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1591 Cultura + Espectáculos HOMENAJE

Un retorno final para el amo de Samay Huasi

“Solo exigiré a mi pueblo, me conserve en su memoria como un servidor desinteresado y humilde que solo busca en la vida pública la felicidad y la gloria de su patria, y para sí mismo la apacible aureola de un hombre honrado” (J.V. González).
Por Sara González

El suave vaivén de la brisa adormece los sentidos, en el verde patio de la casa natal donde naciera un 6 de marzo de 1863 el erudito Joaquín V. González, un ingreso directo desde la calle principal que atraviesa Nonogasta, da la Bienvenida al inicio del capítulo de vida más tierna del prócer riojano. La propiedad perteneciente a la abuela materna, que además provenía del linaje encumbrado de una familia con lucha histórica. Tanto la familia Dávila, como la familia González, eran oriundos de Nonogasta. Sin embargo a raíz del pensamiento que el padre de Joaquín enarbolaba en su vida, se vio obligado a trasladarse con su familia a la estancia El Huaco entre sierras, cuando el pequeño Joaquín contaba con apenas 5 años. En su libro “Mis montañas”, evoca memorias de su infancia, en aquel Nonogasta de antaño. “Se oyen risas y carreras de los niños en los patios espaciosos, palmoteos locos, anunciadores de una buena noticia, movimiento de peones que aprestan mulas y caballos para nuestro viaje de vuelta a la casa materna (…) vamos a partir para nuestra aldea de Nonogasta, donde nuestros abuelos han quedado llorando nuestra ausencia y nuestro bullicio”.

Entre cuajos de vid, fragancias de olivos, amor familiar y valores que fundaron desde el ADN privilegiado de Joaquín, se dieron sus primeros recuerdos donde priman la singularidad de Nonogasta. En su obra literaria “Mis montañas”, narra a manera de crónicas, con un mágico vuelo poético lo que significó su vida mientras crecía en el romance de aquel Chilecito majestuoso, cual postal artística de fino pincel. Nadie ha sido capaz de darle una mirada tan rica descriptivamente, que hace posible palparla al imaginarse leyendo al escritor en uno de sus libros más importantes: “Mis montañas”.

Joaquín tuvo una avidez descomunal por saber, aprender, y esto fue notorio desde su primera infancia, una característica de genios brillantes, era capaz de leer un libro a su elección en una noche. Y esta condición increíble en él, predispuso siempre un camino con huellas fuertes en aquel entonces, vigentes hasta la actualidad. Político, constitucionalista, historiador, educador, jurista, literato y periodista. Tuvo continuamente un aporte intenso, con impronta propia en todos los ámbitos donde se desempeñó activamente. No obstante, su vida, sus gustos mundanos, y elecciones personales, también formaban parte del sabio Dr. González. Un conjunto que en muchas oportunidades lo dejaba expuesto ante una sociedad que siempre lo tuvo en la mira ante todo. Habitó la casa de crianza final en Chilecito, donde actualmente funciona el Gonzaleano, un centro de cultura, exposiciones, y arte abierto al público. Un patio de estilo colonial que siempre está predispuesto a tertulias tradicionales y amenas veladas culturales. Fue electo Gobernador de la Provincia en 1889, cargo que ejerció por el periodo de dos años. Más tarde en 1901 fue Ministro del Interior en el mandato de Roca. Seis décadas de su vida resultaron insuficientes cuando la muerte lo arrebato del mundo, toda su emblemática obra fue tan próspera, inusual, magnífica, y absolutamente talentosa, el maestro de los grandes dejó tinta y pluma adormecida esperando la filosofía vasta y maravillosa de su intelecto.

Mucho terreno sembrado, todavía hoy sigue dando una cosecha activa del alma que sobrevuela los lugares que el Dr. González transitó y nutrió el país siendo un prominente político. Durante su cargo Provincial vivió en la Capital riojana, para luego trasladarse a Buenos Aires, donde tristemente fallece el 21 de diciembre de 1923. Sus restos descansan actualmente en el Cementerio de Chilecito. Tras el manifiesto deseo de la familia del Dr. González, con respecto al traslado final del mismo a su casa de descanso, Samai Huasy, el abogado Fernando Burlando tuvo una interacción comprometida y fuerte, como representante de la familia, logrando destrabar algunos conflictos que detenían la fluidez legal para llevar a cabo dicho paso final.

El pasado 12 de octubre el letrado visitó conmovido la tumba del Erudito en Chilecito, y llegó hasta su casa de descanso. En dicha oportunidad acompañado del secretario municipal Ramón Carrizo, manifestó con elocuencia su encanto por Chilecito, su abierta fascinación y admiración hacia Joaquín V. González y expresó que existen documentos que avalan este deseo, por lo cual se lleva a cabo la gestión necesaria y eficiente para movilizar los restos del Prócer. Marcó enfáticamente, sobre el motivo de su visita, la voluntad del diálogo entre las partes, para hacer realidad el descanso final del Dr. González. Un trabajo que sin duda tiene el camino allanado tras la correcta intervención del Abogado.

Es preciso resaltar la importancia del acontecimiento que implicara concretar la llegada del real Amo y señor del bellísimo Samai Huasy, a su morada. Entre las montañas que lo vieron nacer, crecer inquietamente, inspirarse sabiamente, volver a refugiarse en su regazo incluso tras décadas después de muerte, convierten a su amado lugar en el paraíso perfecto donde contener y materializar sus recuerdos, vida, obra y restos mortales. “A cada momento preguntamos impacientes por la distancia que nos falta, la hora de la llegada, el estado en que encontraremos nuestros árboles y nuestras cepas favoritas. Y así, en esta agitación sin tregua, hacemos nuestro camino por quebradas y desfiladeros…” (extracto de “Mis Montañas”).

La fina descripción narrativa del regreso a su hogar natal, puede ser replicada y aplicada a la travesía que está llegando a su fin, para el magnánimo Joaquín. Las montañas reclaman a su señor, las fuerzas confluyen a favor de su inminente retorno, y su familia espera en breve concretar el sueño final en Samai Huasy.

“Es la época de la vendimia y de la cosecha de todos los cultivos, cuando el pueblecito se pone alegre y bullicioso por que vuelven muchos ausentes”.

SAMAY HUASI

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