Por Lic. Amanda Carrara*
Hace uno años atrás, diría en los últimos del siglo XX, estuvo de moda la palabra ‘crisis’ y muchos la definían como que en otras culturas y lenguas era sinónimo de “oportunidad” yo escuchaba atentamente, aunque no muy convencida, porque intuitivamente existía ese “algo” que no cerraba, que no tenía coherencia. Hoy a los años que le fui sumando a mi vida, considero tener más elementos para considerar que las crisis no son oportunidades, que estas pueden ser miradas después de haber sido transitada la crisis, porque ella irrumpe de manera abrupta, aunque haya llevado un tiempo considerable para manifestarse, para salir a la luz. Todo esto simplemente se lo puede mostrar y demostrar con una simple pregunta, ¿Quién puede ver las oportunidades atravesando una crisis?, se sabe que se necesita un cambio, pero ¿Como? ¿De qué manera? ¿Son evitables o no los daños colaterales? Nada de esto no se puede ver en medio de la tempestad que ocasionan las crisis, sea en el ámbito que fuere.
La RAE define a la crisis como “Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados.
La ISO22301 define como: “una situación con un alto nivel de incertidumbre que afecta las actividades básicas y/o la credibilidad de la organización y requiere medidas urgentes”.
Sin embargo, el concepto viene de épocas remotas, aunque parezca un término muy actual ya Hipócrates se refirió a ella para hacer referencia desde la mirada de la medicina a aquel momento en el que una enfermedad cambia su evolución ya sea para bien o para mal. Mientras que desde la psicología y la psiquiatría diversos autores se han ocupado de llegar a una aproximación de definición de lo que es una crisis, y así tenemos por ejemplo a Gerald Caplan, creador de la psiquiatría comunitaria, hace una propuesta muy interesante al definir la crisis como "un obstáculo que el sujeto encuentra en la consecución de metas importantes y que no puede ser superado mediante sus estrategias habituales de resolución de problemas". En palabras mas simples la crisis se hace presente en un momento de la vida de las personas en las que se sienten incapaces de resolver, se sienten ante esa situación súbita e inesperada, superado, no encuentra la manera ni el modo de resolver, sabe que lo tiene que hacer, pero no encuentra las herramientas, se pierde en su propia mente, en sus propios pensamientos que están desorganizados, buscando sin éxito en el pasado situaciones similares ya resueltas y superadas, tampoco puede conectarse con el presente ni tampoco proyectarse al futuro, hay una perdida de contacto con la realidad, y justamente esta suma de factores hace que la persona viva en un estado de incertidumbre, desconfianza, angustia, miedos, porque evidentemente no sabe donde está parado, desde que lugar actuar, que herramientas utilizar para poder salir de ese estado.
Hay marineros con mucha experiencia en la navegación, sin embargo, cada vez que atraviesan un frente de tormenta embistiendo el oleaje, vientos y marea no deja de respetar las órdenes del capitán del barco, confía en él como autoridad y hace el trabajo que le corresponde, porque sabe que es algo circunstancial que debe superar para lograr llegar al mar en calma. Quizás en la cubierta se perciba un caos, corriendo de un lado a otro, replegando velas, redireccionando el timón en una supuesta confusión, pero cada uno está haciendo lo que le corresponde con la mayor eficacia y eficiencia evitando así el menor daño posible tanto a la tripulación como al barco, pero todo esto se logra confiando en las estrategias del capitán. De aquí que todo profesional debe actuar como el capitán, en acompañar este proceso en sus pacientes o clientes previniendo aquellos daños, optimizar los recursos con los que cuenta para contener y acompañar el trabajo que el consultante deberá realizar por el bien de si mismo y por los que lo rodean.
Si bien la crisis la persona la vive de manera abrupta, viene de un proceso previo del cual no ha sido alertado o se ha visto imposibilitado de ver, y este suele darse en el transcurso de ocho semanas como máximo, siguiendo a Caplan hare una resumida reseña de las cuatro fases que ha desarrollado según sus investigaciones.
La Primera fase se caracteriza porque en la persona se produce un Impacto de algo que ocurre e irrumpe en su vida de manera súbita, provocando una impotencia al no poder evitarlo e incapacidad de superarlo de la manera que lo solía hacer en otras oportunidades, a todo esto, como si fuera poco, se suma sentimientos de confusión e impotencia, desamparo y desvalimiento, desencadenando también sentimientos de ansiedad e irritabilidad.
En una Segunda fase se da una desorganización critica, que se manifiesta con niveles de tensión emocional inaguantables e insoportables para la persona, al punto que muchos comienzan a practicar deportes o alguna actividad que los lleve a liberar las tensiones ya que todas las estrategias conocidas por el no colaboran a resolver la situación por la cual están atravesando.
En este punto es donde la persona busca ayuda y comienza un proceso de peregrinaje de profesional a profesional llevado por un pensamiento mágico centrado en la medicación o un listado al modo receta de nuevas estrategias a poner en marcha, piensa que la solución vendrá mágicamente desde fuera. Por lo general la persona suele ser consciente de su estado de indefensión que lo llevan a estados depresivos y de fracaso en los que sabe que debe renunciar a aquello que fue para dejar abierta la posibilidad al cambio necesario.
France, quien, aplicando la teoría de Seligman, hace una graduación de los diferentes niveles de indefensión que se presentan en una crisis en persona o universal, en específicos o global y en transitorio o permanente. Por ejemplo, hay muy pocos casos y que sería lo ideal, en los que la persona asume que su estado de indefensión es inevitable y que se corresponde la naturaleza humana, que hay muchos otros atravesando situaciones similares, mirada ésta que va de lo particular a lo universal, a su vez tiene la certeza de que lo va a superar, que es transitorio y lo más importante es que logra identificar a que evento y contexto de su vida corresponde eso a resolver y logra mantenerlo ahí, específicamente encriptado sin que impacte en otras áreas de su vida. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el estado de indefensión se lo vive de una manera dramáticamente personal, que se lo vive como algo permanente y globalizador, es decir, que se considera incapaz de resolver una situación que otro cualquiera podría hacerlo mejor, se muestra desesperanzado ante la posibilidad de recuperarse, y la incompetencia vivenciada en un evento en particular la transfiere a todas y cada una de las áreas de su vida.
La Tercera fase estaría determinada por la resolución, aquí está determinado el foco central que lleva a la persona a tomar una determinación, ya sea porque han intervenido nuevos factores tales como la urgencia de dar solución a la situación y que este hecho haya estimulado su capacidad creativa y descubrir nuevas estrategias, o bien, pudo haber encontrado la ayuda correcta o tenido la posibilidad de haber establecido nuevas relaciones con personas o profesionales que le permitieron un crecimiento personal interno que le permitió hacer consciente de la situación que ha provocado la crisis y la posición de sí mismo en relación a ella.
Y por último la Cuarta fase centrada en lo que sería la retirada final. Aquí hay muchas y variadas maneras de dar cierre a una crisis, los autores ven desde los tintes más nefastos y extremos, a los positivos, y es con estos últimos con los que trabajamos desde la mirada sistémica en el acompañamiento de las personas en crisis. En cualquiera de los casos, las crisis siempre se terminan.
*Mtra en Psicología Sistémica
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