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Opinión

Los Simpson y el origen de la vida

Lisa, el entrañable personaje de la serie animada, sirve como disparador para analizar diferentes teorías.

En uno de los segmentos del episodio especial de Noche de Brujas de 1996 de “Los Simpson”, Lisa prepara un experimento para la feria de ciencias de la escuela. Quiere estudiar los efectos de las bebidas gaseosas en el esmalte dental. Para eso sumerge un diente de leche en un plato con Buzzcola, la gaseosa más popular de Springfield. Una descarga eléctrica aplicada accidentalmente sobre el diente desencadena una reacción química que hace surgir en el plato seres diminutos que evolucionan hasta convertirse en una sociedad tecnológicamente avanzada.

Como muchas de las historias de Noche de Brujas de “Los Simpson” esta está basada en un episodio de “La dimensión desconocida”, la serie de terror y ciencia ficción de los años 60. Pero el experimento propiamente dicho recuerda al realizado en 1953 por el científico norteamericano Stanley Miller, en un intento de explicar la aparición de la vida en la Tierra. Según la teoría de la evolución, las especies pueden evolucionar unas de otras. Esto fue planteado por Charles Darwin en 1859 y confirmado por numerosas observaciones a lo largo del tiempo. Pero quedaba abierta la cuestión de cómo había surgido la primera especie, la primera forma de vida.

La explicación tradicional era la de la generación espontánea: en algún momento en la historia de la Tierra algunas especies habían aparecido de la nada. Esto era apoyado por el hecho de que organismos simples, como insectos, gusanos u hongos parecían aparecer espontáneamente en el agua estancada y en la materia en descomposición.

La teoría de la generación espontánea fue sostenida a lo largo de los siglos por filósofos y científicos como Aristóteles, René Descartes o Isaac Newton. Pero hubo otros que dudaron. En particular, Luis Pasteur pensaba que esos organismos que parecían surgir de la nada nacían en realidad a partir de huevos, larvas y esporas que flotaban en el aire y que caían sobre la materia inerte o que eran depositados sobre ella por moscas, pájaros y otros animales. Pasteur realizó una serie de experimentos en lo que calentaba materia orgánica para matar cualquier organismo que pudiera contener y luego la encerraba en recipientes con trampas que impedían el ingreso de larvas, huevos y microorganismos. En esas condiciones, ningún ser vivo aparecía en el recipiente, refutando la idea de que las especies podían aparecer espontáneamente de la nada.

La generación espontánea resurgió en el siglo XX bajo la forma de la “sopa primordial”, propuesta en 1924 por el bioquímico ruso Aleksander Oparín. Según esta nueva teoría, en el océano primitivo, con la Tierra aún caliente y fuertes tormentas eléctricas, podrían haberse dado las condiciones para la aparición de formas simples de vida que desencadenaran la evolución hasta las especies que conocemos ahora. Fue entonces cuando Stanley Miller le propuso a su maestro Haroyd Urey, que sostenía la idea de la sopa primordial, realizar un experimento al respecto.

Urey puso en un recipiente una mezcla de agua, amoníaco, metano e hidrógeno, sustancias que podrían haber estado presentes en la superficie terrestre antes de la aparición de la vida. Aplicó a la mezcla una descarga eléctrica continua para simular la energía aportada por el sol y las tormentas y, luego de una semana, aparecieron en la mezcla aminoácidos y otros compuestos orgánicos que antes no estaban ahí. El experimento demostró que ciertas sustancias características de los seres vivos pueden aparecer a partir de la materia inerte mediante la acción de las fuerzas de la naturaleza. A diferencia de Lisa Simpson, Miller no produjo organismos vivos. En palabras de Carl Sagan, obtuvo las notas de la música de la vida, pero no la música propiamente dicha. De todas formas, su experimento representó un paso en la dirección de una forma actualizada de generación espontánea. Y es otra cosa más que conocemos gracias a “Los Simpson”.

El autor es Docente y divulgador científico. Publicado en el diario El Litoral, Santa Fe

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