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Opinión DEBATE. POR ISABEL SARABIA

El transhumanismo, ¿un hombre mejorado?

Traer el trashumanismo a la agenda internacional implicó instalar la disconformidad en el ser humano por las razones incorrectas.
Isabel Sarabia

Por Isabel Sarabia

E

ll español Antonio Diéguez, que es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga y es un experto en transhumanismo, explica que ésta corriente de pensamiento “es uno de los movimientos filosóficos y culturales que más atención ha atraído en los últimos años”, y que “preconiza el uso libre de la tecnología para el mejoramiento indefinido del ser humano, tanto en sus capacidades físicas, como en las mentales, emocionales y morales, trascendiendo a ser posible todos sus límites actuales”.

Diéguez dice que “según los defensores del transhumanismo, con la ayuda de estas tecnologías podremos acabar con el sufrimiento, con las limitaciones biológicas que lo producen, e incluso podremos vencer al envejecimiento y la muerte”.

Aclara que “no todos los transhumanistas creen que sería deseable llevar esas mejoras hasta un punto en que el individuo mejorado abandonara la pertenencia a la especie humana, pero otros, designados como posthumanistas, consideran que este es precisamente el objetivo final: la creación de una o varias especies nuevas a partir de la nuestra”.

El progreso moral que buscan se presenta, pues, muy cuestionable. Y es que los adelantos que nos desnaturalizan como seres humanos, no son tales. Sin duda, contamos con avances tecnológicos que han venido a enriquecernos, tal el caso de su aplicación para mejorar la calidad de vida frente a ciertas enfermedades. Resulta fácil discernir que los posthumanistas no obran por amor a la humanidad sino, justamente, van contra ella.

El hombre mejorado (h+) concibe a la humanidad con errores de fábrica que él necesita modificar para propiciar la evolución correcta, la manipulada por él. La historia de la humanidad parece no habernos enseñado la necesidad de una visión integral, aliada a la humildad de quien observa y acepta la realidad como es y su lugar en ella. Nos seguimos esclavizando de maneras más sofisticadas.

En este sentido, el periodista irlandés Mark O’Connell sostiene que el transhumanismo propone liberarnos de la naturaleza, sometiéndonos a la tecnología.

¿Cómo no pensar que el transhumanismo traerá consecuencias terribles, si nunca podremos ser como computadoras? Porque el corazón y el alma acallados, hablarán de otras maneras. Entender los límites es parte de la auténtica felicidad. ¿A dónde iremos lejos de nosotros mismos?

En una entrevista publicada en el diario español La Razón en 2020, al periodista Mark O’Connell, el entrevistador afirma:

“-Son intolerantes con lo que nos hace humanos-”, a lo que él responde: “-Sí, a ellos les preocupan peligros remotos como que la Inteligencia Artificial tome el control y nos borre del planeta, pero el cambio climático les trae sin cuidado. O la pobreza o una crisis de Sida en Africa. Tienen ese narcisismo tan propio de Silicon Valley. Creen que solo la tecnología nos puede salvar”.

El h+ es el que quiere controlar todo, dejar de ser frágil, no padecer, no Ser, desafiar los límites del tiempo. Pero hallará, en cambio, otros problemas, los creados por él, mucho más graves porque se alejan de la realidad misma.

Nuestras pretensiones nos han llevado siempre a escapar de nosotros mismos, a deshacernos, a ambicionar lo que nos daña en vez de realmente mejorar desde lo que ya es. Y así, dejamos de trabajar sobre nosotros mismos para hacerlo en un proyecto que, empoderándonos, nos oprime. Si pretenden hacer desaparecer, por ejemplo, la envidia como tendencia a partir de un reseteo cerebral, estarían interviniendo en nuestra naturaleza y en las luchas que tenemos que abordar. El h+ quiere “ser mejor” sin esfuerzo. Sólo el de deshumanizarse.

Traer el trashumanismo a la agenda internacional implicó instalar la disconformidad en el ser humano por las razones incorrectas. No para invitarlo a mejorar como hombre siempre inacabado que tiene sed de trascender desde el amor, sino para decirle: no vas a sufrir, no vas a envejecer, no vas a ser limitado, vas a poder intervenir en tu destino como cuando configurás un ordenador.

Nos desordenaremos y luego no encontraremos las piezas claves de la humanidad y el encanto de ser únicos e irrepetibles por naturaleza. El rompecabezas se tornará laberinto.

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