Después de la división del Virreinato, el rey Carlos III dictó la "Real Ordenanza de Intendentes" de 1782 en el cual dividíase el territorio en ocho gobiernos con el nombre de intendencias, entre ellas la de Córdoba del Tucumán que comprendía Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja. Cada una de estas intendencias era gobernada por un gobernador-intendente.
Entre 1813 y 1820 aquella geografía política se modifica por tres causas principales que en síntesis son: 1° resoluciones de la Asamblea del año 1813 dividiendo la intendencia de Córdoba en dos y dándole ese título a las tres provincias de Cuyo, con la capital en Mendoza.
La subintendencia de La Rioja se erige en provincia en 1816 por iniciativa del Cabildo, pero el congreso constituyente decidió "declarar restituido al antiguo orden de dependencia la ciudad de La Rioja"; 2° decretos del Director Supremo del Estado en 1814 crea varias provincias del litoral y norte argentino; 3° resolución de los cabildos de cada ciudad, rigiéndose en provincias separadas de las anteriores dependencias.
Este modo de formación se produce desde 1817 a 1820, en que quedan definitivamente separadas, con sus autoridades y leyes propias, Santa Fe, Santiago, San Luis, San Juan, Catamarca y La Rioja. Jujuy se separa en 1834.
Estos actos estaban basados en el propósito de pertenecer a una sola nación y regida por una Constitución que fuera expresión de la voluntad de todos los pueblos.
El perfil autonómico de las provincias se fue acentuando a través de diversos pactos entre ellos, a partir del Tratado del Pilar de 1820 (Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, 28 de febrero de 1820); Tratado del Cuadrilátero, las mismas provincias más Corrientes, el 25 de enero de 1820. Y así varios pactos interprovinciales que debían procurar la paz, la unión comercial y la defensa contra cualquier enemigo extranjero. La Rioja el 5 de julio de 1830 firma un pacto de "paz, amistad y alianza ofensiva y defensiva con Córdoba, San Luis y Mendoza"
La década referida -caracterizada por algunos historiadores como anárquica- ha sido de luchas de las provincias por su autonomía e incluso por la separación, como fue la banda oriental.
La situación de Córdoba, inmersa en un conflicto interno, da oportunidad a La Rioja para recuperar su autonomía. Luego de choques de facciones locales se reúne el Cabildo Abierto el 26 de febrero y nombra a Diego Barrenechea gobernador interino. El 1° de marzo de 1820, con la participación de gente de la campaña La Rioja se constituyó en provincia independiente hasta la reunión del Congreso, "bajo la forma federal proclamada por los demás pueblos hermanos".
La Asamblea designó gobernador intendente al antiguo jefe de Arribeños y primer jefe del Ejercito Auxiliar del Perú y primer general de la Nación Francisco Antonio Ortiz de Ocampo.
Ahí se inicia un largo proceso histórico de luchas y desencuentros que sólo la pluma de los historiadores citados fueron capaces de resumirlo y que exceden este espacio. Como ciudadano quisiera destacar, a dos siglos esa gesta, que la Autonomía de nuestra Provincia fue anterior a la Nación y parte de ésta como compromiso histórico, constitucional e indestructible.
Que los riojanos podemos exhibir con orgullo la lucha de un pueblo durante doscientos años por su libertad, que es en suma el significado de la Autonomía. Que participó en la epopeya por nuestra independencia -primero con Pedro Ignacio de Castro Barros en el Congreso de Tucumán- y luego, detrás de nuestros Andes, junto al que la llevó al resto de América, el colosal Gral. José de San Martín.
Que hubo caudillos que levantaron la bandera federal y murieron por ella como Juan Facundo Quiroga, Angel Vicente Peñaloza, como así también Felipe Varela. Y en lo cultural, como parte del acervo de la Autonomía, ejemplos como Joaquín V. González, Rosario Vera Peñaloza, José Santos Salinas, Arturo Marazzo, entre muchos otros meritorios comprovincianos.
La Autonomía es un valor, un mérito, una virtud republicana, pero también una utopía. Siempre habrá un poder central que trate de uniformarnos en lo político, de condicionarnos en lo económico.
Y la única forma de evitar esos condicionamientos siempre latentes, a mi juicio, es fortalecer nuestras instituciones locales y eso se consigue, como reza el artículo 5° de la Constitución Nacional, garantizando la educación, fortaleciendo los municipios y dotando de independencias a los poderes del Estado.
Yo rindo mi humilde homenaje a todas las generaciones que durante doscientos años han permitido que nuestra querida Provincia sea autónoma. Que, al decir de ese gran presidente don Hipólito Yrigoyen: "las autonomías son de los pueblos y no de los gobiernos".
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