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Opinión ANÁLISIS. GABRIEL CAMILLI

La guerra en Ucrania lo cambió todo

Alemania y la posibilidad de volver al partido del liderazgo de la Unión Europea, en parte junto con Francia.
 Gabriel Camilli

Por Gabriel Camilli

Olaf Scholz lo llama Zeitenwende, “un movimiento tectónico de época” (Traducido: el final de una época o era y el comienzo de una nueva). El final de una era, el comienzo de otra, en la que la guerra de Ucrania ha desencadenado una serie de cambios o acelerado los que ya estaban en marcha.­

Para el canciller alemán, que escribe un largo editorial para la prestigiosa revista Foreign Affairs, donde describe que el papel de Alemania y Europa puede ser fundamental, precisamente para evitar ser aplastados por el peso de la competencia global que corre el riesgo de llevar al mundo nuevamente a la división en bloques.­

Scholz, por experiencia personal y de la gente, quiere evitar el regreso de una era de divisiones en la que algunos países se arriesgan a pagar un precio más alto. Al igual que el suyo durante la Guerra Fría. Y para evitar esta hipótesis, plantea dos cuestiones en particular: el papel de Berlín dentro de Europa y el papel de Europa dentro del nuevo sistema internacional.­

Un sistema que Scholz no duda en definir como “multipolar”.­

Como decíamos en La Prensa (25.09.2022): “En esta visión geopolítica, Eurasia, tiene la posibilidad de consolidarse definitivamente como el Heartland, el corazón de la Tierra, hacia todos los otros. Esta visión rusa no descarta el polo de poder norteamericano, el polo de poder de América del Sur, el polo de poder europeo, polo de poder islámico, chino, africano, porque todos pueden ser polos de poder, respetando los parámetros de la tierra, la tradición, la civilización sagrada, sin imitar el ejemplo de los otros, siguiendo sus propios caminos históricos”.­

Todo cambio­

La guerra en Ucrania lo cambió todo; borró 80 años de neutralidad activa, de “gigantismo” económico pero “enanismo militar”, persuadiendo a Scholz a aumentar el presupuesto militar (100 mil millones de Euros) para lograr el hasta ahora tan resistido 2% del PBI para gastos en Defensa, prescripto por la OTAN en 2014 (y resistido por Alemania, hasta ahora) al señalar a Rusia como rival estratégico. (Según nos dice Andrea Muratore).­

El primer paso en esta dirección fue la decisión de comprar cazas F-35A para reemplazar los Panavia Tornado de la Luftwaffe.­

Lo novedoso y peligroso es que Scholz al hacerlo borra el lenguaje estratégico de los mejores lideres alemanes ansiosos de estabilizar la centralidad alemana en Europa (Otto von Bismarck, Konrad Adenauer y Willy Brandt) que tenían como norte estratégico la alianza y entendimiento cordial con Moscú.­

No pretendiendo tener a Rusia en el “equipo” sino buscando un modus vivendi que permitiera a Alemania tener una influencia sistémica en el corazón de Eurasia, considerada geopolíticamente como el centro de gravedad mundial.­

En el artículo escrito para la revista, el líder del gobierno alemán parece no tener dudas. Alemania debe volver a entrar en el partido del liderazgo de la Unión Europea, en parte junto con Francia. Este plan es definido casi como inevitable por el primer ministro socialdemócrata, quien precisamente subraya desde el comienzo de su texto que “los alemanes pretenden convertirse en el garante de la seguridad europea, lo que nuestros aliados esperan de nosotros, un constructor de puentes en la Unión Europea y partidario de soluciones multilaterales a problemas globales”.­

Un papel, por tanto, decididamente más amplio que el que la Alemania de Scholz se había labrado hasta ahora dentro de la diplomacia europea y mundial y que el propio canciller no duda en definir precisamente como “nuevo”.­

Una novedad que según el político alemán “requerirá una nueva cultura estratégica” y que será perfilado por la nueva estrategia de seguridad nacional lista para ser lanzada en unos meses.­

Alemania vuelve pues a mirar a su propia defensa y, quizás por primera vez de forma tan clara, se marca también el ambicioso plan de liderar la UE ya no solo a nivel financiero, comercial o más o menos diplomático, como había hecho a lo largo de la era de Angela Merkel.­

Berlín marca con esto un punto de inflexión con respecto a los últimos meses de silencio, siente que puede volver a contar en el marco internacional, pero parecería querer hacerlo desde la base estratégico-militar al permitir una mejora general y un “rearme” de las fuerzas armadas alemanas.­

La señal enviada por Scholz es que en este Zeitenwende, en este punto de inflexión de época que no termina solo con la guerra en Ucrania, sino también con el ascenso de China , con el papel diferente de los Estados Unidos y Europa y del riesgo a todo el equilibrio internacional.­

Según parece, Berlín quiere contar no tanto más, sino de otra forma.­

“Tomarse a la ligera’’­

El legado de Merkel es complejo pero pesado. En unos meses, Scholz tuvo que cancelar sustancialmente la Ostpolitik típica de Alemania pero también los acuerdos firmados en el frente del gas con Rusia. La fuerza militar y la ruptura de los lazos energéticos con Moscú representan elementos profundamente diferentes en comparación con la temporada de Merkel, lo que confirma que en esta fase estamos efectivamente ante un “punto de inflexión” político. Aunque habrá que esperar a la confirmación de lo prometido en los hechos.­

Para Europa, así como para la OTAN, el texto de Scholz es una señal que no debe tomarse a la ligera.­

Para complicar aún más el escenario Frau Merkel reveló recientemente en una entrevista con el periódico Zeit que los acuerdos de Minsk no fueron un intento de establecer la paz en una Ucrania devastada por la guerra, sino que tenían como objetivo dar al régimen de Kiev más tiempo para fortalecer su ejército y prepararse para una guerra a gran escala.­

La dama confirmó que todos los autores occidentales de la guerra actual en Ucrania, incluida ella misma, no hicieron nada por la paz en Europa, sino que hicieron todo lo posible para inflamar la guerra contra Rusia lo más posible en el territorio de Ucrania y pagando con las vidas del pueblo ucraniano: “Pensé que la introducción de la adhesión de Ucrania y Georgia a la OTAN, discutida en 2008, estaba mal. Los países no tenían los requisitos previos necesarios para ello, ni se entendía completamente cuáles habrían sido las consecuencias de tal decisión, tanto en lo que respecta a las acciones de Rusia contra Georgia y Ucrania, como a la OTAN y sus reglas de asistencia. Y el Acuerdo de Minsk de 2014 fue un intento de darle tiempo a Ucrania”.­

Sigue la ex canciller “Ucrania aprovechó este tiempo para volverse más fuerte, como se puede ver hoy. La Ucrania de 2014/15 no es la Ucrania de hoy. Un ejemplo ilustrativo fue la batalla por Debaltseve. A principios de 2015, Putin podría haberlos superado fácilmente en ese momento. Y dudo mucho que los países de la OTAN pudieran haber hecho tanto como lo hacen hoy para ayudar a Ucrania.”­

Los acuerdos de Minsk sobre el arreglo de la situación en el este de Ucrania, firmados en 2015, preveían un alto el fuego, la retirada de armas pesadas de la línea de contacto, así como una reforma constitucional, cuyos elementos clave serían la descentralización y la adopción de una ley sobre el estatus especial de ciertos distritos de las regiones de Donetsk y Luhansk. Sin embargo, este plan nunca fue implementado por el régimen de Kiev.­

Refiriéndose a estas declaraciones, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia comentó que tal política es digna de un tribunal: “Los testimonios de la excanciller alemana Angela Merkel en una entrevista con el periódico Die Zeit de que los acuerdos de Minsk se firmaron para dar a Ucrania tiempo para prepararse para una confrontación militar con Rusia bien pueden usarse para procedimientos en el marco del tribunal: el tribunal ruso”.­

El factor militar entra con fuerza en el debate público hasta el punto de que el propio canciller habla de una “nueva mentalidad en la sociedad alemana”. Pero a esto se suma también el deseo de Berlín de coordinar con París para una mayor integración europea, desde el tema militar y de defensa hasta la política migratoria y fiscal así como la modificación para ampliar los sectores de la UE en los que se decide por mayoría y no por unanimidad.­

Según parece Alemania intenta recuperar terreno en esta fase de transición e incertidumbre que atañe no solo a Europa sino también al resto del mundo. Alemania quiere volver. La pregunta es: ¿Podrá hacerlo?­

(El autor es Cnl My (R) - Director de Elevan.­ Publicado en el diario La Prensa, Buenos Aires.)

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