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Opinión MUNDO. POR EMILIA RUTLEDGE

Aumenta China su influencia entre las monarquías petroleras

Hay una relación cada vez más estrecha entre China y los estados del Golfo. Los lazos económicos han estado creciendo constantemente durante varias décadas y se adaptan específicamente a sus respectivas necesidades.
Emilia Rutledge

Por Emilia Rutledge

A fines de noviembre de 2022, el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, anunció que la era dorada entre Gran Bretaña y China había terminado. Sin embargo, es posible que a China no le haya molestado demasiado esta noticia y haya estado ocupada haciendo amigos influyentes en otros lugares.

A principios de diciembre, el presidente chino, Xi Jinping, se reunió con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), un grupo integrado por Baréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos, para discutir sobre comercio e inversión. También en la agenda hubo conversaciones sobre forjar lazos políticos más estrechos y una relación de seguridad más profunda.

Esta cumbre en Arabia Saudita fue el último paso en lo que nuestra investigación muestra es una relación cada vez más estrecha entre China y los estados del Golfo. Los lazos económicos han estado creciendo constantemente durante varias décadas (en gran parte a expensas del comercio con Estados Unidos y la UE) y se adaptan específicamente a sus respectivas necesidades.

En pocas palabras, China necesita petróleo, mientras que el Golfo necesita importar productos manufacturados, incluidos artículos para el hogar, textiles, productos eléctricos y automóviles.

El pronunciado crecimiento de China en las últimas décadas ha sido especialmente significativo para las economías de los estados del Golfo ricos en petróleo. Entre 1980 y 2019, sus exportaciones a China crecieron a una tasa anual de 17,1%. En 2021, el 40 % de las importaciones de petróleo crudo de China provino del Golfo, más que cualquier otro país o grupo regional, con un 17 % solo de Arabia Saudita.

Y es probable que el petróleo continúe fluyendo en dirección a China. En 2009, se pronosticó que China requeriría 14 millones de barriles de petróleo por día para 2025. De hecho, China alcanzó esa cifra en 2019 y se espera que necesite al menos 17 millones de barriles por día para 2040. Al mismo tiempo, EE. UU. se convirtió en un exportador neto de petróleo en 2019 y, por lo tanto, logró un objetivo de política exterior de larga data: superar su dependencia de los combustibles fósiles de Oriente Medio.

Las petromonarquías son buenos clientes para China. Se espera que las economías del Golfo crezcan alrededor del 5,9 % en 2022 (en comparación con un deslucido crecimiento previsto del 2,5 % en EE.UU. y la UE) y ofrezcan oportunidades atractivas para la economía china orientada a la exportación. Es probable que la vía rápida de un acuerdo de libre comercio fuera una prioridad en la agenda de la cumbre a principios de diciembre.

Fuertes lazos

La mayor dependencia del Golfo en el comercio con China se ha visto acompañada por una reducción en su apetito por seguir el liderazgo político y cultural de Occidente.

Como grupo, apoyó la acción militar de Occidente en Irak, por ejemplo, y la lucha más amplia contra el Estado Islámico. Pero más recientemente, el Golfo se negó notablemente a apoyar a Occidente en la condena de la invasión rusa de Ucrania. También amenazó a Netflix con acciones legales por ``promover la homosexualidad’’, mientras que Qatar prohibió activamente las banderas del arcoiris que apoyan la diversidad sexual en la Copa Mundial de la FIFA.

Por lo tanto, la visita de Xi a Arabia Saudita fue muy oportuna para ilustrar el fortalecimiento de esta importante asociación. Y en la medida en que se pueda pronosticar algo, parece probable que se profundice la relación comercial entre el Golfo y China. En el frente político, sin embargo, los acontecimientos son menos fáciles de predecir.

China está tratando de salvaguardar sus intereses en el Medio Oriente a la luz de la iniciativa Cinturón de la Seda, su ambicioso proyecto de inversión e infraestructura transcontinental.

Pero, ¿cuánto más podrían estar dispuestos los estados del Golfo a sacrificar sus pactos de seguridad de larga data con las potencias occidentales (forjados después de la Segunda Guerra Mundial) para buscar otros nuevos como Pekín? Actualmente, Estados Unidos tiene bases (o estaciones) militares en los seis países del Golfo, pero está bien documentado que el CCG está buscando formas de diversificar su autopercepción de dependencia excesiva de Estados Unidos como su principal garante de seguridad (un sentimiento dentro del bloque que se pronunció mientras Obama era presidente, menos con Trump, pero en alza nuevamente con Biden).

En las próximas décadas, el CCG deberá decidir qué camino socioeconómico seguir en la era posterior al petróleo, donde las economías basadas en el conocimiento y aumentadas por IA marcarán el ritmo.

La autora es Catedrática de Economía, The Open University. Publicado en el diario La Prensa, Buenos Aires

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