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Opinión

Alemania, la nueva estrella militar en la Unión Europea

El papel de Alemania en las Grandes Maniobras Militares Aéreas, con 23 países miembros de la OTAN, corresponde al giro absoluto ocurrido en las relaciones germano-rusas tras la guerra en Ucrania.
Rodolfo Enrique Gallo del Castillo

Por Rodolfo Enrique Gallo del Castillo

Dos fenómenos concomitantes se dan la mano en estos días con motivo de la Guerra en Ucrania. El primero de ellos, el cambio geopolítico copernicano de Alemania con respecto a la Federación Rusa. El segundo, la extensión de la guerra en escala planetaria y su llegada a las playas latinoamericanas incluidas, en este caso, las del Mercosur.

Ambos fenómenos se pueden visualizar esta semana a través de dos acontecimientos simultáneos: las Grandes Maniobras Militares Aéreas, en Alemania, con aeronaves de 23 países miembros de la OTAN -Organización del Tratado del Atlántico Norte- más Japón, incorporado por primera vez como invitado, y Suecia, en su carácter de próximo integrante, de pleno derecho, de esta poderosa alianza militar.

Estos ejercicios militares tienen el apoyo de 10.000 soldados en tierra, con centro logístico y de comunicaciones en las instalaciones aéreas de Wunstorf, (muy próxima a Hannover) en la Baja Sajonia, pero con teatros de operaciones no solamente en Alemania, sino también en la República Checa, Estonia y Letonia.

Las escuadrillas y los soldados de apoyo de los veinticinco países convocados ya se están ejercitando desde el lunes 12 de junio y continuarán hasta el viernes 23 del mes actual. Son básicamente ejercicios de apoyo aéreo, con aviones de combate y transporte, destinados a socorrer a cualquier país miembro de la OTAN agredido por fuerzas enemigas. Desde ya, son megamaniobras con epicentro en Alemania, donde se quiere aprovechar la posición central del país germano dentro de la geografía europea, como el mejor puente para coordinar este tipo de grandes esfuerzos logísticos y militares, pues incluye el traslado de evacuados, mediante masivos puentes aéreos, hacia zonas más seguras.

Este papel central de Alemania en estas grandes maniobras militares aéreas, corresponde al giro absoluto ocurrido en las relaciones germano-rusas a partir de la criminal invasión de Ucrania por parte de Vladimir Vladimirovich Putin, el 24 de febrero de 2022.

El fin de la Ostpolitik

La Ostpolitik (Política del Este, o Hacia el Este, en alemán) es el nombre de la política internacional adoptada por los cancilleres alemanes a partir de Willy Brandt (1969-1972) con respecto a los países del Este europeo, incluída Alemania Oriental, bajo control ruso.

En realidad, esa política de acercamiento ya había sido iniciada por Konrad Adenauer, en 1955, con un primer viaje a Moscú pero, a partir de Willy Brandt tomó ese nombre genérico, síntesis de una integración, sobre todo económica, cada vez mayor, entre Alemania y Rusia.

Esta alianza estratégica no implicaba, para Alemania, perder su puesto central en la Unión Europea, sobre todo por su gran alianza con Francia, y por su creciente poderío económico, capaz de convertirla, en el tiempo presente, en la cuarta economía del planeta, solamente detrás de los Estados Unidos, China y Japón.

Desde el 9 de mayo de 1945, fecha de la rendición de las tropas nazis, hasta 1955, Alemania tuvo prohibida toda actividad militar. En los hechos, la colosal Wehrmacht fue disuelta completamente y solamente diez años después fue autorizada la creación de la Bundeswehr (una especie de Defensa Federal), al compás de las crecientes necesidades de la Guerra Fría.

Los gastos militares de Alemania se redujeron a menos del uno por ciento de su Presupuesto, lo cual fue aprovechado para su despegue económico, hasta llegar a ser la economía más poderosa de Europa, por lejos, con la ayuda adicional de contar con una provisión de gas natural barato, suministrado por la Federación Rusa a través de sus importantes gasoductos.

Al principio, Rusia enviaba el fluido a través de gasoductos que pasaban sobre Ucrania pero, luego, en una jugada económica más ambiciosa, inauguró un gasoducto directo a través del Mar Báltico entre Rusia y Alemania. Esto le hubiera permitido dejar de pagar peaje a Ucrania por el paso de gas natural ruso sobre el territorio ucraniano. Y, de hecho, el gas pasado por el North Stream I, por el fondo del Mar Báltico, ya no pagó peaje alguno.

De menor a mayor, y muy alentado por estas circunstancias, la Federación Rusa construyó y terminó un segundo gasoducto sobre el Báltico, el North Stream II, al cual solamente le faltaba la habilitación, prevista para marzo de 2022. A través de estos gasoductos, Rusia no solamente proyectaba proveer de gas a Alemania, sino también al Reino Unido, con cuyas empresas ya había iniciado negociaciones.

Pero ya el cese de aprovisionamiento de gas producido en 2009 con motivo de una seria diferencia entre Rusia y Ucrania sobre el monto del peaje, encendió luces de alarma en Alemania, y algunos comenzaron a pensar en cómo encontrar fuentes de gas alternativas. Pero no hubo cambios, hasta que, en abril de 2021, los primeros estacionamientos de tropas rusas sobre las fronteras de Ucrania despertaron serios temores en algunos sectores políticos y económicos de Alemania sobre cuál podría ser el futuro de esas importantes provisiones de gas ruso barato.

Con la invasión del 24 de febrero, la relación entre Alemania y Rusia saltó por el aire. Y junto con ella, toda la Ostpolitik, liquidada de un plumazo y posiblemente para siempre.

Rusia ganó el mote de “proveedor no confiable” y Alemania comenzó a sentir la necesidad de tener fuerzas armadas importantes y operativas en lugar del triste remedo actual, donde décadas de pacifismo extremo la han llevado a ser un país casi militarmente indefenso.Pero sigue siendo un país muy poderoso económica y tecnológicamente, y está encarando, a marchas forzadas, una acelerada militarización.

Para comenzar, el año pasado dispuso destinar 100.000 millones de euros al rearme de sus fuerzas de tierra, aire y mar. Y ha dispuesto una masa crítica de 300.000 millones de euros para estos tres años de rearme. Por supuesto, no basta con el dinero, porque tiene que dejar atrás una organización obsoleta y caduca, en un país donde el tema militar no importaba casi nada. Y donde tuvo un durísimo despertar a partir de esta guerra.

Buenos reflejos

Desde el comienzo de la criminal invasión de Rusia a Ucrania, Alemania mostró excelentes reflejos. En primer lugar, para cancelar todas sus compras de hidrocarburos a Rusia (gas natural y petróleo) también las ventas germanas a ese país eslavo y para adoptar y cumplir las sanciones al Kremlin dispuestas por la OTAN. También ayudó a tomar importantes decisiones la presencia de Úrsula von der Leyen como presidente de la Comisión Directiva de la Unión Europea, la máxima autoridad de ese bloque de naciones.

Úrsula Gertrude Albrecht de von der Leyden nació el 8 de octubre de 1958 en Ixelles, cerca de Bruselas, capital de Bélgica, donde su padre cumplía funciones y aprendió alemán y francés desde la escuela primaria.

Dentro de su vasta carrera política, fue la primera ministra de Defensa de Alemania, desde 2013 hasta 2019. En diciembre de 2019 asumió como Presidente de la Comisión Directiva de la Unión Europea y tiene mandato hasta 2024.

Su presencia firme y sus posturas claras fueron un gran aliciente para la ayuda proporcionada por la OTAN a Volodomir Zelenzky en sus permanentes pedidos de armas y municiones para defender a su patria, y para convencer a Alemania a realizar lo más conveniente para los intereses de los países democráticos.

Puede considerarse que Rosie, como le dicen familiarmente a Úrsula von der Leyen, es una de las adalides del rearme alemán, pieza vital para el conjunto de los países miembros de la Unión Europea.

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