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1591 Cultura + Espectáculos ESPACIO DEL COLEGIO DE PROFESIONALES DE LA PSICOPEDAGOGÍA DE LA RIOJA

La Psicopedagogía Clínica desde la perspectiva de los derechos

Además de los marcos específicos, cobran central importancia los aportes del enfoque de derechos, puntualizando la referencia en dos de ellos imbricados en nuestras prácticas (aunque no los únicos), el de la salud y el la educación.
Por María Celia Flores

Por Por María Celia Flores

Desde su institucionalización académica, la psicopedagogía va delimitando con mayor rigurosidad el perfil profesional de sus graduados a partir de su independencia epistémica de otras disciplinas (Ventura, 2012) centrando sus intervenciones en el campo del aprendizaje, definido éste como un proceso complejo, singular e interrelacional.

En este sentido, la psicopedagogía se ocupa de la facilitación de los procesos de aprendizaje (Vila, 2022), a la vez que parte y se asienta en una posición que involucra principios éticos, teóricos (Achaval y Olivieri, 2021) y políticos en los que se inscribe nuestra clínica, la cual va delimitando su especificidad en la complejidad del entrecruzamiento de variables que inciden/influyen/impactan en el aprender.

Además de los marcos específicos, cobran central importancia los aportes del enfoque de derechos, puntualizando la referencia en dos de ellos imbricados en nuestras prácticas (aunque no los únicos), el de la salud y el la educación. Sin embargo, como expresan Segovia, Pez y Miozzo (2022) está en nuestras bocas nombrarlos, pero, ¿lo está en nuestras acciones cotidianas? ¿Qué significa para nuestras prácticas considerar a nuestros pacientes como sujetos de derechos? ¿Cómo les garantizamos el ejercicio de sus derechos en nuestros espacios laborales?

Al respecto, Filidoro (2021) señala por ej., al hablar de educación inclusiva, que está establecido mediante ley en nuestro país pero la adopción por parte de una escuela de un enfoque de derechos requiere mucho más que de leyes y tiempo, en cuanto depende de esa concepción del mundo que asumimos y que incluye valores que influyen en las decisiones que las escuelas y los docentes consideran dignos de ser promovidos o realizados. Lo mismo pasa en relación a nuestras concepciones e intervenciones psicopedagógicas clínicas.

Plantea Baeza (2011) que tanto la complejidad de los contextos actuales como las de los propios sujetos producen problemáticas multicausales, y esto requiere de miradas que no se agotan en una única disciplina y que asume un trabajo interdisciplinario con estrategias de intervención más comprensivas y respetuosas de los mismos.

Por ello, como profesionales debemos analizar si en nuestra tarea cotidiana nos preguntamos acerca de cómo nos relacionamos con los niños, niñas y adolescentes con los que trabajamos, si los escuchamos o no, si favorecemos y facilitamos su expresión, si estamos dispuestos a abrir espacios para ellos en la vida de las organizaciones, instituciones, barrios, si tenemos cosas que aprender de ellos, si respetamos su cultura generacional, etc. y, en definitiva, como plantea Skliar (2002) si somos adultos con una posición de “estar disponibles para el otro” y acompañarlos en sus procesos de crecimiento.

Está claro que hoy estamos frente a otras maneras de aprender y de enseñar que requieren reflexión desde la disciplina para ofrecer propuestas coherentes y situadas sostenidas en preguntas sobre las formas de enseñar y aprender en clave crítica y de derechos (Etchegorry, 2020), a partir de lo cual, desde nuestra clínica se generen espacios de escucha en los que el diagnóstico y el tratamiento proporcionen estrategias que permitan acompañar dichos procesos en un sentido amplio e integral (Vila, 2021).

En conclusión, si hay algo que la psicopedagogía posibilita, o debería hacerlo, es alojar la diversidad para lo cual es, fundamental un posicionamiento clínico, crítico y situado en perspectiva socio histórica, articuladora de lazos que posibilitan el crecimiento de los sujetos que la encarnan, la transitan, la piensan (Etchegorry, 2021) por lo que, como profesionales, debemos reconocer que somos corresponsables en proteger a los sujetos en su totalidad y es nuestra responsabilidad ética intervenir para que no se vulneren sus derechos.

LA AUTORA

LIC. Y PROF. EN PSICOPEDAGOGÍA. MP 119 - PRESIDENTA DEL COLEGIO PROFESIONAL DE PSICOPEDAGOGOS DE LA RIOJA - SECRETARIA DE ASUNTOS PROFESIONALES DE LA FAP- DOCENTE DE LA UNLAR - MIEMBRO FUNDADORA DE LA REDIIP (RED INTERINSTITUCIONAL DE INVESTIGACIÓN PSICOPEDAGÓGICA) - DIRECTORA DEL CENTRO INTERDISCIPLINARIO “APRENDIENDO”

PSICOPEDAGOGIA

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