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1591 Cultura + Espectáculos ESPACIO SADE FILIAL ARIEL FERRARO

Cinco poesías

Nidia Antonia Vergara y la Sociedad Argentina de Escritores de La Rioja, nos comparten un fragmento de literatura.
Nidia Antonia Vergara

Por Nidia Antonia Vergara

AGUA

Cristalinas vertientes recorren praderas,

endulzando el fértil camino, cubierto de flores,

invocando al hombre, no anule su curso,

para que el mañana no siembre temblores.

Quizás la fauna emule al silencio,

pretendiendo siempre perdurar airosa,

bebiendo las gotas frescas del arroyo,

que callado ofrece, cual néctar divino.

La sombra yace inerte del sauce llorón,

acunando al pobre labriego cansado,

que adormece fatigas en sus siestas de hastío,

para que el remanso, refresque sus penas.

Allí presurosa te yergues solidaria,

para que al beberte se curen heridas,

esas que a la vista se ocultan caprichosas,

sabiendo que un día, quizás no lejano,

sanarán por siempre, con el amor sagrado.

GUITARRA

La figura tenue extasiada en mil distancias,

desborda inquietudes añejadas en la templanza,

desplazando sus amores perturbados por el tiempo,

escuchando el sollozo y gemir de una guitarra.

Allí presente se transmuta en soledad,

la caricia infame que se anuló quizás,

porque la partida embarró sin par,

los melodiosos acordes que gritaban sin frenar.

Nunca dudes sonora esclavitud,

lo que el madero evoca en su gemir,

cada frase dicha en melodías,

quiebra la angustia del querer y del partir.

La nostalgia traerá con su andar,

diálogos de la misma eternidad,

simbolizando quimeras que, en verdad,

trasuntan en acordes del ayer,

animando sin saberlo en realidad.

MONTAÑA

El sinuoso perfil de tu cintura,

hace presentir lo valioso de tu vientre,

allí donde “Amaru” tiembla mil veces,

recordando que la preñez nunca se toca.

Una piel curtida custodia siempre,

incorrupta y celosa mil figuras,

que añejas se doblan majestuosas,

para reflejar impetuosas sus bellezas.

La paciente mirada del camélido,

encorvado en los filos que resaltan,

presagia ternuras de los vientos que amainan,

en la brava presencia que los anula.

Allí nace la esperanza del ingenuo pastor,

que desgasta sus ushutas trepando peñascos,

mientras cuida sus rebaños sin descanso,

sabiendo que el alimento nunca es escaso.

Inmortaliza tu figura, ¡oh, esplendorosa montaña!

Cobija tu fauna con celo de madre,

invocando sutiles celajes de tiempo,

que cubran celosos tus manantiales eternos,

para el deleite del ser, que te admira,

extasiado en el elixir de tus latentes senos.

HÉROE

Carita risueña, mi dulce pequeño,

viajas tranquilo, corazón henchido,

ignoras el monstruo que allá te espera,

porque te dijeron, que era tu deber.

No sospechas nada, de aquella locura,

hasta que el frío llaga, tus vacías entrañas,

una lágrima ingenua, se desliza suave,

por tu rostro sucio, cubierto de nieve,

pensando en tu madre, que en el continente, mucho ya te extraña.

Mamita querida que lejos que estás,

necesito pronto tu rostro besar,

siento que la herida que mi cuerpo abraza,

hiela hasta mis instintos por sobrevivir,

sé que la caricia que ansío recibir,

no puedo gozarla como en mi niñez,

porque ahora la patria pide que le brinde,

la vida que un día, tú me diste madre,

para que recuerdes por siempre y para siempre,

que pariste un “héroe” que orgulloso creció,

en tu vientre santo, que lo cobijó.

SEPARACIÓN

Letargo azulado crispa las entrañas,

presintiendo triste el adiós anunciado,

reclaman las nubes que cubrieron cómplices,

las ternuras simples del enamorado.

Sabrán las estrellas gritar mil verdades,

porque fueron testigos de lechos revueltos,

más el frío invierno trajo con su manto,

el oscuro reclamo inserto en los tiempos.

No podrá la luna reclamar jamás,

lo bello y dulce que escuchó en su andar,

locuras impresas dejan en la nostalgia,

triste despedida dada sin mirar.

La noche oscura se puso a temblar,

cuando vio exhausta, ese corazón, destrozado ya,

no pudo logarlo, fue muy fuerte, quizás,

detener el paso que seguro se alejaba,

afinando el nudo que, hasta ese momento,

dichoso enlazaba a los enamorados,

que, a los cuatro vientos,

gritaron y gritaron, no separarse jamás.

LA AUTORA. NIDIA ANTONIA VERGARA nació en la provincia de La Rioja, Argentina. Poeta, escritora, actualmente vocal en la Comisión Directiva de SADE La Rioja, Filial Ariel Ferraro, publicó 5 libros: “Ocho meses de agonía”, “Dictados del alma”, “Humilde pluma”, “Había una vez una niña”, “Enjambre de sueños”. Ganadora de concursos poéticos y distinguida como Ciudadana Destacada “Ciudad de los Azahares” por el Concejo Deliberante, por su aporte a la Cultura.

SADE LA RIOJA

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