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Ramón Navarro: la voz inmortal de la tierra

Figura central del folclore argentino y creador de la Cantata Riojana junto a Héctor David Gatica, Ramón Navarro dejó una huella indeleble en la música popular. Su voz cálida y su compromiso con la historia y la identidad de su pueblo seguirán resonando como símbolo de una cultura que canta para no olvidar.
Fernando Viano

Por Fernando Viano

La muerte se llevó al hombre, pero no pudo llevarse su canto. En la voz de Ramón Navarro se enredaba el polvo de los caminos riojanos, el ardor de los soles del poniente y la memoria viva de un pueblo que supo reconocerse en sus versos. Su partida deja un hueco inmenso, irreparable. Pero también, una herencia musical y poética que seguirá latiendo en las cuerdas de las guitarras criollas, en las gargantas del pueblo, en la emoción de quienes alguna vez lo escucharon entonar “La Cantata Riojana”, una de sus obras más emblemática.

Nacido en La Rioja el 6 de octubre de 1937, Navarro fue desde joven un cantor con alma de poeta. Supo beber de las fuentes más hondas de la tradición popular y construir, desde allí, una estética propia, íntimamente ligada a su tierra, a su gente, a la historia. Su voz cálida, grave y clara fue refugio y bandera, y su carrera artística abarcó no solo la interpretación, sino también la composición y la investigación folclórica.

EL CANTOR DE LA TIERRA ADENTRO

Ramón Navarro no fue un músico más: fue un referente central del folclore argentino. Estudioso, comprometido y de una sensibilidad artística notable, comenzó su carrera en los años 60 y no tardó en integrar el mítico grupo Los Andariegos, junto a José Ceña, Héctor Carballo, Enrique Llopis y Rubén Igarzábal. Con ellos recorrió escenarios y consolidó un modo de cantar con hondura y respeto por la raíz popular.

Pero sería como solista donde desplegaría toda la potencia de su arte. Con un repertorio vasto que incluía zambas, chacareras, tonadas y canciones de autor, Navarro supo tender puentes entre la tradición y la innovación, siempre desde un lugar de profundo respeto por las culturas del interior del país. Su interpretación de clásicos del folclore argentino es recordada por su equilibrio justo entre técnica y emoción.

LA CANTATA RIOJANA: UNA PIEDRA FUNDACIONAL

No se puede hablar de Ramón Navarro sin detenerse, reverentes, ante La Cantata Riojana, compuesta en 1969 junto al gran escritor Héctor David Gatica, con música de Navarro y textos del poeta.

La Cantata es una obra monumental, una de las primeras del género en el folclore argentino —precediendo incluso a La Cantata Sudamericana de Ariel Ramírez y Félix Luna—. Es un recorrido musical, histórico y simbólico por la historia de La Rioja, desde la gesta de Chacho Peñaloza, pasando por las luchas federales, hasta los avatares del pueblo riojano en el siglo XX. Cada movimiento de la cantata es una postal sonora, un poema en marcha, una reconstrucción colectiva de una identidad regional.

Grabada por primera vez en 1970, y reversionada en distintas oportunidades (entre ellas, una recordada edición con Víctor Heredia, Mercedes Sosa y Raúl Carnota), la Cantata no solo fue un hito artístico, sino un gesto político: rescatar desde la música la voz de los pueblos postergados, narrar la historia desde el llano, desde abajo.

“La Cantata fue un compromiso con la memoria, con el pueblo al que pertenezco”, dijo Navarro en una entrevista, consciente del valor trascendental de esa obra que aún hoy sigue conmoviendo por su fuerza poética, su potencia coral y su mensaje de dignidad.

UN ARTISTA DE RAÍZ Y CIELO

Ramón Navarro también fue un docente, investigador y gestor cultural. Supo compartir escenarios con los grandes del canto popular: Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Teresa Parodi, Suma Paz. Pero nunca dejó de estar ligado a su provincia. Participó en festivales, impulsó proyectos culturales y grabó discos que hoy son piezas esenciales para comprender la evolución del folclore riojano y argentino.

En 2010, publicó el disco La Cantata Riojana – 40 años, celebrando las cuatro décadas de su obra mayor. Fue también autor de numerosos poemas, canciones, estudios sobre música popular, y dejó inédito un archivo valiosísimo que continúa siendo materia de investigación.

Su voz fue bandera en tiempos difíciles. Durante los años oscuros de la dictadura, Navarro fue silenciado y censurado. Pero su canto encontró siempre resquicios por donde colarse. Y en democracia, volvió a ocupar el lugar que le correspondía: el del referente ético y estético de una generación que no se resignó al olvido.

EL ADIÓS QUE NO ES TAL

Ramón Navarro falleció el 17 de junio de 2025. Su partida fue lamentada por artistas, gestores culturales, instituciones y por el pueblo riojano que lo tuvo y lo tiene como uno de sus grandes referentes. El silencio que deja es profundo, pero también fértil. “Ramón es nuestra memoria cantada”, dijo una vez el escritor Gatica. Y tenía razón. Su voz, su obra, su compromiso, son parte de la identidad riojana, pero también de la canción nacional. No hay cantor del norte argentino que no le deba una zamba. No hay estudiante de música popular que no haya aprendido con su ejemplo.

Navarro fue tierra, viento, copla. Fue raíz y vuelo. Fue voz de los que no tienen voz. Y será, desde ahora, presencia permanente en cada escenario donde se cante al pueblo con dignidad.

RÁMON NAVARRO HOMENAJE
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