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¿Por qué cuando leo no me acuerdo?

Para muchos niños y jóvenes decodificar puede llegar a ser un trabajo complejo y agotador. En estos casos, llegar al punto final de un texto y no recordar, suele ser muy desalentador.
Susana Ávila Karam

Por Susana Ávila Karam

Resulta frecuente escuchar en algunos de nuestros pacientes decir “Yo leo bien, leo todo; ¡pero cuando termino no me acuerdo de nada!”

Surge así el desafío desde la clínica psicopedagógica de poner luz en lo que sucede a muchos de nuestros pacientes/ alumnos/ lectores, para además acompañar a las familias y escuelas en la comprensión de estas situaciones singulares de aprendizaje.

“¿Cómo puede ser?, si yo leo bien, ¿porque después no me queda nada?”.

Esta situación marca diametralmente uno de los puntos de partida en nuestro trabajo psicopedagógico: ayudarles a comprender que leer es esencialmente una experiencia. Un acto complejo, que requiere de múltiples habilidades. Leer es mucho más que decodificar un texto. Es la posibilidad de acceder a la palabra y a las ideas desde aquello que está escrito.

Para muchos niños y jóvenes decodificar puede llegar a ser un trabajo complejo y agotador. En estos casos, llegar al punto final de un texto y no recordar, suele ser muy desalentador. Generando una baja motivación hacia la lectura. En otras situaciones, podemos observar niños, jóvenes y hasta adultos, que logran una decodificación fluida. Leen con ritmo y respetan prosodia (signos de puntuación). Pero cuando culminan con la lectura, presentan dificultades para recuperar la información. Muchos dicen “no me quedó nada”, o simplemente “no entendí”, o tal vez lograron una comprensión parcial del texto.

Cuando leemos decodificamos, recorriendo visualmente una secuencia de palabras. Simultáneamente construimos y reconstruimos una representación - una imagen mental-. Imagen que se forma, a partir de seleccionar aquella información que nos resulta más relevante. Pero eso no es suficiente. Es necesario además poder analizarla, integrarla con saberes-conocimientos previos y expresarla - compartirla con los otros. Para que esto sea posible; es necesario enfocar y sostener nuestra atención, monitorear la idea que vamos formando y reformulando a medida que avanzamos en el texto. Esto requiere de una buena velocidad lectora, una disposición atencional y una capacidad para mantener en la memoria los datos y la información que nos da el texto.

El espacio psicopedagógico viene a facilitar en nuestros concurrentes, niños, jóvenes y adultos lectores, un poco de todo esto. Les proponemos mirar con lupa su propia lectura. Es decir, situarlos en varias preguntas de trabajo ¿Cómo leo cuando leo?, ¿Que necesito para leer?, Qué habilidades y procesos de pensamiento se activan en mí cuando leo? Es decir que pueda tomar registro de las habilidades de que se vale, para poder leer. Decodificar, descubrir las palabras, representarlas mentalmente, reformular la idea, en la medida en que se van incorporando nuevas palabras; mediante ese recorrido visual que hace posible la lectura. Ir de las palabras a las ideas. De las ideas a las palabras.

Es importante tener en cuenta que cuando las dificultades en la comprensión lectora, son persistentes en el tiempo; ameritan una consulta con psicopedagogía. El psicopedagogo es un profesional con conocimientos y dominio de técnicas y herramientas que permitirán profundizar en el diagnóstico, precisando de este modo su situación de aprendizaje y la magnitud de esa dificultad. Para perfilar un modo de abordar la situación, mediante un tratamiento que posibilite acompañar al paciente, a sus padres y orientar a las escuelas. Permitiendo de este modo al niño o joven re-significar el vínculo con esta actividad, tan necesaria para la vida cotidiana y académico-escolar.

Dicho esto, es recomendable, abandonar la idea de que los niños “ya leen”, cuando lograron decodificar las palabras. Leer es mucho más que eso. Leemos para comprender. La comprensión requiere además de la decodificación, habilidades vinculadas a procesos de atención y memoria. Los niños no aprenden a leer por solo decodificar, sino que también, se les debe enseñar a comprender. Esa enseñanza debe ser explícita y organizada. Los alumnos necesitan construir sus propias herramientas y estrategias para la comprensión de textos; de la mano de adultos/referentes. Padres y docentes tienen un lugar privilegiado en la constitución de niños y jóvenes como lectores expertos

LA AUTORA

LICENCIADA EN PSICOPEDAGOGÍA. EGRESADA UNLAR. MATRICULA PROVINCIAL 032. COLEGIO PROVINCIAL DE PSICOPEDAGOGOS DEL CHUBUT. SUSANAAK65@GMAIL.COM. PSICOPEDAGOGA CLÍNICA / MIEMBRO DE EQUIPOS DE ASESORAMIENTO ESCOLAR/ INTEGRANTE COMISIÓN DIRECTIVA COLEGIO PROFESIONAL DE PSICOPEDAGOGOS DEL CHUBUT.

PSICOPEDAGOGIA

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