Por Lic. Lorena Yonadi*
Ortega y Gasset decía “La vida es una serie de colisiones con el futuro, no es la suma de lo que hemos sido, sino lo que anhelamos ser”. Esta metáfora sobre la vida, puede resultar hermosa o cruel, dependiendo del lado desde donde se lo mire y de las circunstancias que nos tocaron vivir. Las personas que consultan a Psicopedagogía, tienen que reelaborar ese “anhelar” porque padecieron algún daño neurológico adquirido, un imprevisto que sacudió sus vidas y los obligan a tomar otro rumbo o simplemente solo a desviarse.
El daño neurológico adquirido es el daño sufrido por el cerebro en algún momento de la vida de una persona después de su nacimiento, suele dividirse en dos tipos fundamentalmente y cada uno de ellos presenta una serie de causas diferentes: el traumatismo craneoencefálico o TCE (la lesión directa de las estructuras craneales, encefálicas o meníngeas debido a un daño físico externo) y la lesión cerebral no traumática (producida por las condiciones patológicas de los vasos sanguíneos).
Según la OMS, el aumento de la expectativa de vida y el envejecimiento de las poblaciones en escala global va a aumentar la prevalencia de muchas condiciones no contagiosas, crónicas y progresivas, entre ellas los trastornos neurológicos. La creciente capacidad de la medicina moderna para prevenir los casos de muerte también ha aumentado la frecuencia y gravedad del deterioro atribuible a los trastornos neurológicos. Esto ha puesto de manifiesto la necesidad de restaurar o crear una calidad de vida aceptable para las personas que sufren de secuelas producidas por trastornos neurológicos.
Las personas que llegan a la consulta de Psicopedagogía, son derivadas para conocer sus posibilidades de aprendizaje luego del trauma. El daño neurológico adquirido puede dejar secuelas en el aprendizaje, siendo las funciones cognitivas la manifestación más evidente de la secuela. Las herramientas cognitivas son necesarias para aprender, pero el aprendizaje no se agota en ellas, es más amplio y requiere del interjuego del organismo, el cuerpo, la inteligencia y el deseo. Las preguntas que orientan el abordaje psicopedagógico son: ¿con qué recursos cuenta para aprender?, ¿cuál es su modo particular de aprendizaje?, ¿cómo aprende y cómo no aprende?, ¿qué conserva de lo aprendido? Conocemos al adulto que nos consulta a partir de su historia, y lo acompañamos a tejer la trama de un abordaje psicopedagógico basado en sus necesidades y las de su familia. Muchas veces, y especialmente en un primer momento, el deseo por aprender no es el del paciente, sino del referente que acompaña, sostiene y reconstruye. Así como cumple todas estas funciones en relación por ejemplo en volver a caminar, también las cumple en relación a “volver a pensar”, y en este espacio vamos a brindarle el soporte para intentarlo.
¿Qué nos proponemos en un abordaje psicopedagógico? Posibilitar la recuperación del placer de aprender y la autonomía del ejercicio de la inteligencia. ¿Qué objetivos nos planteamos? Objetivos tendientes a propiciar la toma de conciencia, van a iniciar con estos verbos: Pensar, Explicar, Justificar, Entender y Significar la realidad
“Justamente la posibilidad de curarlo, o sea, de hacerlo surgir como diferente, es facilitarle su labor de recrearse como persona interesante. Que sienta que su personalidad es diferente de las otras y tiene un camino propio que es capaz de construir, que vislumbre una posible elección, cierto grado de libertad, aunque sea en el conocimiento”. Paín, Sara, Diagnóstico y Tratamiento de los Problemas de Aprendizaje, Ed. Nueva Visión, 1973.
LA AUTORA. Psicopedagoga / Jefa de la Unidad de Psicopedagogia Hospital Rocca (C.A.B.A.) / Coordinadora General de Residencias y Concurrencias de Psicopedagogia de C.A.BA. / -Ex –Integrante del Equipo Intersidisciplinario del Hospital de día y del Equipo de Internación TEC (Hospital Rocca)
Comentarios