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Sociedad HISTORIA RIOJANA

“No hay argentino más noble” que el “Chacho” Peñaloza

El autor de un libro sobre el caudillo riojano, Oscar Muiño, evoca su rica figura. “Toda su tarea es para reconstruir una Argentina con las instituciones que a él le parecía que había que tener”, comentó.

En el marco del aniversario de la muerte del “Chacho” Peñaloza, NUEVA RIOJA entrevistó a Oscar Muiño, escritor y periodista, quien tuvo a su cargo la edición de “Chacho. Medio siglo de revolución y guerra civil en La Rioja y la Argentina de Angel Vicente Peñaloza”.

Su enorme coraje en la batalla, que no le quitó lugar a la clemencia con el enemigo; el respeto de su gente, conseguido a través de su ecuanimidad; su honradez sin tacha y su mirada anacrónica pero alejada de intereses personales sobre el futuro del país, son algunos de los trazos que recorrió Muiño en esta nota.

El libro fue publicado por la editorial Eudeba en 2013, con una ilustración en tapa que estuvo a cargo del reconocido dibujante uruguayo Hermenegildo Sábat.

Este volumen nació por iniciativa del entonces ministro de Educación Walter Flores, quien contactó a Eudeba, la que a su vez convocó a Muiño para escribirlo. El escritor ya contaba con muchas referencias del Chacho, a partir de su experiencia con un libro de varios volúmenes sobre el caudillo sanjuanino Nazario Benavídez (1805-1858), “enemigo del Chacho pero luego protector”, del cual obtuvo importante documentación, ya que el propio Peñaloza no dejó testimonios escritos en tanto “se cree que fue analfabeto”, indicó el autor.

En ese libro publicado por la Universidad de San Juan, Benavídez “habla todo el tiempo del Chacho, cuando lo persigue, cuando no lo persigue, cuando vuelve, cuando lo protege, y eso dio una riqueza informativa que no habían tenido otros grandes escritores que habían estudiado al Chacho”, desde Fermín Chávez a Félix Luna, por ejemplo.

La trascendencia de la figura de Peñaloza se revela en quienes escribieron sobre él, apuntó Muiño, ya que también José Hernández y Domingo Faustino Sarmiento se ocuparon de él.

Sus peleas

A partir de esas lecturas y de un profundo estudio sobre el caudillo, el autor compartió sus impresiones. “El Chacho es un criollo viejo, que defiende la forma de vida que tenían las provincias interiores antes de la incorporación de la Argentina al mercado mundial”, describió.

“Participó de guerras civiles en distintos bandos, porque cuando pelea junto con Facundo (Quiroga) pelea con los federales, después contra Rosas pelea contra los federales y junto con los unitarios, como Lavalle y el propio Lamadrid, y finalmente pelea otra vez contra los unitarios de Mitre”, repasó sobre sus batallas.

“Es una figura muy noble, una figura anacrónica, una especie de Don Quijote, que quería que las cosas no cambiaran y era inevitable que iban a cambiar. El se confunde, cree que Urquiza tiene un proyecto parecido, es decir de mantener a los criollos viejos y en realidad Urquiza la pelea que tiene es para ver si la incorporación de la Argentina al mercado mundial se hace dominada por Mitre, o sea la provincia de Buenos Aires, o se hace con más fuerza y dominada por el Litoral, sobre todo la provincia de Entre Ríos, un poquito Santa Fe y Corrientes. Este es el gran debate que el Chacho no entiende, cree que es federales contra unitarios, interior contra la capital y el puerto, pero era mucho más que eso”, dijo Muiño.

Autoridad tradicional

En su tiempo, Chacho Peñaloza fue un hombre de enorme poder sobre un gran número de provincias argentinas, pero a la vez fue muy respetado y con muy involucrado sobre cuestiones locales e, incluso, personales.

Oscar Muiño relató que “así como resolvía problemas que incluso tiene la provincia hoy, como la demarcación de campos, cómo vienen las mercedes, iban ahí los vecinos que se peleaban y el Chacho era palabra santa, lo que él decía se cumplía”.

Aún más allá, “arreglaba problemas en los matrimonios, entre los amigos cuando se peleaban, era una especie de autoridad tradicional respetada por todos, porque era un hombre extraordinariamente noble, reconocido por todos, austero, nunca se quedó con nada ajeno”.

Su influencia no fue solamente sobre La Rioja. En un momento, Peñaloza fue el hombre fuerte de Catamarca, Mendoza, San Juan, San Luis e incluso el oeste de Córdoba. “Llegó a manejar seis provincias y la gente lo seguía porque quería, era una época que en general obligaban a los milicos a meterse en el ejército, los del Chacho lo seguían porque creían en él y lo querían.”

En este punto, cabe recordar que cuando el país era integrado por 14 provincias, el Chacho dominaba seis, o sea prácticamente la mitad del territorio argentino de entonces.

Piedad con el enemigo

Otra de sus facetas fue la de su humanidad. En un tiempo en que los enfrentamientos eran sumamente crueles, tuvo fuertes gestos de compasión más allá de las diferencias y de la guerra.

“En esa época tan cruel, donde se degollaba, agarraban a los prisioneros y los mataban, los azotaban, no se conoce un solo hecho de violencia del Chacho con un prisionero. Ni tortura, ni ejecución, ni de fusilamiento, a tal punto que cuando hay un intercambio de prisioneros con las tropas mitristas, entrega todos los del ejército de Buenos Aires y pregunta ‘los míos dónde están” y no estaban, porque los habían matado”, destacó el escritor.

Fe en las instituciones

Este matutino le preguntó a Muiño cuál sería el mensaje actual, cómo transpolar su figura a nuestros tiempos.

El autor lo evoca en varios planos. “El Chacho es una figura totalmente rescatable. Primero, era un hombre que creía en las instituciones y en la república. Toda su tarea es para reconstruir una Argentina con las instituciones que a él le parecía que había que tener. Y en eso pedía siempre por la misma bandera y pelea contra el puerto de Buenos Aires, no importa si lo tiene Rosas o Mitre, que eran enemigos entre sí. Eso lo tiene clarísimo.”

Por otra parte, remarca su rectitud en el manejo de la cosa pública. “Defiende a sus paisanos, jamás se le conoce un hecho de robo, una persona de una moral administrativa extraordinaria”, dijo.

Otro aspecto destacable fue su fiereza en lo militar: “Era un ejemplo en combate, valiente como pocos, herido en varias batallas”.

“Era una figura extraordinaria, que quería el acuerdo entre argentinos. No hay nada de él en lo político que tenga algo de malo, al contrario, diría que en su época, en las décadas que el Chacho Peñaloza actuó, creo que no hay un argentino más noble que él, que entienda más a otro argentino, que trate de llegar a acuerdos, que sea tan blando incluso con los enemigos, que entienda la palabra de ellos, aunque a veces le mentían.”

Sin embargo, para el escritor su flaqueza era la falta de comprensión del momento global. “Lo único que no entendía era la economía. No entendía que la Argentina, en esa globalización iba a tener un papel en la economía mundial. Lo que sí se daba cuenta es que esa inserción iba a pegar negativamente en muchas provincias interiores, se daba cuenta de eso pero no se daba cuenta que el mecanismo que usaba, que no se toque nada y mantengamos esta producción pastoril, eso ya no era posible. Eso es lo único que no se da cuenta, en todo lo demás es un fenómeno, yo lo votaría, si estuviera en el balotaje lo votaría con las dos manos”, dijo bromeando.

Finalmente, volvió a subrayar el aspecto más humano del Chacho, en tiempos revueltos y violentos. “El peleaba con las armas en la mano, en esa época que era dura, de guerras civiles, pero quería los acuerdos, quría una república, era un argentino extraordinario”, remarcó Muiño.

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