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Un premio a la "utopía que sostiene la poesía"

El autor argentino Hugo Francisco Rivella recibió en España la medalla Fray Luis de León de Poesía Iberoamericana, que otorga el ayuntamiento de Salamanca.

Esta distinción es parte de las actividades anuales del Encuentro de Poetas Iberoamericanos que organiza el poeta peruano Alfredo Pérez Alencart, radicado en Salamanca. El encuentro reúne a poetas de ambas orillas y otorga un premio anual.

Hugo Francisco Rivella nació en Rosario de la Frontera, Salta, norte argentino, en 1948. Es autor de una obra extensa, que entre otros incluye los títulos “Algo de mi Muerte”, “La Memoria del Fuego”, “Caballos en la Lluvia”, “Zona de otros Días” y “Yo, el Toro”. Poemas suyos integran numerosas antologías. Es también compositor de música folclórica.

La medalla Fray Luis de León se suma a una serie extensa de reconocimientos en su país e internacionales. Entre ellos, los que recibió en Ecuador, Guatemala, México y Panamá.

A propósito del Encuentro anual que coordina Pérez Alencart, el alcalde de la ciudad, Carlos García, declaró que “es todo un honor que Salamanca se convierta por vigesimoséptimo año en un puente entre poetas de un lado y otro del Atlántico”. Al intervenir en el acto de recepción del reconocimiento, Rivella dijo: “Empezar cada día la eternidad quizás sea el destino de la palabra”. Entre los agradecimientos incluyó a quienes “sostienen la utopía de un mundo mejor” y a quienes “posibilitan estos encuentros, a poetas como Alfredo Pérez Alencart en Salamanca, a Xavier Oquendo Troncoso en Ecuador, a Harold Alva en Perú”.

Luego preguntó “en qué espejo nos miramos los hombres cada día” y se pronunció a favor de hacerlo “sin grietas, sin atuendos de mago, sin máscaras”.

“Mucho antes de esta medalla que luzco como un agua sagrada, Fray Luis de León tocó mi corazón, acaso sin saberlo. La eternidad le pertenece, por eso su nombre resuena en cada uno de nosotros”.

Se preguntó a continuación si fue la poesía la que le dio fuerzas para “enfrentar la persecución” o si “fue ‘El cantar de los cantares’ la música que lo llevó a derrotar a la muerte”. “Hoy estoy aquí porque la poesía nos prolonga en el otro, nos desnuda, nos transparenta para no traicionar lo que pensamos”, dijo después.

Rivella citó a su compatriota Roberto Santoro, poeta que fue víctima del Terrorismo de Estado instaurado en Argentina por la dictadura cívico-militar (1976-1983), y que permanece en condición de detenido-desaparecido, cuando decía que “el que ensucia las palabras no puede lavarse la boca”.

Y más adelante expresó Rivella: “La palabra protege nuestra memoria más allá del déspota de turno. Sostiene la utopía. Nos permite declarar nuestro amor, aventar a la guerra. Gritar que estamos en contra del engaño, de la traición, del terror del venado huyendo de la muerte. Sentir que en el barro los sapos iluminan la lluvia y la luna es un caballo hecha con maderas de sándalo”.

La palabra, expresó también, “nos traba, nos condena, nos obliga, nos compromete, nos hunde, nos levanta, nos trastabilla, nos huye, nos niega, nos ofrenda, nos ciega, nos horada, nos lava, nos salva”.

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