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Opinión Voces. Por Lic. Alejandra M. Gordillo (*)

Roberto A. Mantovani: una vasta y fértil trayectoria

Hacer justicia a su memoria exigiría contar más sobre este valiente dirigente, que un 21 de marzo de 2020 emprendió un último y definitivo viaje que no lo llevó a una nueva gestión, sino por el inescrutable y misterioso destino al que todos estamos llamados.

Escribir una semblanza sobre Roberto Alejandro Mantovani me coloca en una encrucijada personal y profesional. Decidir qué camino tomar: aquel que me llevará por los senderos de la objetividad, de la circunscripción a los hechos y sucesos que marcaron su vasta y fértil trayectoria, o aquel en el que deje fluir la subjetividad y matizar mi relato con adjetivaciones que den cuenta de los modos en los que se relacionó con cada actividad institucional que desplegó. Opto por una mezcla de ambos, porque siento que sólo así haré justicia a su memoria y podré poner en valor la figura de Roberto Alejandro Mantovani ante quienes no lo conocieron suficiente.

Empezaré diciendo que nació en Córdoba, estudió en su amado y siempre recordado "Colegio Nacional de Monserrat", en el que según sus propias expresiones "había aprendido los valores del Humanismo". Estaba orgulloso de su formación y de las enseñanzas que recibió allí y en el seno de su familia, valores de los que nunca se desprendió y que aplicó en cada una de las instituciones que integró e impregnó en cada rol que ocupó: la honestidad, la responsabilidad, el compromiso, la lealtad, la decencia y el valor de la palabra. Tanto es así que algunos memoriosos recuerdan los acuerdos que cerró con sólo una conversación. 

Eligió vivir en Chilecito, La Rioja, en estos Valles del Famatina que disfrutó y conoció como pocos. Amaba estos cerros y presumía de su conocimiento de la cordillera riojana, a la que visitaba siempre que podía. Fue un gran promotor del "árido riojano", como solía denominar a este valle, al que enalteció con sus proyectos, sus innovaciones productivas, la transferencia de conocimientos y experiencias que fue cosechando en sus numerosos viajes alrededor del mundo.  

Cuando la Presidencia de la Nación declaró al Vino Bebida Nacional, en 2010, Roberto Mantovani fue distinguido por su trayectoria, compromiso, trabajo y fomento de la actividad vitivinícola. En ese momento expresó: "Me enorgullece el reconocimiento que el vino argentino está teniendo, y esta declaración significa un enorme reconocimiento al trabajo sostenido que toda la gente de la vitivinicultura viene realizando desde hace mucho tiempo". 

Elegía sumar sus méritos a todos los que hacían posible que su trabajo fuera fructífero. Un gesto de humildad que lo caracterizaba.

Desinteresado, generoso, sencillo, hacía un culto de la economía de las palabras. No necesitaba emplear demasiadas, con su voz resonando fuerte y su imponente presencia, impartía respeto. Cualquiera fueran las circunstancias, mantenía su postura política, social e ideológica y las sostenía aún en contextos adversos. Así se manejó en lo laboral y en lo personal. Así cosechó no sólo grandes amigos y colaboradores, sino también detractores a quienes enfrentó con firmeza, anteponiendo siempre el bien general sobre el particular. 

 Creo que estas cualidades lo definen y fueron ellas las que marcaron su gestión como GERENTE GENERAL DE LA RIOJANA COOPERATIVA VITIVINIFRUTICOLA DE LA RIOJA LIMITADA, cargo que ocupó por 35 años. En esta cooperativa consolidó entrañables y leales amistades, "hermanos de la vida" como los llamaba, y como amigo fiel, nunca dejó que las diferencias se interpusieran en el afecto que a ellos los unía. Fue este uno de los espacios donde se relacionó con grandes maestros del cooperativismo.   

Su inesperada partida, lo encontró ocupando además los cargos de VICEPRESIDENTE DE MUTUAL FEDERADA SALUD 25 DE JUNIO (Rosario, Santa Fe, desde 1993) y  PRESIDENTE DE MUTAL FAMATINA AGRO, "FAGRO" (Chilecito, desde su fundación en 2009). 

Su compromiso y convicción sobre los valores de la economía social y el asociativismo lo llevaron a abrazar con firmeza y desinterés personal –pero no institucional- la defensa de los derechos del sector agropecuario. Lo hizo desde su rol de  PRESIDENTE DE LA CAMARA RIOJANA DE PRODUCTORES AGROPECUARIOS – CA.R.P.A. – durante 2014-2016 y también como Director de esa entidad gremial por más de 30 años, como SINDICO DE LA CAROYENSE COOPERATIVA VITIVINICOLA DE CORDOBA y LA RIOJA LIMITADA (en el periodo 1982 – 1983), como DIRECTOR TITULAR DE LAS ENTIDADES DE PREVISION DE LA FEDERACION AGRARIA ARGENTINA, como VICEPRESIDENTE DE LA FEDERACION AGRARIA ARGENTINA SEGURO DE RETIRO (1990 – 1996), como INTEGRANTE DEL DIRECTORIO DE LA CORPORACION VITIVINICOLA ARGENTINA (COVIAR),  en representación de las Otras Provincias Vitivinícolas (La Rioja, Salta, Río Negro, Catamarca y Neuquén), e incluso como DIRECTOR DE FUNDACIÓN HUMBERTO VOLANDO.

Una vasta y fértil trayectoria que lo posicionó además como PRIMER PRESIDENTE DEL I.N.T.A. – Regional La Rioja – Catamarca, representando al I.N.T.A. Central – Periodo 1988 – 1990. No debo olvidar que asesoró también al Instituto Nacional de Economía Social (INAES) en políticas de promoción del cooperativismo a nivel provincial. 

Fue un precursor en la promoción de la integración con Chile a través del paso cordillerano de Pircas Negras. Confiaba en que la apertura de ese paso internacional facilitaría el acceso a los puertos del Pacífico para llegar a más mercados internacionales. Tanto es así que integró el grupo que realizó el primer cruce en vehículo. Corría el año 1996 y con esa acción se demostró la viabilidad de tránsito por el paso cordillerano riojano.

Hacer justicia a su memoria exigiría contar más sobre este valiente dirigente, que un 21 de marzo de 2020 emprendió un último y definitivo viaje que no lo llevó a una nueva gestión, sino por el inescrutable y misterioso destino al que todos estamos llamados.

Partió dejándonos su legado y la responsabilidad de seguir adelante con la misión de hacer realidad la remanida expresión que con su partida cobra más sentido que nunca: "Los hombres pasan, las instituciones quedan", pero, si se me permite la salvedad, diré que "hay hombres que pasan e instituciones que quedan, pero hay hombres que son una institución en sí mismos". Roberto Alejandro Mantovani lo era.

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