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1591 Cultura + Espectáculos ESPACIO DEL COLEGIO PROFESIONAL DE PSICOPEDAGOGOS

Releyendo a Lajonquiere

"...Ambos teníamos experiencia de Bonneuil y, de antemano, reconocíamos algunas ideas que sostenían las nuestras. Algunos años después, Lajonquiere publicó “Infancia e Ilusión (Psico)Pedagógica”, lo que motivó escribir algunos comentarios..."
Lic. Carlos E. Brizuela

Por Lic. Carlos E. Brizuela

Conocí a Leandro de Lajonquiere en San Pablo (Brasil) en el invierno de 1996, luego de leer su libro “De Piaget a Freud”, en ocasión de visitar a los amigos. Posteriormente, en 1998, Leandro visitó mi provincia, y allí seguimos discurriendo en torno a la eficacia de la función psicopedagógica y las derivaciones de los actos que se realizan en el desempeño de la profesión. Ambos teníamos experiencia de Bonneuil y, de antemano, reconocíamos algunas ideas que sostenían las nuestras. Algunos años después, Lajonquiere publicó “Infancia e Ilusión (Psico)Pedagógica”, lo que motivó escribir algunos comentarios.

ILUSIÓN O PRAXIS

La tesis de Lajonquiere sostiene que se observa “una (psico)pedagogización de las experiencias educativas – tanto familiares como escolares – que no es otra cosa que el corolario de ese proceso de psicologización de la reflexión pedagógica moderna” Agrega que “la educación hoy se convierte en un fenómeno de difícil acontecimiento” y que “esto se debe al imperio del ideario (psico)pedagógico contemporáneo”.

Aunque Lajonquiere desestime que ello se asocie a la sentencia de Freud, se debe reconocer que, precisamente por la insistencia de hacer que “suceda”, la educación es la herramienta para inscribir al sujeto en un cuerpo normativo, y a aquello como un “impasse en el proceso de subjetivación inherente a la educación”. Indica que “la pedagogía actual explica todo aquello que considera un fracaso educativo como el resultado de una falta de adecuación, o relación natural, entre la intervención del adulto y el estado pre madurativo de los niños y los jóvenes”. Afirma que “el especialista en la materia es el (psico)pedagogo, - hoy supuesto detentor de una serie de saberes “psi” aplicados …” , y que la ilusión se halla en torno a las prácticas profesionales para restablecer el cauce, dar fundamento a la política y satisfacer el “deber”, es decir, remediar el fracaso. Considera, con cierto humor, que “los saberes (psi)pedagógicos presuponen una certeza natural en el actuar humano”, lo que, como ya se ha estudiado en demasía, obstruye, obstaculiza, los itinerarios para lograr el conocimiento de aquello que puede ayudar al sujeto en sus dilemas.

En este sentido, sostiene que “la reducción de la educación a un proceso de estimulación de las capacidades, aspira imaginariamente a obtener una ganancia”, dirigida más bien a una satisfacción narcisista que a la eficacia del acto de aprender. Entonces, toda vez que el profesional pretenda aliarse con este interés, y utilice alguna de la amplia gama de posibilidades enseñadas o informadas, sólo estará alimentado la ineficacia o la ilusión de sus prácticas.

LA PRAXIS COMO ALTERNATIVA DEL HACER PROFESIONAL

Al explorar los títulos de las tesis de los egresados psicopedagogos se puede comprobar esta desilusionante realidad, lo cual es indicativo, en primer lugar, de la dirección que asumen los formadores -justificada en la pertenencia al sistema que institucionaliza la educación-, y en segundo lugar, de la ausencia de investigación de la praxis profesional que se instaura en cada institución donde trabajan. Un tratamiento singular merece la fuerte cohesión re educacionista de innumerables textos de insumo durante y después del estudio de la carrera de grado, inundada de novedosos términos de acontecimientos que, sin embargo, presentan siempre la misma experiencia fantasmática. Divididos intencionalmente en aquellos “que hacen pedagogía” y los otros “que hacen clínica”, en el medio queda, deshilachada, la intención de abordar el problema de la educación que no educa, la escuela que no sirve y los alumnos que no aprenden, es decir, lo que hace al sentido de la experiencia humana.

EL AUTOR

LICENCIADO EN PSICOPEDAGOGÍA

PROFESOR UNIVERSITARIO

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