
Heisenberg anuncia en su principio de la incertidumbre que nunca puede determinarse simultáneamente la posición y la velocidad exacta de un objeto, siendo que todo se comporta como partícula y onda al mismo tiempo, la posición y velocidad no significan nada.
Como la onda no tiene posición, se infiere la consecuencia inevitable de la dualidad partícula-onda inherente a las propiedades del universo según la física cuántica.
“El observador influye en la realidad que está observando”
Esta desopilante conclusión del científico Alemán, despertó en Einstein una respuesta de protesta y cuasi admiración: “me gusta que la luna siga allí aunque no la esté mirando”.
¿Por qué determinarnos entonces, sí la física cuántica nos ofrece un mundo de posibilidades?
¡Sí los sueños como dice Lacan son la satisfacción simbólica de un deseo, pues vayamos a por ello sin distraernos!
Oh…no puede ser feliz
Con tanta gente hablando a tu alrededor…, una de las estrofas de nuestro genio, hoy poco reconocido como eximio poeta “Charly García”.
En tiempos donde la defensa a través del narcisismo se hace obscenamente exprofesa, si no se suavizan las pasiones brutales, aparece la tragedia. Así estamos alimentando el riesgo de ahogarnos en nuestra propia pecera.
El elogio a la razón de una maquinaria caníbal es lo que hay que dejar de fomentar. Recordemos la posición matemática del inconsciente donde la repetición aparece como mecanismo. La idea no es seguir repitiendo, sino que esas repeticiones se transformen.
Resistirnos parece erotizarnos, ¿cuántas enfermedades desarrolladas a modo de protección para no morir o ser matados por lo no resuelto?
Hay que tener en cuenta que el inconsciente opera por sí solo como un juego combinatorio de significantes, es automático. Incluso estos significantes según Lacan son una organización preexistente a toda formación del sujeto.
Por ello desterrar la fábula del poder o los poderosos es condición sine qua non.
En Finlandia los educadores tienen un salario superior al de los jueces, ¿será quizá por ello que las idealizaciones desmesuradas no tienen allí lugar?
El sujeto que parece depender de otro idealizado, debe su inmadura visión a la falta de análisis, a la falta de conciencia de uno mismo.
Es el pensamiento propio la llave para crecer.
Seguir idealizando supremacías como conceptos solo nos lleva a la decepción.
Asumir para no enfermarnos, atrevernos a vivir.
En la descuidada Latinoamérica parece haber menos lugar para el crecimiento.
Hoy se usa la comunicación tanto para desconectarse como para conectarse. Las creaciones y realizaciones van muriendo en una absurda transacción. Estamos viviendo en un continente deliberadamente pobre donde nos falta tiempo para volver al valor de la sabiduría, al acceso a la cultura, al estímulo por ser profesional, al anhelo del desarrollo.
Un sistema que abandona sistemáticamente las necesidades básicas del sujeto, está en peligro.
Los numerosos atajos paliativos, no nos llevan a ningún desarrollo- crecimiento sostenido en el tiempo.
En la distancia que tenemos con los países del primer mundo, la fantasía juega como quiere.
Inmaduros y hambrientos el juego del poderoso devora al débil, hace desaparecer cualquier atisbo de equidad, si es que aun existe este concepto.
Demasiados depredadores con acceso a presas vulnerables.
Se estableció una aparente libertad a modo de ropaje compensatorio de la represión.
Nuestro alma sigue sin figurar en esa falsa transgresión, solo aparece un pedazo de cuerpo casi muerto pidiendo placer.
Sí la experiencia es la fuente de conocimiento, no podemos seguir como caníbales tragando seres, cosas, información, sistemas, algoritmos.
Dado que no hay demasiada voluntad de paz, las generaciones para el cambio serán quizá el símbolo de reconversión.
Se necesita una pausa humanitaria, ahondar en los vínculos.
Se repara amando, comprendiendo, tomando decisiones. Aunque la reparación no es a uno mismo, sino en un propósito superador hacia alguien.
No se puede prohibir ni se puede negar
El derecho a vivir, la razón de soñar
No se puede prohibir ni el creer ni el crear
Ni la tierra excluir, ni la luna ocultar
No se puede prohibir ni una pizca de amor
Ni se puede eludir que retoñe la flor
Ni del alma el vibrar, ni del pulso el latir
Ni la vida en su andar, no se pueden prohibir
No se puede prohibir la elección de pensar
Ni se puede impedir la tormenta en el mar
No se puede prohibir que en un vuelo interior
Un gorrión, al partir, busque un cielo mejor
No se puede prohibir el impulso vital
Ni la gota de miel, ni el granito de sal
Ni las ganas sin par, ni el deseo sin fin
De reír de llorar, no se puede prohibir
No se puede prohibir el color tornasol
De la tarde al morir en la puesta del sol
No se puede prohibir el afán de cantar
Ni el deber de decir lo que no hay que callar
Solo el hombre incapaz de entender, de sentir
Ha logrado al final su grandeza prohibir
Y se niega el sabor y la simple verdad
De vivir el amor y en total libertad
Si tuviese el poder de poder decidir
Dictaría una ley
“Es prohibido prohibir”
Eladia Blázquez
LA AUTORA

MARÍA DEL PILAR CARABÚS. ABOGADA, ESCRITORA, COMUNICADORA, MBA “ESPECIALISTA EN DERECHO CONSTITUCIONAL Y DERECHOS HUMANOS” (MINORÍAS Y GRUPOS VULNERABLES) UNIVERSIDAD DE BOLONIA, ITALIA.
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