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Opinión

Cornelio Saavedra, según los historiadores

Un repaso de autores que lo sindicaron como el primer unitario, a otros que rescatan el papel del primer presidente de gobierno de las Provincias Unidas del Río de La Plata.
PABLO A VÁZQUEZ

Por PABLO A VÁZQUEZ

Mayo tuvo un protagonista excluyente que fue Cornelio Judas Tadeo de Saavedra y Rodríguez, quien fuera presidente del primer gobierno de las Provincias Unidas del Río de La Plata. Con sus fuerzas militares y decisión política apuntaló la Revolución de 1810, pero, sin embargo, su figura aparece desdibujada al lado de Mariano Moreno, su secretario, el “numen de Mayo”, de méritos probados con su pluma y pasión jacobina, sí, pero elevado siempre en menoscabo del militar potosino.

Aquello que insinuó Ernesto Palacio en su “Historia de la Argentina: 1515 – 1938” (1954) sobre la identidad adquirida por el pueblo de Buenos Aires ante el invasor británico en 1806 y 1807: “Liniers… en once meses convirtió a una población de comerciantes en una república militar”. A esto le sumó la referencia del ejercicio de la “democracia directa” de aquellos partícipes de dichas tropas, cual se realizó siglos atrás en los primeros Cabildos de las reconquistadas ciudades castellanas y en los nuevos poblados americanos al inicio de la conquista española: “Los cuerpos debieron elegirse por votación sus propios oficiales, y éste es el origen de los grados de casi toda la oficialidad de la Independencia”.

Saavedra Vs. Moreno

Ante esa conciencia colectiva, fue obvio que el jefe de Patricios, el cuerpo armado más importante de Buenos Aires, tuviese un rol decisivo en cualquier acontecimiento de la ciudad. Y ese rol lo ocupó Saavedra, quien lo condujo desde su creación hasta 1811. “Saavedra queda lejos y apagado, como un semiprócer, a causa del odio que le profesó Moreno”, refirió Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría), en “Año X” (1960). Y agregó: ¿En cuál de nuestras escuelas se enseña que Saavedra es la gran figura del 25 de Mayo y el que salvó dos veces a la Revolución arrojando su espada en el platillo donde estaba la suerte de la patria, una el 1° de enero de 1809, otra el 22 de Mayo de 1810”.

Desde el liberalismo decimonónico, muchos escritores de la Nueva Escuela Histórica, autores marxistas, hasta los de la izquierda nacional, y de última reencarnación neorevisionista se ensalza a Moreno y se empequeñece, casi hasta la burla o el ninguneo, a don Saavedra. A modo de ejemplo, vale leer los trabajos de Bernardo González Arrili “Mariano Moreno” (1944), de Ricardo Levene “Ensayo sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno” (1960), de Rodolfo Puiggros “Los caudillos de la Revolución de Mayo” (1942), de Jorge Abelardo Ramos “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina (1961), de Tulio Halperin Donghi sus dos obras: “Tradición política española e ideología revolucionaria de Mayo” (1961) y “Revolución y Guerra: Formación de una elite dirigencial en la Argentina criolla (1972), - aunque estos trabajos realzan a Moreno tratan de forma ecuánime, es justo decirlo, a Saavedra -, y de Felipe Pigna “La vida por la Patria: Una biografía de Mariano Moreno” (2017).

Se sale de la media Puiggros, ya que en su investigación no sólo ensalza a Moreno sino al oriental Artigas, nombrándo una sola vez, de forma negativa, a Saavedra. Más aún, Puiggros, en su análisis historiográfico, contrapuso la “tendencia conservadora de los saavedristas”, la cual, según él, generó “el unitarismo”, que “partió de la actitud saavedrista”, mientras que Moreno fue quien esbozó “el primer planteamiento doctrinario del federalismo”, criticando al liberalismo tradicional que “niega que el pensamiento de Moreno fuese el reflejo de tendencias sociales profundas y que, como tal, se adelantara al federalismo de los caudillos provinciales”, negando con ello que sea un “prócer unitario y precursor de Rivadavia”.

Autores que lo valoran

Serán otros autores los que valorarán el rol del prócer del Alto Perú en los sucesos de 1810, aun cuando algunos objetaron parte de su proceder. Vale la pena rescatar, entre otros, los artículos de Bartolomé Mitre en “la Nación”, del 27 de mayo de 1882; Adolfo Carranza, en “Ilustración Histórica Argentina” de 1909; Mariano Guerra en “El Pueblo”, del 13 de agosto de 1944; de José Carlos Astolfi en “La Prensa” del 9 de julio de 1955; de Alberto Diaz Bialet en “Los Principios”, Córdoba, del 25 de mayo de 1958; de Carlos María Gelly y Obes, en “La Nación”, del 16 de septiembre de 1959; y de Ricardo Zorraquín Becú, en “Historia” n° 18 de 1960.

Cuño revisionista

En cuanto a obras de cuño revisionista, los trabajos de José Luis Busaniche “Historia Argentina” (1965); la obra de varios volúmenes de José María Rosa con su “Historia Argentina”, en particular el tomo II, de 1970; los 10 tomos de “Historia de la Argentina” de Vicente Sierra, en particular el tomo V, que los editó entre 1956 a 1980; y el citado trabajo de Palacio, dan un tono más ecuánime a la labor saavedrista.

José María Rosa, si bien reconoció que Saavedra, en la jornada de Mayo, fue “en esos momentos el caudillo del pueblo”, señaló que careció de conducción política y voluntad de poder, pues “le faltó conciencia de su posición”. Y agregó: “tenía tras suyo las dos grandes fuerzas de la revolución, el pueblo y el ejército, que en definitiva hacían una por el origen popular de la milicia. No supo comprender. Heredero del prestigio de Liniers, como éste no atinaría a madurarlo en auténtica jefatura. Se quedó con la apariencia del poder, porque le faltaron imaginación para conducirse y conciencia de su lugar y de su hora… Saavedra dejaría que otros le birlasen el gobierno. La noche del 25 debió meterse la Junta en un puño y reducir a los abogados a una función de asesores; si lo hecho, la revolución habría mantenido, tal vez, el calor popular del primer día”.

A ellos sumamos los libros de Juan Rómulo Fernández, “Saavedra: Biografía escrita por encargo de la Comisión Nacional de Homenaje al Prócer” (1929); Roberto Marfany “Vísperas de Mayo” (1960); Enrique Ruiz Guiñazú “El Presidente Saavedra y el Pueblo Soberano” (1960); y Guillermo Furlong, con dos trabajos capitales: “La revolución de Mayo: Los sucesos – Los hombres – Las ideas”, de marzo 1960, y “Cornelio Saavedra: el padre de la patria argentina” de octubre de ese mismo año; más la obra citada de Martínez Zuviría, también de 1960, ya que al cumplirse 150° aniversario del 25 de mayo proliferaron obras históricos sobre el magno acontecimiento.

Furlong, en su primer texto citado, referirá a Saavedra como síntesis de Mayo: “Para las cosas grandes y arduas es menester combinación sosegada, voluntad decidida, acción vigorosa, cabeza fría, corazón ardiente y mano de hierro, y sin quitar méritos a los demás próceres de Mayo, hemos de reconocer que don Cornelio Saavedra no tan sólo por su calidad de militar, aunque no lo era profesionalmente, sino también por su prudencia, por su visión política, por su tranquilidad de espíritu y por su audacia, fue el nomen y el numen de la revolución. Hombre enteramente ajeno a las ideologías de la Revolución Francesa, e imbuido en las clásicas ideas de los grandes pensadores españoles, en especial de Francisco Suárez, contaba Saavedra, aunque sólo parcialmente, con dos elementos de grande valía: el ejército y las comunidades religiosas, y sabemos que tanto o más que en la casa de Nicolás Rodríguez Peña, y que en al jabonería de Hipólito Vieytes, las reuniones secretas tuvieron lugar en los conventos de Santo Domingo y de la Merced, y en el Cuartel de los Patricios, ubicado entonces donde hoy se halla el Colegio Nacional Central, otrora Colegio de San Ignacio”.

Memoria autógrafa

Dejo para el final la propia “Memoria Autógrafa” del prócer, para conocer de primera mano el accionar de quien, en palabras de Ruiz Guiñazú: “Los manes de Saavedra claman justicia”. Él, quien mirándonos desde su estatua en la porteña intersección de Av. Callao y Av. Córdoba, exige que le demos voz para que conozcamos su historia.

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