El informe preliminar de la CEPAL pronostica que el septenio 2014-2020 será el de menor crecimiento económico de la región en los últimos 40 años. Las proyecciones de crecimiento para el año próximo, si bien mejoran con respecto a las cifras de 2019, no son muy prometedoras; el crecimiento estimado de los países sería en promedio de un 1,3%. El Banco Asiático de Desarrollo (BAD) prevé un crecimiento del 5,2% para este año y 2020 en la región bajo su égida a pesar de no contar con condiciones internacionales favorables. Este informe señala que las tasas de crecimiento son moderadas. También puntualiza que excluyendo las nuevas economías industrializadas de Hong-Kong, China, Corea, Singapur y Taiwán el crecimiento regional será del 5,7% en 2019 y 2020.
El informe de la CEPAL menciona que la desaceleración tendencial de la actividad económica alcanza a todas las variables incluyendo inversión, consumo y exportaciones. Terminado el impulso generado por los aumentos de los precios de las commodities y en un contexto de bajo dinamismo las economías latinoamericanas no han podido generar condiciones endógenas para un desarrollo sustentable. El informe agrega que con la excepción de la Argentina los países de la región tienen bajas tasas de inflación, acceso a los mercados financieros y tasas de interés internacionales en niveles históricos bajos que debería coadyuvar a impulsar el crecimiento.
Los resultados económicos profundizarán la divergencia entre Asia y América Latina. La primera década mostró una retroalimentación de ambas regiones reflejadas en los precios de las commodities que contribuyeron a generar una mayor demanda agregada. Las tasas de crecimiento reflejaron los mayores recursos que fueron volcados a mejorar los índices sociales. La región disfrutó de prosperidad y la pobreza disminuyó del 44 en 2002 al 28% en 2013 para permanecer en esos niveles en los últimos años. La desaparición del impulso externo reveló la fragilidad de la estructura de los países latinoamericanos para crear condiciones endogámicas de crecimiento. La región tampoco pudo recurrir a la política fiscal para impulsar la demanda porque durante los años de abundancia no aparecieron actividades para generar ingresos adicionales o reemplazar los aportes de los precios altos de las commodities.
Los países asiáticos han presenciado una fuerte disminución de la pobreza en los últimos treinta años destacándose China e India donde han surgido sectores de clase media con nuevas pautas de consumo que sumada a las inversiones en infraestructura para la modernización de las comunicaciones y la adaptación de las zonas urbanas favorecieron el dinamismo económico. Los países asiáticos priorizaron la estabilidad y la confianza de las políticas macroeconómicas y la integración regional para diversificar la estructura productiva y crear condiciones para mejorar la competitividad. Las inversiones externas encontraron condiciones favorables para instalarse y orientar su producción a la exportación principalmente hacia los Estados Unidos, Japón y Europa. Los países latinoamericanos quedaron prisioneros de la evolución de los precios de sus recursos naturales sin implementar políticas para competir con la región asiática. Los desequilibrios macroeconómicos y las oscilaciones de las políticas económicas influyeron negativamente en la tasa de inversión. Los países asiáticos, a pesar del crecimiento económico de las últimas décadas, continúan teniendo una tasa de inversión que supera a la de los países latinoamericanos y que presagia el ensanchamiento de la brecha entre ambas regiones. Los países asiáticos priorizaron la inversión sobre el consumo para absorber el exceso de mano de mano de obra expulsada de las zonas rurales por el aumento de la productividad. En la medida que los países latinoamericanos no puedan forjar una estrategia para aumentar la tasa de inversión, será difícil modificar las perspectivas para cambiar el signo de la década y lograr un desarrollo sostenido.
(*) El autor es Licenciado en Economía Política (UBA), Master in Economics (University of Boston) y fue embajador argentino en Tailandia. Es Miembro Consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
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