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Sociedad RELIGIÓN. FE CATÓLICA

La Provincia vive un nuevo Tinkunaco con fe y esperanza

Este sábado a las 12 del mediodía se realizará la tradicional ceremonia entre San Nicolás y el Niño Alcalde. 

El Tinkunaco es la fiesta popular y religiosa más importante de la provincia de La Rioja. Se celebra hace más de 400 años entre el 22 de diciembre y el 3 de enero. En ella confluyen raíces andinas e hispánicas que se fueron resignificando a lo largo de la historia.

Durante el Tinkunaco se conmemora un pacto de paz que sucedió en las Pascuas de 1593 entre los conquistadores españoles y los diaguitas que habitaban La Rioja. Medio siglo más tarde de aquel episodio, fueron los jesuitas quienes retomaron esta historia como parte de su práctica evangelizadora y dieron origen a la celebración.

Lo que se conoce en la actualidad como La Rioja, en 1591 estaba habitado por el pueblo diaguita, quienes fueron despojados de sus libertades y convertidos en mano de obra esclava cuando el conquistador español Juan Ramírez de Velazco funda la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja el 20 de mayo de 1591.

Los conquistadres, además, buscaron eliminar la cultura diaguita y su sistema organización política, por tal motivo impusieron nuevas autoridades y edificaron un fuerte en el territorio diaguita.

Los indígenas resistieron durante dos años hasta que el jueves santo de 1593, decidieron levantarse y atacar la ciudad. Cuando se disponen a atacar en las puertas del fuerte español, el Fray Francisco Solano se presenta en el lugar, predica a todos en una lengua única y logra controlar el ataque. La única fuente histórica documental existente es el relato de Manuel Núñez de Almeida, escribiente de la colonia, quien relata que gracias las palabras de Francisco Solano se logró sellar un pacto de paz que culminó con el bautismo de nueve mil indígenas.

Los jesuitas

“El Tinkunaco es una celebración de origen histórico–político ya que está basado en el alzamiento indígena de 1593 y su posterior rendición ante los españoles. Años más tarde la orden jesuita toma los elementos del hecho ocurrido y lo convierte en una ceremonia religiosa, porque fue tan impactante, que había quedado latente en la memoria colectiva de los habitantes. Es por eso que entre los elementos rituales que forman parte de este culto se observan los hispánicos y los indígenas conviviendo “naturalmente”. Este era el modo evangelizador Jesuita, tomar símbolos de la cultura originaria y transformarlos a símbolos de ritual católico, de este modo no era tan brutal el cambio como en las otras órdenes. Estamos hablando del origen mismo de la conquista de La Rioja que se convierte en una celebración de fe tal cual la conocemos hoy. Es por esto que es tan imbricada y tan apasionante desde el aspecto que lo mires.”, cuenta Hebe Estrabou, directora de “Tinkunaco: una historia en busca de su origen”.

Fueron estos misioneros quienes propusieron una imagen de un Niño Jesús, de aproximadamente ocho años, vestido como alcalde español, pero con ciertos atributos andinos para traducir a los nativos la autoridad de Cristo, y dieron origen a la celebración religiosa en la que conviven rituales hispánicos e indígenas.

El teólogo Cristian Nieto cuenta que el Tinkunaco puede ser considerado como una fiesta sincrética de origen jesuítico que se vincula con una forma muy particular de evangelizar que ellos tenían, a través del teatro.

“Los jesuitas realizaban teatralizaciones públicas donde los destinatarios recibían la doctrina a partir de una puesta en escena. De modo similar al de las fiestas populares españolas: cofradías, cantos, procesiones, acciones litúrgicas. Este guión, casi sin mayores cambios, perdura hasta hoy”, cuenta Nieto.

TINKUNACO CAPITAL

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