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Opinión

La balcanización de Siria y la guerra de Ucrania

El autor propone una “aproximación” que permita al lector entender qué se juega en este capítulo de la “guerra mundial por partes”.
 Gabriel Camilli

Por Gabriel Camilli

El arco de crisis que afecta a los teatros de Oriente Medio y Europa ve una línea directa entre la guerra en Ucrania y la de Siria, por eso de Hezbollah, Alepo y Rusia hablaremos en la próxima nota”, esto decía la semana pasada en ‘La Prensa’. En función de este compromiso, intentaremos una “aproximación” que permita al lector, entender qué se juega en este capítulo de la “guerra mundial por partes”.

¿Puede sorprendernos el rápido colapso del régimen de Assad? Dadas las circunstancias, no lo hubiera previsto así, pero la situación estratégica era favorable. Los enemigos del régimen de Assad aprovecharon la situación. Hezbollah quedó gravemente debilitado por los ataques de Israel. Antes de que comience la administración de Donald Trump en los Estados Unidos, Rusia está tratando de utilizar todas sus fuerzas en Ucrania y crear hechos que la coloquen en la mejor situación relativa para futuras negociaciones.

Rusia avanza en Ucrania a paso firme y no es proclive a “distraerse” en objetivos menores (caso Kursk). Al parecer, Turquía también vio una oportunidad para implementar cambios. Hay otra cosa interesante: hemos visto cómo los acontecimientos pueden llegar a una espiral cuando las fuerzas militares se desmoralizan después de años de lucha.

Claramente, Rusia ha decidido mantener su esfuerzo operacional con sus fuerzas en Ucrania. De acuerdo con nuestros análisis, Rusia mantendrá las dos bases en Tartus y Latakia. Así se ha negociado. No obstante, es posible que los rusos busquen lugares alternativos. Ahí es donde Libia entra en juego, ya que allí ya están aliados con el general Haftar. Es posible que los rusos se establezcan pronto en Tobruk.

Con estas bases mediterráneas, Rusia pudo demostrar su fuerza militar en el Mediterráneo y así ejercer influencia. Lo mismo se aplica a la base de la fuerza aérea.

¿La caída de Assad es una derrota para Putin?

Es un interrogante válido, pero podemos tener otras preguntas. Veamos: la economía rusa está intentando dotar a sus propias tropas en Ucrania de todo lo que necesitan. Un segundo escenario de guerra, en Siria, ya estaba causando dificultades. Lo mismo le pasa a Estados Unidos que tiene problemas similares a la hora de apoyar a Ucrania e Israel al mismo tiempo.

Es muy pronto para aventurar certezas, tendremos que esperar y ver. Llamativamente, los periódicos ucranianos informaron que las fuerzas especiales ucranianas apoyaron a los rebeldes sirios. También han aparecido vídeos de drones con visión en primera persona, como los que conocemos de Ucrania. Quizás los ucranianos esperaban que los rusos enviaran más tropas a Siria. Y, de esta manera, descomprimir el campo de batalla europeo. En lugar de ello, los rusos, renunciaron al espacio sirio para el conflicto y ahora se están concentrando en Ucrania. El objetivo estratégico sigue siendo destruir Ucrania.

Leyendo de otra manera las cosas, de acuerdo con nuestro análisis los rusos se están volviendo aún más fuertes en Ucrania. Pensemos que si se retiran unidades de Siria, se pueden utilizar para apoyar el esfuerzo en Ucrania. Se trata, por ejemplo, de barcos que pueden disparar misiles de crucero desde el Mar Negro. Por otro lado, las fuerzas rusas en Siria no eran lo suficientemente grandes como para marcar una gran diferencia. Si Rusia lograra atravesar las últimas líneas de defensa ucranianas, podría haber un cierto impulso difícil de detener. Ucrania sigue teniendo grandes dificultades para reunir suficientes soldados y a esa dificultad se le suman los ataques aéreos a infraestructuras críticas.

La balcanización de Siria

Reflexión N°1. Henry Kissinger hablando sobre Siria hace un tiempo (2017), en una entrevista en un periódico de Nueva York, publicada por el periódico ‘Al Chorouk’, respecto de la “primavera árabe”, dijo: Estas “revoluciones que sacuden el mundo árabe” no comenzaron de manera inofensiva. “¿Crees que estas revoluciones en Túnez, Egipto y Libia fueron para los hermosos ojos de los árabes? Nuestros objetivos son Siria e Irán”, aclaró en tono burlón.

Y confesó: “¿Por qué Siria en particular?” y respondió que Siria es el polo del Islam moderado en el mundo. Siria es también el polo del cristianismo en esa zona. Estados Unidos está trabajando, según él, para la destrucción de las estructuras urbanas relacionadas con el cristianismo y para desplazar por la fuerza a los cristianos sirios. El diplomático estadounidense añadió que fue debido a la “estupidez” del expresidente estadounidense Richard Nixon que los Estados Unidos no pudo ocupar Siria. “La única solución para acabar con ella es que se queme desde dentro, eso es lo que está pasando ahora”.

Reflexión N.º 2. La caída de Bashar al-Assad marca un capítulo decisivo en la larga y devastadora guerra civil de Siria, pero no representa una victoria para Occidente. En efecto, el paso del control de Damasco a manos de una coalición yihadista, liderada por Ahmed al-Sharaa (más conocido como al-Jolani), líder de Hayat Tahrir al-Sham, marca un fracaso estratégico que tendrá importantes repercusiones tanto en el nivel geopolítico como en la seguridad global.

Desde el comienzo del conflicto sirio, Occidente ha buscado derrocar al régimen de Assad para establecer un gobierno pro occidental. Este objetivo fue la pieza central del programa Timber Sycamore, lanzado por la CIA en 2013 para armar y financiar a grupos rebeldes. Sin embargo, la intervención militar rusa de 2015, con bombardeos masivos y apoyo directo a las fuerzas de Assad, impidió que se concretara el plan de la OTAN y de Estados Unidos. Con el paso de los años, la estrategia occidental cambió: ya no era la conquista de Siria, sino el intento de desgastar a Rusia, involucrándola en un conflicto sin fin, una táctica conocida como la “estrategia de sangrado”.

El objetivo era hacer sangrar a Moscú, ralentizando sus capacidades económicas y militares. Sin embargo, este enfoque ha producido un efecto secundario devastador: la consolidación de grupos extremistas en territorio sirio. Reflexión N.º 3. La caída de Assad ha abierto las puertas a un nuevo régimen, no menos hostil a Occidente que el de Assad. La coalición que ahora controla Damasco está dirigida por yihadistas vinculados a Al Qaeda, y en su momento ya fue clasificada como organización terrorista por los Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Al-Jolani, una figura destacada del nuevo liderazgo sirio, es un veterano del terrorismo internacional, conocido por su entusiasmo por los ataques del 11 de septiembre y por su militancia con Al Qaeda en Irak bajo el mando de Abu Musab al-Zarqawi. Esta transición no sólo representa una derrota política para Occidente, sino que también socava la estabilidad regional y la seguridad global. La transición de un régimen autoritario, pero relativamente predecible, a una coalición yihadista extremista tuvo un costo humanitario incalculable: la destrucción total del país y la muerte de un número alarmante de civiles, incluidos innumerables niños.

El efecto dominó en Ucrania: Paradójicamente, la caída de Assad podría fortalecer la posición de Rusia en otro escenario de guerra: Ucrania. Con el fin de su participación directa en Siria, Moscú puede reinvertir recursos militares y financieros en el conflicto ucraniano, inclinando la balanza a su favor. Mientras Occidente se regocija por las dificultades rusas en Siria, Ucrania corre el riesgo de pagar el precio máximo.

La reconquista de Damasco por los yihadistas no representa una victoria para la OTAN ni para Kiev. Putin ya ha llegado a acuerdos con las nuevas autoridades yihadistas para salvaguardar los intereses rusos en Siria, demostrando una capacidad pragmática para adaptarse a nuevos escenarios. Por el contrario, Occidente se encuentra excluido de cualquier influencia estratégica en el país.

*Cnl My (R) - Director del Instituto ELEVAN.­

Fragmento del artículo publicado en el diario La Prensa, de Buenos Aires.

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