoso y polifacético Juan Zacarías Agüero Vera (JZ Agüero Vera, como se lo conocía familiarmente y hasta hoy continuamos nombrándolo con sus iniciales). Fue abogado, periodista, educador, jurista, político, escritor y autor de varias obras históricas, folklóricas y literarias, entre las que destaco “Cuentos Populares de La Rioja” y su obra insignia: “Divinidades Diaguitas” que no puedo dejar de mencionar. Actualmente, este libro integra la Colección Ciudad de Los Naranjos.
JZ, el padre de Quinca, fue también un destacado hombre político que desempeñó importantes cargos públicos, no solamente en La Rioja, donde fue gobernador en el período 1929-1930, año que terminó su mandato por la revolución que destituyó a Yrigoyen.
La vida de la familia de Quinca y sus dos hermanas se desarrolló en distintos lugares del país, a donde se trasladaban por las múltiples designaciones políticas y exigencias laborales de Juan Zacarías. Cuando la pequeña Quinca llegó a La Rioja, continuó la escuela primaria en la Escuela Normal y posteriormente volvieron a Buenos Aires donde cursó el Magisterio en la Escuela Normal Superior N°1.
Si nos adentramos en la vida familiar de Quinca ya mayor, puedo contarles que estuvo casada con el igualmente recordado Prof. de Historia, Héctor Barrionuevo, también doctor en Historia, con quien tuvo dos hijos: Juan y Julio y dos hijas: Coca y Graciela, a quien agradezco gran parte del material biográfico que ella conserva, como el extenso currículum literario, por ejemplo, que fue redactado por Quinca y, por lo tanto, es un documento original, de primera línea.

En cuanto a su vida profesional, Carmen Agüero Vera de Barrionuevo, se desempeñó como maestra en 1er grado de la “escuela de San Vicente” y fue tal su entrega, que en los últimos años de su vida, habiendo sido ya reconocida en la provincia, en la nación e internacionalmente, como figura descollante en las letras, ella solía decir que de la intensa actividad cultural que había desarrollado, lo que la hizo más feliz fueron esos años de maestra: cuando terminaban las clases y aquellos chiquitos, tan necesitados de todo, se despedían, la abrazaban y se iban sabiendo leer y escribir. Todo lo cual demuestra su verdadera vocación de servicio por el bien de los riojanos, anhelos que fue plasmando en el incansable camino que abría a cada paso, con su hacer torrentoso y sin medida.
Si avanzamos en otros campos de la cultura, veremos que Carmen Agüero Vera integró numerosas asociaciones y ocupó importantes cargos en la función pública: fue directora de la Biblioteca Legislativa, interventora en el Archivo y Boletín Oficial, directora general de Bellas Artes y directora provincial de Cultura; a este último cargo lo desempeñó durante 14 años, desde 1967, en sucesivos períodos de gobierno. Desde ese lugar gestó obras significativas que enriquecieron y difundieron el acervo cultural de los riojanos.
En 1968, por ejemplo, desde la Dirección Provincial de Cultura, se organizó, con la colaboración de un destacado folklorista riojano, Amable Flores, la primera exposición de artesanías tradicionales del NOA en la que participaron 5 provincias del Noroeste argentino. Se realizó en la vieja casona de la familia Pazos Moreira, y entonces surgió la brillante idea de crear lo que hoy es el Museo Folklórico.
Por las gestiones de Quinca a nivel nacional se concretó este proyecto, cuando la Secretaría de Turismo de la Nación adquirió esa casona de los Pazos Moreira y la traspasó a la provincia para el funcionamiento del Museo Folklórico. De la instalación se encargó otra mujer brillante de La Rioja, Lilia Otáñez de Basso (Chiquita, como la conocimos) y contó con el asesoramiento de Julián Cáceres Freyre, otra personalidad destacada de la cultura riojana.
Julián Cáceres Freyre entregó en comodato, una cantidad de piezas de su propiedad, al Museo Folklórico, y en su testamento dispuso la donación de ellas, lo cual constituye hoy, gran parte del patrimonio de este importantísimo Museo de La Rioja, que se inauguró en 1969.
Otro museo que se fundó durante la gestión de Quinca Agüero Vera, es el Museo de Arte Sacro. De su instalación también se encargó a Chiquita Otáñez de Basso y a Marta María Sotés que era museóloga.
Voy a destacar igualmente, la instalación de un Taller de Dibujo y Pintura que estuvo a cargo del reconocido pintor riojano Ramón Artemio Soria, hermano del folklorista e investigador riojano Juan Carlos Soria, el Pelau Soria, como lo conocimos.
Igualmente fue obra de Quinca la conformación del elenco teatral de la Comedia Riojana, encargando su organización nada menos que al distinguido Ariel Keller, actor y director de cine, teatro y televisión, periodista y dramaturgo, una figura muy reconocida a nivel nacional en ese tiempo.
Quinca Agüero Vera también dio vida a la “Fiesta Provincial del Artesano” y a la “Fiesta Provincial de la Chaya y la Serenata”, cuya inauguración se concretó en 1969.
Por su iniciativa se realizó a nivel nacional, en 1971, el certamen literario del que surgió la letra de nuestro Himno de La Rioja, de Leila Marasco de Bilmezis, al que puso música Francisco Frega y se oficializó como Himno de la Provincia por la Ley N° 6945 del año 2000.
Continuando con el accionar cultural de Carmen Agüero Vera, les comento que integró la comisión directiva de instituciones literarias señeras, como SADE (Filial La Rioja) y CER (Círculo de Escritoras Riojanas) y representó a la provincia integrando el NOA CULTURAL desde su formación, y el Consejo Federal de Coordinación Cultural.
Asistió a numerosos seminarios, congresos provinciales y nacionales como delegada de la provincia, y participó en reuniones culturales en Seúl, Nueva York y México, invitada por organismos internacionales de periodistas y escritoras porque Quinca Agüero Vera fue una brillante representante de las letras, en poesía, cuentos y chayas, todo lo cual trascendió y la hicieron famosa.
Quienes no la conocieron se estarán preguntando: ¿Cómo era, personalmente, Quinca? Para dar respuesta voy a valerme, en primer lugar, de un fragmento del poema “SOY” de su bello libro LEBREL DE LUZ que ella escribió para definirse. Esto nos dice en SOY
Un árbol-cauce, / cáliz sediento de la amorosa luz, / raudal inasible de altura / potencia infinita / que abre sus brazos / y que me tiende sus escalas, / y en ellas, / árbol-cofre, / atesoro la gracia y la vida, / árbol-torrente, / que en el fin de los fines / derramo, / siembro, / fecundo, / fiel instrumento del espíritu, / el amor constructor del universo.
Con este poema queda en evidencia, que Quinca fue un ser luminoso que derramaba su mensaje místico, sin recelos ni disimulos: No te escondas, Señor, entre mis brumas. / Es urgente tu cruz de Luz / en mi conciencia. Así comienza su poema “SED” que es parte también de “El Lebrel de Luz”. Este bello y pequeño libro se editó en 1982. Fue ilustrado por una sobrina de Quinca, nada menos que por Martha Elena Cortez Álvarez Agüero a quien hoy la seguimos admirando como escultora, por su exquisita sensibilidad y capacidad técnica, y también, por haber sido la esposa y compañera de nuestro querido y recordado Miguel Bravo Tedín.
Entre los libros publicados de Quinca, nombraré 5 poemarios: “Tiempo de Ternura”, “El Hombre y el Reino”, “Lebrel de Luz”, “Poemas para ser Soñados”, “El Trueno y el Susurro”, más 2 libros de cuentos: “Quiero decir mi Gente” y “Azul”.
El último libro de su autoría fue “Reporte Venus” que, como su nombre lo indica, se basa en una serie de entrevistas y conversaciones que mantuvo con una mujer anciana vidente, Juana del Carmen Escudero de Salgado, que vivía en Villa Dolores, Córdoba. Esta humilde y sencilla anciana decía, con innegable certeza, que tenía contacto con seres de Venus. Sin dudas Quinca consideró verosímiles estas historias y las publicó en “Reporte Venus”.
Además, varias de las obras literarias de nuestra autora integraron alrededor de 20 antologías y recibió numerosos premios: medallas de oro, plaquetas de reconocimiento e incontables distinciones. Uno de sus cuentos, “El BUMBÚN, trascendió hasta hoy. Había obtenido el Segundo Premio en el “Certamen (Regional) de Cuentos Breves”, en 1960. Más tarde fue publicado en su libro “Quiero decir mi Gente”.
Me voy a detener unos segundos en esta obra por muchas razones que ya apreciarán ustedes. “Quiero decir mi gente” consta de 3 Partes: Cuentos Telúricos, Cuentos Ciudadanos y la Tercera Parte se titula “Un Cuento Metafísico” porque tiene efectivamente, un sólo cuento titulado “La Letra E”. En el epígrafe, la autora escribió: … un cuento…que no es un cuento. El misterio, a veces, puede entreabrir sus pórticos de Luz y de neblinas irisadas. En la Segunda Parte, “Cuentos ciudadanos”, nos habla de “la altivez, el poder, el soñar, el bregar y la soledad-angustia”, tal como ella lo expresa. Y como voy retrocediendo en esta descripción de “Quiero decir mi gente”, llegamos a la Primera Parte, “Cuentos Telúricos”. En el epígrafe nos dice la autora: “La Madre Tierra moldea al hombre y el hombre la fecunda con espíritu, sudor y lágrimas”. Es en esta primera parte donde encontramos “El Bumbún”, posiblemente el cuento más difundido de Carmen Agüero Vera. Se basa en un hecho de la vida real que, según pude averiguar, ella conoció siendo muy joven, porque el personaje principal, a quien le llama Ramón en su cuento, trabajaba en la finca de una tía suya, María Elisa Isaza que vivía en San Miguel, en Chilecito. Cuentan quienes lo conocieron, que Ramón se caracterizaba por su personalidad oscura y huidiza. En el cuento “El Bumbún”, Quinca describe el bumbún, un abejorro, un insecto cuyo nombre es onomatopéyico por el zumbido que emite cuando vuela o carcome las vigas de madera de las casas en el campo. Como tiene mucho peso, cae frecuentemente con las patitas hacia arriba, y a pesar de las dificultades se levanta por sus propios medios. El protagonista de este cuento, en la percepción de la autora, presentaba características que lo asemejaban a este insecto, y por esa razón, tituló su cuento “El Bumbún”. El libro “Quiero decir mi Gente” donde se publicó, obtuvo la “Faja de Honor” de la Asociación de Escritores Argentinos. Y el cuento también siguió su camino exitoso cuando el actor y director de teatro, Manuel Chiessa, hizo una admirable adaptación, convirtiéndolo en una pieza teatral que alcanzó el primer premio del Festival Nacional de Teatro, en 1994.
Más tarde, el cineasta riojano Fernando Bermúdez, como director, junto al productor Sergio González, adaptaron este cuento para el filme del mismo nombre, y El Bumbún voló hacia otros países obteniendo distintos premios y distinciones nacionales e internacionales. La película se estrenó en Málaga poco tiempo después de que nos dejara Quinca, quien falleció en la ciudad de Córdoba en abril de 2014, cinco días antes de cumplir 90 años.
Para terminar, les cuento que en el libro “Azul”, nuestra autora publicó la primera y la segunda parte del Bumbún, es decir, el cuento ya conocido y su continuación, porque el argumento que desarrolla la película es la primera parte, pero esa historia tiene continuación. Como los libros de Quinca están agotados, los invito a buscarlos en las bibliotecas y en el Archivo Histórico ya que su autora, Carmen Celia Agüero Vera, bien merece que la traigamos al presente y disfrutemos su obra.
Antes de terminar, quiero destacar algunas características personales que muchos conocimos y que en palabras de su hija Graciela fueron: la generosidad, la dulzura, la simpatía y frescura de su sonrisa, la firmeza en sus convicciones, la sensibilidad y el compromiso con los hombres y mujeres que, en el hacer cotidiano van construyendo la cultura riojana. En síntesis, podemos decir que Quinca Agüero Vera, es un orgullo para los riojanos y una mujer digna de ser recordada.
Voy a terminar leyendo dos breves poemas de mi libro “Tres Indecisas Lágrimas”. Su Primera Parte que titulé NOSOTRAS consta de siete poemas para diversos tipos de mujeres y al leerlos recientemente, observé que todos podrían ser dedicados a Quinca, por su polifacética personalidad, como su padre. Elegí “Mujer Fecunda” porque la pinta de cuerpo entero.
Para usted Quinca, con sentida admiración.

MUJER FECUNDA
Mujer sorpresa
que cortas las amarras
del tedio
y las entierras.
Buscas otros decires
sufres intensas penas
y te expandes de gozo
con la brisa encendida
con el sangrante ocaso
con los versos rotundos
que apedrean
hasta tocar
el profundo sentido de la vida.
Mujer fundante…
dejas correr tu aliento
por múltiples vertientes
para animar desiertos.
Vuelas con la frescura
de angelicales sones
sin desatar la carga
que te agobia
o caminas
con ojos en el alma
y alas en la mente
sin esquivar miserias
sacudiendo las sombras
hilvanando respuestas.
Si te envuelve la dicha
te engalanas
te elevas
sin perder conexión
con el barro y el llanto
con la escasez infame
con el grito de furia.
Y a todas las heridas
y recuerdos gozosos
los pones en colores,
en palabras, en canto,
en formas caprichosas
o en imágenes que hablan.
(Alicia Corominas)
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