Carlos Menem, además de la política mantuvo una vida muy
ligada al deporte. Desde el básquet hasta el fútbol. El riojano se mostró en
distintas ocasiones participando en eventos deportivos y no faltó su foto con
Maradona y su pasión por River.
El día que jugó un partido de básquet

El martes 29 de agosto de 1989 el presidente Carlos Menem
disputó un partido con las principales figuras del básquet argentino. Antes del
encuentro, que tuvo fines benéficos. Luego del encuentro declaró: "Yo me
formé en la escuela del deporte y por eso estoy convencido de que detrás de un
hombre que hace deportes hay un hombre bueno. Por eso, siempre les digo a los
padres que enseñen a sus hijos a hacer deportes".
Su amor por River

Fue uno de los presidentes que más demostró su fanatismo
por su equipo, en este caso River Plate. Menem era hincha incondicional de la
Banda y no son pocas las fotos que tiene como presidente con la camiseta
puesta. En su mandato, además, el Millo no paró de cosechar títulos.
"Hoy quiero saludar al ex presidente, con el que
comparto la misma pasión", manifestó el mandamás del Millonario Rodolfo
D'Onofrio cuando fue internado. Incluso, su amor por la institución se los
transmitió a su hija quien no hace mucho estuvo en las obras que se están
llevando a cabo en el Monumental.

Su partido con Maradona en la selección

El 21 de julio de 1989 la Selección Argentina disputó en
la cancha de Vélez un partido a beneficio. El conjunto albiceleste estaba
integrado mayormente por los campeones mundiales de México 1986 - Maradona
incluido-. Sin embargo el capitán de dicho equipo fue Carlos Saúl, a pocos días
de asumir su cargo.
El rival de enfrente era un combinado integrado por
reconocidos futbolistas de ese entonces como Carlos Ischia, Hugo Orlando Gatti,
entre otros. Jugó de volante central, con la número 5, repartió con corrección
el juego y hasta rodó por los suelos y se permitió un par de gambetas que
demostraron su buena técnica futbolística
Su hijo mayor, piloto de Automovilismo
El 15 de marzo de 1995, a los 26 años, lo sorprendió la
muerte, piloteando un helicóptero Bell 206 Jet Ranger en compañía de otro
famoso piloto argentino, Silvio Oltra, tras haber caído la aeronave en que
ambos viajaban.
Su gestión por el deporte

El 8 de agosto de 1990, treces meses después de
asumir el poder, en el estadio de la Sociedad Alemana de Villa
Ballester, el Mundial de Básquetbol regresaba a la Argentina, tras cuatro
décadas. Un tiempo antes, Menem se reunió con el presidente de la
Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), Borislav Stankovic, para
confirmar las sedes, aunque el dirigente serbio se marchó disconforme con los
estadios y no auguró un certamen de excelencia para nuestro país. No era una
presunción antojadiza, la Copa del Mundo no dejó infraestructura, ya que no se
construyeron ni refaccionaron estadios; tampoco existió una política de
difusión del deporte, ya que el torneo fue utilizado políticamente y los
beneficios deportivos resultaron escasos. Pero Menem repetía la
plataforma, al estilo de Juan Domingo Perón: si el fundador del Partido
Justicialista marcó el estreno de los mundiales de básquetbol en 1950, el
riojano copió la fórmula 40 años más tarde. El resultado no tuvo el mismo éxito
para las gestiones: la Argentina se consagró campeón con Perón, mientras que
con el menemismo apenas marcó un octavo puesto.
También durante su gestión la Argentina organizó en Mar
del Plata los Juegos Panamericanos en 1995, otra acción espejada con la
primera presidencia de Perón, que en 1951 celebró por primera vez los Juegos en
el país. Una fotografía con Pelé, una postal para el recuerdo, aunque tres
meses más tarde el astro brasileño rechazó una invitación del mandatario para
jugar al tenis.

El automovilismo apasionaba a Menem y el rally era la
categoría que le quitaba el sueño: en 1984 participó del Rally de la República
Argentina, una fecha que era parte del calendario nacional, sudamericano e
internacional y que se desarrolló por primera vez en Córdoba. Un Peugeot 504,
con el N°71, identificó al entonces gobernador de La Rioja. Durante sus
presidencias la Argentina recuperó, por cuatro años, entre 1995 y 1998, un
espacio en el calendario de la Fórmula 1. El 8 de abril de 1995 y después
de 14 temporadas, el Gran Circo regresó al autódromo Oscar y Juan
Gálvez, de Buenos Aires. Una jornada lluviosa que no aplacó a los 53 mil espectadores,
aunque dejó una imagen de desorganización y significó una mancha para el
futuro. El cálculo, la especulación, no fue errónea: cuando las partes se
sentaron a negociar, el mandamás de la F.1, Bernie Ecclestone, tenía dos
propuestas y una estaba gestionada por el Gobierno Nacional. Pero la puja de la
conducción política con los empresarios, los sponsors y aportantes de los
millones de dólares que se precisaban derivó en una historia de celos,
traiciones e improvisación que terminó en fracaso.
La F1 en Argentina

La última visita de la F.1 tuvo como vencedor a Michael
Schumacher, con Ferrari; al siete veces campeón lo recibió en Olivos. Pero
Menem tuvo la suya: no un monoplaza, si no el modelo 348tb -el peor, según
la consideración de Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari por
aquellos años-, que recibió como regalo del empresario italiano Massimo
Lago. El riojano se jactó de manejarla hasta Pinamar a 190km/h.
Los Juegos Olímpicos
Los Juegos Olímpicos fueron una ilusión para
Menem, que tuvo a tres secretarios de Deportes durante sus mandatos:
Fernando Galmarini -en su gestión se construyó el Cenard, deportivamente los
Juegos de Barcelona 92 fueron catastróficos en materia de resultados-; Livio
Forneris -riojano, resultó ser profesor y masajista del jefe del Estado y su
ciclo finalizó de manera escandalosa, con denuncias de corrupción-, y Hugo
Porta, un emblema de Los Pumas, que disimuló con diálogo y buenas intenciones
el despego de la gestión con el deporte cuando la década menemista se apagaba.
La organización de los Juegos Olímpicos de 2004, un
desafío que tuvo un tinte efectista más que efectivo. "La Argentina
tiene un 95% de posibilidades, no me queda ninguna duda. Así lo hemos avizorado
en nuestros contactos durante los últimos días", pronosticó Menem, antes
de la apertura de los sobres y que se conociera la elección del Comité Olímpico
Internacional. Nada más alejado de la realidad: Atenas superó a Roma
y Buenos Aires fue eliminada en la primera rueda de votación. El sueño
tuvo un costo de 10 millones de dólares.
De la gestión al protagonismo
"Soy un consumado deportista y no un consumido
deportista", advirtió Menem el día que reglamentó la Ley del Deporte. No
faltó a la verdad o al menos hizo todo lo que estuvo al alcance para exhibirse
junto a figuras consagradas del deporte. "Carlitos deportista", lo
describió en un artículo el periodista Carlos Ares para el diario El País, de
España, a quien mes y medio después de tomar las riendas de la Nación se
vistió con la camiseta N°5 de la selección para jugar con Maradona, ante 40.000
personas, en la cancha de Vélez. "Los que tenemos conocimiento del
fútbol no hace falta que hablemos: hay que correr, ingeniárselas en la
cancha", le dijo Menem a Enrique Macaya Márquez, en la previa del cotejo
denominado "Gran Partido de la Solidaridad". Ya en la cancha,
aseveró: "Qué más, presidente de Argentina y estar con estos ídolos,
porque son mis ídolos". Compartió formación con Claudio Caniggia, Nery
Pumpido, José Luis Bown, Sergio Batista, Ricardo Giusti, Julio Olarticoechea,
Néstor Fabbri y Alejandro Alfaro Moreno. Por ese encuentro benéfico, fue tapa
de la revista El Gráfico.
La experiencia la repitió junto con las principales
estrellas del básquetbol argentino en el Luna Park; participó con Carlos
Reutemann en la "Carrera de los Famosos" que organizaba Fiat; jugó al
tenis con Guillermo Vilas y Gabriela Sabatini y al golf con Roberto De Vicenzo,
Eduardo Romero, Ángel Cabrera. y hasta con el español Severiano Ballesteros en
Suiza; posó con la camiseta de Los Puma, el buzo del piloto de F.1, Esteban Tuero.
Fanático y socio de River, de buena relación con Ramón
Díaz -otro riojano famoso y con identificación millonaria que visitó la
quinta presidencial de Olivos junto a algunos futbolistas en el tricampeonato
de los años 90-, las fotografías con Enzo Francescoli, a quien le
entregó junto con el presidente uruguayo Julio Sanguinetti una plaqueta en el
vestuario del Monumental, el día de la despedida del Príncipe, o
junto con Joao Havelange y Julio Grondona, presidentes de la FIFA
y la AFA, respectivamente, demostraciones de la relación que Menem
estableció entre el argumento político, el poder y la admiración desmedida por
los protagonistas, con el deporte.
Comentarios