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Opinión Reflexión

La pandemia que nos cambió la vida y nos desfiguró el rostro

El reconocido pediatra Samuel Danon analiza en perspectiva los cambios sociales, a partir de la aparición del Coronavirus a nivel mundial.

Hace ya 6 meses (a fines de diciembre, mientras todos

organizábamos la reunión familiar para recibir el año 2020) En los diferentes

medios de comunicación se informaba que las autoridades sanitarias de una

ciudad del centro de China llamada Wuhan, comenzaban a encender una alarma por

muchos casos de neumonía, de los cuales un alto porcentaje terminaban en

terapia intensiva y muchos de ellos fallecían sin encontrarse al agente

etiológico responsable.

Lo curioso era que a muchos de estos pacientes se los relacionaba

con haber estado en un mercado mayorista del sur de esa ciudad. No se sabía qué

lo provocaba, pero sí se sabía que la mayoría de estos pacientes tenían un

común denominador; un Síndrome Respiratorio agudo severo (SARS) similar al

aparecido en el 2002, que fue provocado por un tipo de coronavirus, y otro que

aparece en el 2013, pero como los casos se dieron en medio oriente se llamó

Síndrome Respiratorio Agudo del Medio Oriente (MERS). Teniendo en cuenta este

antecedente recién el 7 de enero del 2020 se pudo identificar al nuevo

coronavirus responsable de estos cuadros y cuyo huéspedes intermediarios se

mencionan al murciélago y al pangolín, pero que 

ahora  pasa de persona a persona

con un alto grado de contagio.

En tan solo 2 meses ya había 150 mil casos y cerca de 6000

muertos en casi todo el mundo y observábamos desde lejos como esa parte del

hemisferio empezaba a cambiar su rutina. En poco tiempo, las palabras

"cuarentena" y "coronavirus" empezaron a ser las más usadas y escuchadas.

El 3 de marzo se confirma lo que no queríamos o veíamos muy

lejano, el primer caso de coronavirus en Argentina. Hoy este microscópico

dañino pasó a ser el centro de nuestras vidas, algo inimaginable. Por lo que

tuvimos que adaptarnos a situaciones 

inesperadas  que todavía nos

cuesta creer.  De un día para el otro

Docentes, Niños y Adolescentes quedaron sin escuelas, adaptándose a un nuevo

"sistema online", cambiando drásticamente sus rutinas, alejados de sus amigos y

compañeros y en similar situación, los alumnos Universitarios con mucha

incertidumbre por su futuro académico. Los abrazos y besos pasaron a ser algo

extraño, el apretón de mano se remplaza por un frio choque de codo (algo que

resulta hasta ridículo de verlo) y las reuniones familiares o de amistades pasaron

de ser reales a ser virtuales. En este contexto, un niño que nace no podrá ver

a sus abuelos y tal vez, demore el control pediátrico. Una persona que muere no

podrá ser despedida por sus familiares y amigos.

 Cambiamos hábitos al

salir y entrar a la casa, con horarios reducidos. Hasta cambiamos el rostro

debido al uso del barbijo o tapaboca que parece desfigurarnos y que provoca esa

rara situación en donde alguien nos saluda y dudamos de quién se trata. Tuvimos

que ocultar lo más importante que tenemos en la comunicación, nuestras

expresiones.

Este virus trajo comportamientos ambivalentes hacia los

profesionales de la salud, por un lado, los aplausos y por otro, los piedrazos

y hasta paranoicas amenazas.  Los

comerciantes se hicieron expertos en ventas on-line; muchas empresas

descubrieron que es más fácil organizar un trabajo desde la casa (algo que ya

se venía pensando desde antes de la pandemia y se hacía lentamente, hoy se está

acelerando). Pero en contra partida a los avances tecnológicos en estos temas,

el impacto económico está siendo desbastador. Esta minúscula partícula, no solo

dañó la salud de muchos, sino que está trayendo una grave recesión,

desocupación, pérdidas millonarias en empresas de transporte y turismo como

pocas veces se vio.

Hubo increíbles cambios institucionales; es la primera vez

que la cámara de diputados sesiona al horario establecido porque todos deberían

estar puntuales en sus pantallas.

Debido al aislamiento de las personas hasta la naturaleza

cambió; dejamos de intervenir en la misma y gracias a ello, aparecieron peces

donde antes no había y se vieron las estrellas en lugares donde el cielo estaba

tapado.

Los shopping, teatros y cines parecen formar parte de un

recuerdo y tenemos que formar filas interminables manteniendo una distancia,

que no todos la cumplen, para ingresar a algún comercio habilitado o a alguna

otra institución.

 Cuesta creer este

cambio en nuestras vidas, que lamentablemente parece una pesadilla de la que

quiero ya despertar.

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